49
sábado, 14 de febrero de 1998
gente

JUAN A. MORAL
Su pasión por la cultura francesa nació durante su estancia en París, pero continúa enamorado de su patria chica. Fumador empedernido de puros, es el hombre de Renault en España. Ha sabido combinar su valor como técnico y ejecutivo en el seno de una empresa con vocación global
____________________________________________
Sergio Piccione

Fumador empedernido de puros, es el hombre de Renault en España. Nacido en Valladolid, es el primer presidente ejecutivo PDG, según la denominación francesa de esta filial, la más importante de la marca desde que está bajo su control. Lo que tiene un mérito añadido al indicar que, a su valor como técnico, ha sabido sumar el de ejecutivo de una empresa con vocación global.

Global es una palabra demasiado moderna que no estaba de moda en la década de los 60 y 70, cuando Juan Antonio Moral cursaba su carrera. Sin embargo, eran tiempos en los que Renault desarrollaba una política que ahora hubiera tenido ese nombre.

Eran los tiempos en que los Dauphine conquistaban un mercado detrás de otro, rivalizando con el Volkswagen Escarabajo. Se vendía, en cantidades apreciables, en Asia, América del Sur y Africa. Incluso en Norteamérica, un mercado particularmente difícil. Fue precisamente para controlar la producción del Dauphine en Valladolid cuando Moral entró en FASA Renault. Estaba a punto de cumplir los 26 años y tenía tres de experiencia laboral en LM Ericsson, la empresa de telefonía que le contrató nada más terminar su carrera de ingeniero industrial.

Más adelante, en los albores de la década de los 80, presintiendo la importancia de la informática en los procesos de diseño, desarrollo, producción y logística, completaría su formación con una licenciatura en esta materia.

Cuando Moral entró en FASA Renault, ésta era todavía una empresa mixta con una participación mayoritaria de un grupo de bancos españoles. Eran los tiempos de Arturo Fierro como presidente y representante de esa mayoría que había hecho posible que la marca francesa tuviera su primera factoría en Valladolid, donde continúa siendo uno de los principales pilares de la economía regional. Las cosas, sin embargo, comenzaron a cambiar pronto.

Poco a poco, en un largo proceso, Renault, adivinando el potencial español, fue incrementando su participación en FASA hasta hacerse con el control de la misma. Y esto produjo cambios en la empresa. Los primeros se produjeron con ocasión del lanzamiento del R-8 en España.

Para controlarlo, Juan Antonio Moral, cuyo francés, marcado por un ligero acento español, es fluido, fue ascendido a director de la Factoría de Montaje y un año después, en 1965, a director industrial adjunto. En la escalada de Renault como fabricante de automóviles, el R-12 fue un paso importante. Anteriormente, en Francia se había introducido el R-16, una berlina que se consideró como excesivamente grande y cara para las posibilidades del mercado español. Sin embargo, el R-12 encajaba perfectamente y permitía competir con los Seat 124 que iban tomando el relevo de los 1.400 y 1.500. A Juan Antonio Moral le llegó un nuevo ascenso con este modelo.

En 1972 asumió la dirección industrial de FASA Renault, en la que permanecería 18 años. Un largo periodo lleno de trabajo y de nuevos desafíos. La capacidad de la filial española no dejó de crecer. El R-123 diversificó su oferta en gama de motores con la llegada de la carrocerías familiares o station wagon, los motores S y después los TS.

Al R-8 le llegó el momento del relevo con el R-5, que también dio lugar a una amplia gama, mientras que el R-4 introducía la carrocería F de furgoneta para poder competir con la Citroën 2 CV. Y finalmente, llegó el R-18, que poco a poco iría tomando la parcela de mercado que tenía el R-12.

Toda esta proliferación de modelos dejó pequeña la factoría de Valladolid. Parte de ella, demasiado próxima a la ciudad, había quedado sin posibilidades de ampliación. Y la parte más nueva, la inaugurada en 1965, estaba prácticamente al límite.

Se decidió entonces construir una nueva factoría. El lugar elegido fue Palencia, que ofrecía la ventaja de su cercanía a Valladolid, donde quedaba centralizada la producción de motores. La segunda mitad de los años 70 obligó a la frenética actividad de poner a punto esta nueva factoría, que asumió la producción de los R-9, R-11 y R-18, a fin de permitir que la planta vallisoletana se concentrara en los coches pequeños. Para entonces, FASA Renault formaba ya parte del entramado industrial de Renault.

Aunque la liberalización no había llegado todavía, la producción española excedía la capacidad de absorción del mercado y comenzaron las exportaciones. Algo que ocurrió cuando en la central de París comprobaron que la calidad española no sólo era igual, sino superior a la de las factorías francesas.

La última gran prueba para Juan Antonio Moral antes de ser llamado a París en 1990 como director de fabricación de todo el grupo fue la puesta en marcha del R-19, un modelo en cuya fabricación la planta de Palencia desempeñó un papel principal. El coche pasó a la historia como uno de los logros de Renault en rapidez de arranque de la producción y calidad de producto.

Su permanencia en París aumentó su pasión por el país vecino, que se ha traducido en la participación activa en todo aquello que pueda contribuir a un acercamiento hispano-francés. De ahí su pertenencia al Consejo de Administración de la Cámara Francesa de Comercio e Industria, al grupo cultural Diálogo o a la Sociedad Francesa de Enseñanza y Beneficiencia de Madrid.

Moral, también presidente de la Asociación Española de Profesionales de Automoción (ASEPA), conserva una casa en los alrededores de París donde pasa algunos periodos de vacaciones, aunque sigue siendo un enamorado de su patria chica.


|| número 49 | números anteriores | Motor &Viajes |