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sábado, 19 de Abril de 1997
prueba

NISSAN ALMERA 4p / RENAULT MEGANE CLASSIC. Tanto por su concepción general, como por sus carrocerías de tres volúmenes y sus mecánicas, representan una visión eminentemente familiar. Además, ofrecen unos consumos ajustados, una buena habitabilidad y, sobre todo, un excelente confort de marcha. Son dos de los coches que se encuadran dentro del segmento líder del mercado en cuanto a ventas. Por otro lado, cuentan con una reducción en el Impuesto de Matriculación por el hecho de tener motores de menos de 1.600 centímetros cúbicos, lo que les hace más interesantes

Dos modos de hacer un coche familiar
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CARLOS CANCELA

El Renault Mégane y el Nissan Almera han tenido una historia muy parecida. El primero, un modelo de origen francés, vio ampliada su gama con la llegada de una versión con maletero denominada Classic. Además, esta variante se produce en exclusiva en España para todo el mercado europeo. Por su parte, el coche de la marca japonesa está fabricado en la planta británica de Nissan. También se basa en la plataforma de las versiones de tres y cinco puertas que se comercializan desde hace más de un año. Ambos tienen, además, la misma motorización, de 1,6 litros de cilindrada. Pero con muchas diferencias, que son las que vamos a analizar empezando por sus propulsores. En el caso del motor del Mégane, se recurre a una culata sencilla de sólo dos válvulas por cilindro, con lo que rinde una potencia máxima de 90 caballos; mientras que el modelo japonés llega hasta los 100 caballos gracias a una culata de cuatro válvulas.

Y aquí aparecen las primeras diferencias entre ellos.

El Nissan Almera ofrece una estética diferente a la de la versión de dos volúmenes.
Los motores multiválvulas son, teóricamente, más perezosos para empezar a funcionar desde regímenes de giro bajos, pero la realidad es que el propulsor del Nissan recupera mejor que el del Renault. También consigue una mayor velocidad punta, aunque por un escaso margen con respecto al modelo español, y, en general, unas mejores prestaciones en cuanto a aceleración. No en balde, el Almera tiene un 10% más de potencia que el Mégane. Pero donde sí se nota el efecto producido por la existencia de una culata de cuatro válvulas es en el apartado de los consumos. Lógicamente, el tener dos válvulas de admisión (como tiene el Nissan) provoca que, al pisar el acelerador, entre más gasolina en el motor, lo que se nota en el bolsillo del conductor. Pero de todos modos la diferencia entre ambos es pequeña. Este mayor consumo hace que el Nissan Almera tenga un problema de autonomía. Si se trata de llevar a cabo un viaje largo en el que se va deprisa, los 10 litros de diferencia de depósito a favor del Mégane, unido a sus diferencias de consumo, obliga, en el caso del Almera, a excesivas paradas en las gasolineras.

Buena estabilidad.

En lo que se refiere a su comportamiento en carretera, el Renault Mégane ha sufrido importantes modificaciones con respecto a sus hermanos de gama de dos volúmenes. El esquema de las suspensiones se ha variado mediante la incorporación de un reglaje delantero algo más blando, lo que evita que se transmitan al coche y a sus ocupantes las irregularidades del terreno. Esto redunda en un mejor confort de marcha. Y por si esto fuera poco, también se ha añadido un eje trasero con efecto direccional que permite una mejor entrada del coche en las curvas, algo interesante si tenemos en cuenta que se trata de un vehículo de 4,4 metros de longitud total. Pero en cualquier caso, ni el Mégane, ni su rival en esta ocasión, el Almera, están pensados para una conducción deportiva, sino familiar. Por lo que respecta a este último, su mayor virtud se centra, sin duda, en un eficaz sistema de suspensión multibrazo de control lineal, que asegura una perfecta estabilidad en todo momento. Además, tiene la dureza suficiente para ofrecer un comportamiento seguro. En cualquier caso, se trata de un coche que corre bastante y en el que no se debe tratar de buscar el límite, para evitar situaciones delicadas.

En el Mégane se conservan los rasgos marcados por sus hermanos de gama.
En lo que se refiere a frenos, ambos modelos cumplen con su cometido, si bien en el Mégane adolecen de una cierta tendencia al calentamiento en el caso de una frenada prolongada, al menos así pasó en la unidad probada. En el Almera, aguantaron mejor el sobreesfuerzo. Y en cuanto a la dirección, la del Mégane es bastante rápida, ya que sólo requiere tres vueltas de volante entre topes, mientras que en el Almera son necesarias casi tres y media. Por contra, gira mucho más el modelo hecho en Inglaterra que el español. Nos pareció mucho más agradable el tacto del volante en el Mégane, algo más grueso que el que equipa el Almera.

En su aspecto exterior, los dos modelos ofrecen una estética muy parecida. La parte de atrás, el cristal posterior y los montantes de las puertas traseras son tan semejantes que, vistos desde una posición sesgada, tan sólo el anagrama "Classic" en el Renault y los grupos ópticos les diferencian. En el maletero (que supone la gran diferencia con respecto a sus hermanos de gama), la ventaja es para el modelo español. Mientras que el de Renault cuenta con una capacidad de 530 litros, en el japonés esta cantidad se ve reducida hasta los 440 litros. Casi un 20% de diferencia entre ambos modelos en un aspecto importante para los usuarios de este tipo de vehículos. En los dos casos el asiento trasero es abatible en dos partes asimétricas para ofrecer más posibilidades de carga. En lo que concierne a sus habitáculos, las dimensiones son muy similares, ya que los centímetros que tiene de más el Mégane en carrocería, se ganan en el maletero, por lo que sus cotas de habitabilidad interior son muy similares. Tan sólo hay diferencias en lo que a la altura libre se refiere, un aspecto en el que gana el modelo fabricado en España, aunque por pequeño margen. Es mejor la posición al volante del Mégane. Ofrece muchas más posibilidades de reglaje para conseguir la posición exacta. Además, cuenta con ajuste en altura, un aspecto muy importante para personas de baja estatura. Este sistema también lo ofrece de serie el Almera, no así el reglaje del volante, que sólo lo tiene el Mégane. Otro aspecto importante estriba en que el Mégane está muy bien insonorizado y cuenta con un motor poco ruidoso. El Almera resulta demasiado sonoro, sobre todo si se rueda rápido por autovía o autopista. Entonces se hace necesario tener una radio que amortigüe los ruidos del propulsor.

Conclusión


Nissan Almera 1.6 GX 4p

Renault MeganeClassic

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