41
sábado, 13 de diciembre de 1997
viajes

RIAZA/TIERMES. Un mundo de valles y pequeños picos despoblados, una sierra muy poco turística que tiene un gran encanto aventurero, pueblos abandonados, pastores y ganado, una zona sin cobertura para los portátiles, una tierra salvaje, casi virgen

Tras las ruinas de Termancia
Sierras de Ayllón, Ocejón y Pela, un desierto verde y montañoso
____________________________________________
JAVIER OLAVE

-¿Tendría algo de comer?- pregunta el viajero/explorador.

-No- responde la señora que regenta el minúsculo bar.

-¿Nada?, ¿ni un bocadillo?- insiste el visitante, con un hambre tenaz.

-Es que no tengo pan.

-Sí, mujer. Dales un poco del nuestro, que tienen hambre- interviene el supuesto marido de la señora, conmovido por la cara de los recién llegados.

-Que no, que no son como nosotros, que no están acostumbrados...-la señora se enfada con su marido. Después dulcifica el tono y se dirige a los viajeros-. Es que hoy no ha venido el pan y sólo tenemos pan duro.

-Oiga, no importa, podemos tomarnos un bocadillo con pan de ayer.

-No, no me ha entendido. Es que aquí nos traen el pan los sábados, y hoy (sábado) no han venido...

En plena provincia de Guadalajara, apenas a una hora de Madrid, se extiende un paraíso natural olvidado para el gran turismo. Hay pueblos a los que se llega sólo por caminos, pueblos donde no hay tractor ni arados, sólo bueyes y uñas... En plena Sierra Pobre, atravesando las sierras de Ayllón y del Ocejón, hay que estar muy preparado. No hay gasolineras, no hay (muchas) carreteras, no hay cobertura, sólo bosques, montañas, ganado y pequeños pueblos donde uno encuentra pan de hace una semana...

Una de las puertas de este pequeño desierto de árboles y montañas es Riaza. Junto a La Pinilla, una estación de esquí más salvaje que las de la zona centro, Riaza ofrece gasolina, buena comida, turismo rural, todo tipo de servicios y hasta pan del día. A partir de allí, basta consultar el mapa para darse cuenta de la baja densidad de la zona y de la escasez de carreteras, a pesar de que últimamente se han cubierto de asfalto muchas pistas.

Desde Riaza, después de una pequeña pista muy fácil, hay un tramo de asfalto que asciende hacia el Collado de la Quesera. A pesar de un inicio prometedor, la carretera se descompone. Sin pintura, sin quitamiedos, estrecha, con baches y ganado suelto, es tan entretenida como una pista. El paisaje es encantador, con vistas al pantano y a una pequeña presa.

Antes de coronar La Quesera, la carretera cruza el Hayedo de la Pedrosa. En la cima del pequeño puerto, debemos elegir. Podemos seguir la carretera o hacer una breve incursión por pista hasta un pequeño mirador. Aunque el inicio de ésta parece sencillo, sólo es recomendable para conductores expertos. La pista llega a hacerse muy complicada y ofrece pocas opciones de dar la vuelta.

Siguiendo la carretera sin dejarla llegaríamos hasta Majaelrayo, el pueblo del Tío Jesús (el abuelo del anuncio de Mitsubishi), que le atenderá en persona en el teléfono público del pueblo.

Para llegar a Majaelrayo hemos elegido el camino más difícil. Si la nieve o el hielo lo impiden, existe la posibilidad de no abandonar la carretera que tomamos para salir en Riaza y acabaremos en el mismo punto (ver el mapa).

El Hayedo de la Tejera Negra es también un lugar encantador por el que pasear, como lo son, más adelante, los restos de Manzanares. Este pueblo está tan vacío de gente como lleno de animales. Por fin, llega Termancia, o Tiermes, con sus ruinas universales .

Fiestas de plenilunio junto a 40 siglos de historia

El yacimiento de Tiermes, o Termancia, como aparece en los mapas, es un sorprendente hallazgo en medio de la nada. Sin un pueblo que lo proteja, con la única compañía de la ermita románica (en la que no se puede entrar), aparecen desparramadas un montón de antiguas construcciones, algunas de hace 40 siglos.

Varias son subterráneas, como un túnel sin luz que se prolonga durante un centenar de metros. Otras aún se alzan en el relieve.

Todas las ruinas pueden visitarse con cuidado, atendiendo a los carteles que protegen lo más valioso. El equipo que investiga estos yacimientos y que poco a poco va desenterrando nuevos hallazgos trabaja en los meses de luz y buen tiempo. En invierno, las ruinas aparecen solitarias, debido a que con el agua no se puede trabajar.

Junto a ellas no hay ningún pueblo. Solamente existen unas cabañas para la gente que trabaja en primavera y verano en el yacimiento, el museo que recoge algunos de los hallazgos arqueológicos, y un hotel.

La Venta de Tiermes (975-18 61 23) es un lugar acogedor donde, al estilo celta, se celebran para los clientes fiestas de plenilunio a luz de la hoguera. Además de visitar las ruinas, la Venta ofrece otras actividades, como recorrer a caballo la antigua calzada romana Segovia-Tiermes.


Rutómetro

|| número 41 | números anteriores | Motor &Viajes |

 

foto.jpg
texto pie de foto / autor