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sábado, 4 de abril de 1998
viajes

Expo 98. La riqueza monumental del Alentejo medio y de la provincia de Badajoz, unida a una buena infraestructura hotelera, convierten a esta zona en un lugar idóneo para descansar en el camino a Lisboa

Las ciudades de mármol
En Vila Viçosa, Estremoz y Borba abundan las edificaciones hechas con este material
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Javier Mazorra

En pocos sitios de la Raya entre Portugal y España hay mayor relación entre las comunidades como en la que corresponde a la provincia de Badajoz, al este de la Tierra de Barros. Desde hace siglos comparten un medio natural común, incluido un río de la categoría del Guadiana, que los ha unido más que separado. Por la parte española se puede cruzar la Raya en la zona sur por Villanueva del Fresno, una población que dice haber sido fundada en el siglo XIII por los templarios, aunque conserve restos de pobladores anteriores, incluidos los romanos.

Desde allí a Badajoz, el principal paso fronterizo desde hace muchos siglos, se pueden visitar algunos pueblos pintorescos como Cheles y Alconchel. En este último se encuentra el impresionante castillo de Miraflores también llamado de Coluche. Alfonso I de Portugal la fundó, aunque posteriormente pasaría a la Orden de Alcántara y a diversos señoríos extremeños.

Más al norte, y después de atravesar enormes dehesas de encinares y alcornocales, se alcanza Olivenza, que combina con elegancia restos de su pasado portugués en inconfundible estilo manuelino, con muestras de edificios más típicamente españoles, como la iglesia de la Magdalena. Badajoz es posiblemente una de las capitales de provincia más desconocidas de España, pero tiene suficientes atractivos como para merecer un viaje por sí sola.

Arquitectura.

Su alcazaba es impresionante, destacando la atalaya que popularmente se conoce como espantaperros. En su interior se encuentra el palacio de los duques de la Roca, actual sede del Museo Arqueológico. En la parte baja está la catedral, importantes fortificaciones, iglesias, y un museo de arte contemporáneo de primer orden ubicado en la antigua cárcel de la ciudad. El MEIAC tiene posiblemente una de las mejores colecciones de arte peninsular e iberoamericano que se puedan ver en estos momentos.

Del lado portugués, el legado arquitectónico es todavía más impresionante. Elvas tiene muchos rasgos en común con Badajoz, aunque presenta una armonía de formas y un emplazamiento que le hacen todavía más atractiva. No hay que perderse el extraño acueducto que surge en los alrededores como una extensión de las magníficas fortificaciones. Fue construido en el siglo XVI en estilo manuelino.

Más allá surgen las que se conocen como las Tres ciudades de mármol: Vila Viçosa, Estremoz y Borba. Las ricas canteras de mármol de la comarca han hecho que durante siglos este material haya sido el más utilizado en sus edificaciones. Estremoz es la más grande y animada de las tres. Entre sus monumentos más notables destaca el antiguo palacio de D.Dinis, hoy convertido en pousada. Como en todas estas poblaciones fronterizas llaman la atención sus impresionantes fortificaciones.

Borba tiene el encanto de ser la quintaesencia del pueblo típico alentejano, con sus casas encaladas o construidas en mármol. Su vino es excelente y es un buen lugar para descansar antes de visitar el palacio ducal de Vila Viçosa, la residencia favorita de la dinastía de los Bragança. En el convento das Chagas están enterradas las duquesas de la última casa reinante en Portugal, mientras que sus maridos descansan en aparatosos mausoleos en la capilla del monasterio de los agustinos.

Evora es una de las ciudades más agradables e interesantes de todo Portugal. Tiene monumentos de primer orden, de todos los estilos y épocas. El más característico es el templo romano ubicado en el mismo corazón del casco antiguo, aunque también cuenta con conventos tan magníficos como el de Loios, hoy convertido en pousada, o el de San Juan Evangelista, residencia actual de los duques de Cadaval. La Catedral tiene un severo exterior en estilo románico que se muda en gótico en el interior. El museo catedralicio es sorprendentemente rico en obras de arte como también lo es el museo municipal.

Si se utiliza el paso de Villanueva del Fresno se tiene la oportunidad de descubrir el pueblo vinícola de Reguengos de Monsaraz, donde se pueden degustar sus caldos en las propias bodegas, y Monsaraz, también conocido como el nido de las Aguilas. Es un pueblo sobrecogedor, emplazado en un lugar imposible, en lo más alto de una colina cercana a la antigua frontera.

Las vistas que se dominan son fantásticas, pudiéndose seguir con facilidad el curso del Guadiana entre inmensos campos de trigo salpicados de alcornocales y olivos. Su castillo se conoce como el de las Feticeiras o brujas, resaltando el caracter sobrenatural de Monsaraz. En sus alrededores se alzan dos gigantescos menhires (en Outeiro y Bulhoa) cubiertos de incisiones de carácter simbólico.


Tres alternativas para cruzar la "Raya"



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