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sábado, 13 de diciembre de 1997
prueba

PORSCHE 911 CARRERA. Después de 34 años en el mercado y de cinco generaciones, la marca de Stuttgart, especializada en coches deportivos, se ha decidido a cambiar por completo su modelo de mayor éxito. Aunque ahora es más confortable, seguro y fácil de conducir, ha perdido buena parte de la personalidad que hizo del viejo 911 un automóvil único y casi eterno

La razón se impone al corazón
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ALEJANDRO MOÑIZ

El paso del tiempo no perdona ni siquiera a un mito rodante como el Porsche 911. Deportivo entre los deportivos, en sus más de 34 años de historia ha evolucionado para mantenerse joven. Cinco generaciones en las que nunca renunció a esas pequeñas cosas (al final tan importantes) que hacían de él un automóvil único y fascinante.

En el recuerdo quedan sus pedales colgados, la anárquica distribución de los mandos en el salpicadero, las brutales, y algunas veces caprichosas, reacciones de su concepción todo atrás o la poca confianza que transmitía el tren delantero al conductor. Son precisamente estas peculiaridades las que muchos puristas de la marca echarán desde ahora de menos.

Si nos dejamos llevar por el corazón nos quedamos con el 911 de toda la vida, pero la razón hay que dársela al nuevo modelo, ya que supera en todos y cada uno de los aspectos al viejo. Es, en definitiva, un coche moderno. Prueba del cambio que se ha producido es que este 911 no conserva ninguna pieza del anterior. Sólo su nombre.

La carrocería de musculoso aspecto ha dado paso a una con líneas más suaves y armoniosas diseñada por Pinky Lai y supervisada por Harm Lagaay, responsable de la evolución del 911.

Aprovechando las economías de escala, comparte con el Boxster casi un 40% de sus piezas. Ese excesivo parecido, sobre todo en la parte delantera y en el interior, resta personalidad propia al 911, que más bien parece un hermano mayor del Boxster. Pero en Porsche eran conscientes de que no todo se podía cambiar. Por esta razón, el motor sigue siendo un seis cilindros boxer colocado por detrás del eje trasero.

Ahora bien, la refrigeración por aire ha sido reemplazada por la líquida, lo que ha permitido incorporar un culata de cuatro válvulas por cilindro. Los radiadores, situados a ambos extremos del frontal, ayudan a un mejor reparto de pesos. Lógicamente, este propulsor no emite el metálico y característico ronroneo del antiguo, aunque su sonido sigue reconociéndose como el de un auténtico Porsche.

Más civilizado.

Esta mecánica ofrece una respuesta más progresiva y civilizada, y con menos cilindrada que en el último 911 logra una potencia superior. Acoplada a un cambio que también es totalmente nuevo, supera claramente en prestaciones al modelo anterior, sobre todo en cuanto a recuperaciones se refiere. Hasta las 4.000 vueltas se comporta con suavidad y permite circular a bajas velocidades, incluso en sexta, sin rechistar. A partir de dicho régimen ofrece su faceta más deportiva, empujando sin desfallecer hasta las 7.000 vueltas, momento en el que se corta la inyección. Si el motor permite una conducción rabiosamente deportiva, el nuevo bastidor facilita la labor. La mayor distancia entre ruedas le otorga más aplomo a altas velocidades. La suspensión, aunque dura, no castiga a los ocupantes y reacciona noblemente en cualquier circunstancia. Mención especial merece el tren delantero, en el que ya no se produce la desagradable sensación de flotación lo que, unido a su precisa y rápida dirección, transmite total confianza al conductor. En definitiva, se puede ir más rápido y cómodo que con el anterior aunque, buscando los límites, sigue siendo un coche exigente.

En el apartado de los frenos sólo un calificativo, sobresaliente. Y es que decelerar desde 200 km/h. hasta cero en poco más de cinco segundos impresiona más que la facilidad con que acelera o la velocidad máxima que consigue.

En el interior uno también se olvida del 911 hasta ahora conocido. La regulación del volante y los múltiples reglajes del asiento permiten adoptar una correcta postura de conducción. La insonorización está más cuidada, lo que repercute en un mejor confort, y la ubicación de todos los mandos es ahora lógica y racional.

Todas estas características hacen del nuevo Porsche 911 un deportivo muy superior al anterior, aunque los nostálgicos seguiremos pensando que cumplir con las leyes de mercado le ha restado buena parte de su personalidad. Dentro de otros 35 años es posible que cambiemos de opinión.
FOTOS: RAMON RODRIGUEZ


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Frente a sus rivales