52
sábado, 7 de marzo de 1998
viajes

Ruta en 4x4. Un recorrido a través del campo por los pueblos más interesantes, tanto por su historia como por su arte, de toda Extremadura: Cáceres es el punto de partida de este viaje, en el que se podrá disfrutar de un paisaje variado, desconocido y muy divertido para practicar el todoterreno

Tierra de conquistadores
Una interesante aventura en pleno contacto con la naturaleza
____________________________________________
MYRIAM SAGASTIZABAL

Esta no es una escapada cualquiera. Buscando lo más atractivo todavía, la organización de esta ruta (Viajes El Corte Inglés-Turismo en Acción y Land Rover) ha sabido unir en un solo viaje historia, gastronomía, naturaleza y aventura. El punto de encuentro es el parador de Cáceres, antiguo palacio del siglo XIV, donde se pasará la primera noche.

Antes de comenzar la ruta, es obligado recorrer el casco antiguo de la ciudad, uno de los más bellos de toda España. Casi todo en él pertenece a la época medieval y se encuentra en perfecto estado de conservación. Contar los tesoros que guardan sus murallas sería casi interminable, mejor es pasear y descubrirlos.

La Plaza Mayor de Cáceres hace de línea de salida para encarar el primer tramo de la ruta hasta la ciudad de los conquistadores: Trujillo. Primero hay una pequeña reunión para explicar el recorrido y repartir los rutómetros, que habrá que seguir al milímetro. Al principio la caravana de todoterrenos irá en procesión, pero, una vez comenzada la ruta, la marcha de cada uno se distancia y habrá que estar muy atentos a las instrucciones aunque, por seguridad, siempre cierra el convoy un Land Rover de la organización. También se establecen neutralizaciones en tramos complicados.

Se sale por la carretera N-521, se toma la desviación (kilómétro 16.090) hacia Santa María de Magasca y al llegar a Hinojosas (kilómetro, 20.300) se coge la primera pista, en dirección sur. En este tramo el paisaje es abierto, verde, llano; la vegetación y el ganado vacuno distraen de vez en cuando de la inmensidad del paraje. En esta época del año, que es bastante lluviosa, las pistas se convierten en verdaderos barrizales. Aunque en este primer tramo el barro te atrapa al mínimo descuido, los todoterreno de apoyo cuentan con winchers para sacar a los vehículos de su trampa. Sólo para este tipo de tramos se utiliza la reductora, si no se circula de sobra, la mayoría del tiempo, con el bloqueo del diferencial.

La Plaza Mayor de Trujillo ha sido durante siglos el centro comercial y neurálgico de esta población

En el kilómetro 32.550 del recorrido se vuelve a la carretera a la altura del poblado de Mingajila y se coge la comarcal 414 hasta Plasenzuela, se cruza el pequeño pueblo y al final de él se toma de nuevo la pista. Nos adentramos en un paisaje más frondoso: encinas, robles y castaños empiezan a aparecer, el camino se estrecha y se disfruta de unas vistas preciosas. En el kilómetro 51.500 se sale a la carretera que desemboca en La Cumbre y desde allí directamente a Trujillo.

En tierra de Pizarro.

La parada no sólo tiene la intención de descubrir este pueblo repleto de recuerdos de los aguerridos descubridores, sino también saborear la gastronomía extremeña en el restaurante del parador: un antiguo convento del siglo XV de las monjas concepcionistas franciscanas.

Antes de comer, merece la pena dar un paseo por la Plaza Mayor, que está presidida por la estatua ecuestre de Pizarro, quien, junto a Orellana y García Paredes, todos naturales de este insigne pueblo, fueron de los personajes más importantes de la conquista de Las Américas. En la misma plaza se encuentra el palacio plateresco de La Conquista, construido por Hernando Pizarro, hijo del conquistador; los palacios de Quintana y de los Duques de San Carlos, uno de los pocos que se pueden visitar; y la iglesia de San Martín.

La comida típicamente extremeña: migas con tropezones, codillo de cerdo con higos confitados y puding de carbochas con salsa de grosellas dan la suficiente fuerza para continuar la ruta. Se vuelven a poner los cuentakilómetros a cero.

Por la tarde el recorrido es más largo, unos 95 kilómetros hasta llegar a Guadalupe, y hay más tramos de pista de arena. El paisaje cambia por completo. Desde la salida del Parador de Trujillo se coge la carretera dirección a Madrid y a unos 500 metros se toma la desviación hacia Zorita-Guadalupe, para adentrarse, después de algo más de cinco kilómetros, en una nueva pista.

Conducimos por unos caminos cercados, llanos, estrechos, pero en bastante mal estado: mucho barro. El paso es divertido, hace falta meter la reductora y aun así el todoterreno baila de un lado a otro. Una vez superado el barrizal, la pista está en mejores condiciones, pero el camino se retuerce y el bosque se cierra.

Antes de llegar a Madroñeras hay que vadear un pequeño río. El antiguo puente no aguanta el peso de estos vehículos y hay que salvarlo. El paso es sencillo, no tiene ninguna dificultad, aunque, por supuesto, hay que tener precaución, como en el resto del camino (la velocidad recomendada para estas travesías es de 40 kilómetros por hora).

Una vez cruzado el pueblo, siguiendo muy atentamente el rutómetro, porque es fácil equivocarse, continuamos el camino. Empieza ya a notarse que estamos en las faldas de la Sierra de Guadalupe; el tramo que se atraviesa es conocido como la Cuerda de la Loba. Aunque todavía los desniveles no son muy pronunciados se sienten las pendientes. Después de algo más de 15 kilómetros se llega al pueblo de Garciaz, cruzamos un puente y se empieza a ascender.

Camino arriba.

El bosque es muy frondoso, el camino está firme, pero bastante estrecho y con desniveles. El rutómetro da referencias para no tomar un cortafuegos equivocado. En casi 19 kilómetros se toma de nuevo la carretera dirección a Berzocana y ocho kilómetros antes de llegar a Cañamero, en el kilómetro 64.430 del recorrido, se toma el desvío de la derecha. El tramo de pista que queda es de tan sólo 10 kilómetros, pero sin lugar a dudas, son los más impresionantes y quizás peligrosos.

El paso se encuentra en plena Sierra de Guadalupe, el camino de ascensión está en buenas condiciones, aunque según se sube los barrancos son más profundos. No hace falta reductora, pero sí bloquear el diferencial y utilizar marchas cortas. La vista desde la cima es impactante. Se empieza el descenso. Durante el camino es conveniente tener la ventana cerrada para evitar que entre el ramaje, e ir muy pegado a la izquierda para asegurar la estabilidad de las ruedas.

En el kilómetro 74.070 tomamos de nuevo la carretera que conduce a Cañamero. Desde ahí, la C-401 hasta Guadalupe nos lleva al final de la etapa. La población está encaramada en una colina, a los pies de la sierra de Villuercas y la corona el imponente Monasterio de la Virgen de Guadalupe. El alojamiento es en el parador, antiguo hospital de San Juan y Colegio de Infantes, erigido en el siglo XV.

Por la mañana, antes de comenzar la ruta, hay que visitar el monasterio. No tiene desperdicio. La ruta de esta jornada tomará rumbo norte para, siguiendo el cauce del río Ibor, conocer este valle y los pueblos de la zona. En esta ocasión la principal dificultad será seguir el rutómetro, dado que la infinidad de caminos que dan servicio a las pequeñas fincas, complican el recorrido.

Después de poner los cuentakilómetros a cero empieza la ruta. Se toma la carretera dirección Navalmoral y a los cuatro metros se coge una nueva pista que transcurre entre bosques de castaños, pinos, robles. Tras algo más de 11 kilómetros de recorrido hay que vadear un río, sin mucho caudal, pero con un escalón complicado a la salida; el paso más que difícil es divertido. A los pocos metros se sale a la carretera dirección a Navalmoral y se vuelve a coger la pista a los 6 kilómetros. El recorrido total será de unos 60 kilómetros.

El final de la ruta y del viaje es en una finca privada en Bonal de Ibor, donde la organización, anticipándose al convoy, ha preparado un magnífico picnic en una deliciosa pradera.


España en todoterreno

La ruta que acabamos de presentar ha sido diseñada por conjuntamente por Viajes El Corte Inglés y Club de Aventura en colaboración con la marca de coches de todoterreno Land Rover, que cede los vehículos de apoyo para la expedición.

Pero este es sólo un ejemplo dentro del extenso programa que estas compañías han ideado. La organización tiene programados 17 recorridos más, siempre en todoterreno, que se podrán realizar hasta el mes de febrero del próximo año. Bajo el lema "Descubra España en Todoterreno", se proponen diferentes recorridos que cubren prácticamente toda la geografía española. Normalmente las rutas son de fin de semana, excepto los puentes.

El precio de este viaje oscila entre las 40.000 y las 49.000 pesetas, dependiendo del parador que haya seleccionado el cliente. Dentro de esta cantidad se incluye el alojamiento, las comidas y seis guías de apoyo. Todos los que deseen participar en esta aventura deberán tener su propio vehículo todoterreno. Además, los gastos de la gasolina van por cuenta propia. El grupo mínimo para realizar los recorridos que se proponen es de ocho personas.

Tanto los alojamientos elegidos como los restaurantes intentan ser representantes de la cultura y de la historia de la comunidad autónoma elegida. De la misma forma, los recorridos han sido trazados respetando al máximo el entorno natural.



|| número 52 | números anteriores | Motor &Viajes |