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sábado, 13 de diciembre de 1997
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Andreu Rabasa
Con apenas 20 años ya trabajaba en la fábrica creada por su padre, a la que dedicó todo su tiempo cuando acabó la carrera de ingeniero. Andreu Rabasa fue el impulsor de la presencia de Derbi en competición. Hoy, es prácticamente la única empresa de automoción española al cien por cien
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ESTEBAN DELGADO

Su llegada a este mundo, el 5 de abril de 1930, coincidió con la construcción de la primera nave de la fábrica de bicicletas que su padre, Simeón, había logrado crear a partir de un pequeño taller de reparación y alquiler situado en Mollet, en las cercanías de Barcelona. De pequeño montó en ellas y pronto se interesó en cómo motorizarlas. Con apenas 20 años ya trabajaba en la fábrica, se imbuyó de ella y cuando acabó la carrera de ingeniero le dedicó todo su tiempo.

Su primer retoño fue la Derbi 250, presentada en la Feria de Muestras de Barcelona en el verano de 1950. "Cuando yo empecé eramos 100 personas y hacíamos 100 Derbi 250 al mes, cuando, comparativamente, alguna marca hacía una moto a la semana". Pero pronto el mercado comenzó a decaer coincidiendo con el auge económico de los años 60. Era la llegada del Seat 600 y el incremento de los transportes públicos motorizados. En Derbi se dieron cuenta de que había que ir con la corriente de los tiempos. "Tuvimos que cambiar nuestra mentalidad", recuerda Andreu Rabasa, "pasamos de construir una máquina para unos pocos a fabricar una moto para muchos, y para ello tuvimos que hacer una fábrica de verdad. Fue el gran salto".

Así nació, por ejemplo, con el hoy presidente de Derbi como jefe de la Oficina Técnica, la Antorcha, modelo que estuvo en producción durante 15 años y del que se llegaron a construir medio millón de unidades. "Nos centramos en máquinas de pequeña cilindrada y de máxima utilidad para el cliente". La nueva legislación de 1965, que permitía conducir sin permiso motos de 50 centímetros cúbicos a partir de los 14 años, siempre que la velocidad máxima no fuera superior a 40 kilómetros por hora, dio la razón a los hombres de Derbi en su cambio de política. Las ventas nacionales supusieron un fuerte empuje económico para la empresa a la hora de abordar otros campos como el de la competición, lo que permitió a Derbi ser conocida más allá de nuestras fronteras y continuar su expansión.

Andreu Rabasa fue el gran impulsor de esa idea que, dividida en dos etapas: 1965-1972 y 1984-1991, culminó con cuatro títulos mundiales de Marcas y cinco títulos mundiales de Pilotos en cada una de ellas. "De joven hice unas cuantas carreras, no demasiado importantes, algo de motocross,... , pero lo mío era hacer que las motos funcionaran, hacerlas correr. La competición te arropa, te apoya porque demuestra tu valía técnica", confiesa. La realidad de los primeros años era muy distinta al profesionalismo que hoy impera en el Mundial. "De entonces tengo muchos recuerdos, los mejores cuando ganábamos, los peores cuando perdíamos. Se nos escaparon tres campeonatos, uno por una causa tan simple como la rotura de la porcelana de una bujía...". Hoy existen fuertes rumores sobre la posible vuelta de las Balas Rojas a los circuitos del Campeonato del Mundo de Velocidad, pero Rabasa es concluyente al respecto: "Si volvemos, tendremos la obligación de ganar. Si fuera sólo para competir estaría más tranquilo" .

En 1997, Derbi es prácticamente la única empresa de automoción española al cien por cien que nos queda. "Es nuestro orgullo y nuestro pesar", reconoce Andreu Rabasa, que añade: "Resulta también demasiado duro ser el único porque, precisamente, no somos los únicos en el mundo que queremos vender motocicletas". Puestos a la hora de reconocer de quién son los méritos no duda en su respuesta: "Diga lo que se diga tenemos unos magníficos trabajadores y unos magníficos técnicos. Eso está reconocido en toda Europa. No sabemos hacer cohetes ni submarinos atómicos, ni queremos hacerlos". La fábrica de Derbi en Mollet está actualmente robotizada e informatizada en su totalidad, concentrada en el diseño y fabricación de ciclomotores. El modelo Variant ha superado ya el millón de unidades en apenas dos décadas. Y los nuevos modelos no cesan de aparecer para que Derbi siga estando a la vanguardia del mercado mundial. "Las empresas de automoción han pasado por épocas de muchas dificultades", reconoce Andreu Rabasa, "pero tiene que haber siempre un espíritu de competición. Nosotros no hacemos motos por obligación. Siempre ponemos todo nuestro saber e ilusión en nuestros nuevos productos. Antes se decía que de ilusión también se vive; nosotros preferimos decir que vivimos gracias a la ilusión".

Esa ilusión ha llevado a los hombres de Derbi hasta China, donde pronto comenzará a fabricarse una versión especial del Vamos, a La India y a Sudamérica. Además de los acuerdos de importación con Kawasaki, este año se han firmado otros con los italianos de Cagiva e Italjet, e incluso con los antaño rivales, pero siempre amigos, de Bultaco, otra de las grandes marcas españolas, para producir una moto de Enduro en la primavera del año que viene.

En definitiva, todo marcha según lo previsto en la empresa fundada en 1922 por Simeón Rabasa y dirigida por su hijo Andreu quien, cada mañana camino de su despacho, no puede dejar de echar una mirada a su derecha y contemplar con nostalgia, pero también con esperanza, la colección de Balas Rojas que presiden el salón de visitas de la única empresa de automoción totalmente española.


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