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sábado, 4 de abril de 1998
viajes

MONTES DE TOLEDO. Es un territorio poco transitado, apenas explotado y escasamente poblado, que ha podido conservar una variedad paisajística autóctona de increíble valor. Constituye una de las mejores y más extensas muestras de bosque mediterráneo, que alcanza sus cotas más altas en el Parque Nacional de Cabañeros. Situado entre el límite occidental de la llanura manchega y la frontera extremeña, este grupo de sierras y macizos, que apenas supera los 1.400 metros de altura, engloba unos 5.500 kilómetros cuadrados entre las provincias de Toledo y Ciudad Real

Entre rañas y cabañeros
Las primeras estribaciones de estas sierras nacen en la villa señorial de Orgaz. Horcajo de los Montes es famoso por sus telares. En Cabañeros hay 198 especies de aves, la mayoría en vías de extinción
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Javier Mazorra

Desde el siglo XIII al XIX estuvo sometida a unas estrictas Ordenanzas del Uso del Dominio Señorial Toledano, que limitaban su explotación al aprovechamiento del corcho de sus alcornoques y a los cultivos de cereales de secano en sus rañas. Esas rampas de suave y prolongada pendiente, en cuya superficie aparecen gran cantidad de cuarcitas en forma de gravas y cantos, caracterizan la morfología de esta tierra.

Posteriormente, sus escasos propietarios las dejaron semiabandonadas, utilizándolas como cotos de caza, lo que ha permitido que hayan llegado hasta nuestros días en unas condiciones muy poco deterioradas y conservando su riqueza faunística casi intacta.

Partiendo de Toledo comenzamos a percibir las primeras estribaciones de estas sierras en Orgaz, una villa con castillo, imponente iglesia churrigueresca, varios puentes medievales y muchas casas solariegas. A partir de Los Yébenes se entra de lleno en esos roquedales pizarrosos y cuarcíticos que, sin ser espectaculares, marcan con fuerza el territorio que circundan. Bosquecillos de robles, alcornoques y encinas quedan salpicados por otras especies, como el madroño, por ejemplo. Abunda el monte bajo donde reina el brezo.

Telares famosos.

El modesto puerto del Caracuel deja paso a la sierra del Pocito, que desemboca en una llanura que en realidad es la raña de la Toledana, donde se concentran los escasos pueblos de esta comarca que ahora conforman la Mancomunidad de Cabañeros, en honor al parque nacional pero también a esos antiguos pobladores que, por sus peculiares labores agrícolas y ganaderas, utilizaban como habitáculo propio la cabaña. El Bullaque, El Robledo, Alcoba se suceden entre las majestuosas rañas hasta llegar a Horcajo de los Montes, posiblemente el pueblo más próspero gracias a su riqueza agrícola y a sus telares: las alfombras del Teatro Real y del Hotel Ritz se han hecho allí. Hoy se puede seguir su particular historia en el Museo Etnológico que se ha abierto hace unos meses y donde invitan al viajero a un vaso de vino y a un pincho de queso.

Cabañeros es la mejor y más extensa muestra de bosque mediterráneo

La principal atracción de los Montes de Toledo es la visita al Parque de Cabañeros, donde se organiza una serie de rutas guiadas por su interior. Toda España conoce la historia de la lucha de esta inmensa finca por no verse transformada en un campo de tiro, aunque todavía son pocos los que han disfrutado de sus más íntimos secretos.

En la ladera norte de los montes se encuentran sus cumbres más altas y sus paisajes más agrestes. Desde Retuerta de Bullaque sale una carretera que, pasando por el balneario del Robledillo, se pierde en la montaña a través de innumerables curvas hasta llegar a San Pablo de los Montes, uno de los pueblos más pintorescos de la comarca. El Bullaque es el río que, al llegar al paraje de Torre de Abraham, se expande de forma sobrenatural, formando el embalse que lleva el nombre de ese ruinoso castillo que aún se puede ver en una de sus orillas. No hay grandes construcciones, si se exceptúa el extraño castillo de Guadalerzas, que, aunque construido en el siglo XII y habiendo pertenecido posteriormente a la Orden Militar de San Juan de Jerusalem, tuvo su momento de esplendor en tiempos de Felipe II como curioso Colegio de Doncellas, antes de terminar su vida activa como residencia señorial de los marqueses que tomaron su nombre.

Aprovechando el viaje a los Montes se puede visitar una serie de singulares pueblos y parajes que se encuentran en sus inmediaciones. El más popular, Ventas con Peña Aguilera, debe su éxito al excelente trabajo en cuero que realizan sus artesanos. En su centro urbano se agolpan las tiendas donde se pueden adquirir prendas y objetos de cuero de excelente calidad y a precios más reducidos que en Madrid o Toledo, como lo prueban los cientos de visitantes que reciben a diario.

Cerca de allí, en Cuerva, se hace una cerámica popular característica. En las afueras de San Martín de Montalbán, ya fuera de los Montes pero con unos valores paisajísticos similares, hay dos monumentos extraordinarios que merecen desviarse unos kilómetros por carreteras no asfaltadas. Por un lado, está la iglesia visigoda de Melque, uno de los mejores ejemplos de edificación religiosa de su época, enclavada en un lugar privilegiado, y por otro, el impresionante castillo de Montalbán, de origen árabe, encaramado en lo alto de la garganta del río Torcón.

Espacio natural.

Aunque se puede cruzar el parque en coche desde Horcajo de los Montes a Retuerta de Bullaque, todos los demás accesos están restringidos al público. La única forma de visitar en profundidad este espacio natural, es uniéndose a uno de los grupos con guía que cada día organiza el propio parque. Hay que reservar plaza en los teléfonos 926-77 53 84 o 926-78 32 97. Diariamente salen seis vehículos todoterreno, aunque si se viene en grupo puede utilizarse un minibús. La visita dura cuatro horas y suele salir indistintamente desde los tres puntos de entrada: Horcajo, Retuerta y Puebla de Bullaque, donde se encuentra el centro de orientación.

Según la época del año y las condiciones atmosféricas se elige una u otra ruta. La hora de salida puede variar, aunque la más corriente es de madrugada, lo que obliga al visitante a pasar noche en la zona. El precio de la visita es de 1.520 pesetas para las personas de más de nueve años, mientras que los niños pagan 760 pesetas. Los numerosos centros de información de los pueblos de la Mancomunidad de Cabañeros permiten conocer los aspectos puntuales que pueden interesar al visitante.

Declarado Parque Nacional en noviembre de 1995, abarca 40.000 hectáreas y está considerado como la mejor y más extensa muestra de bosque mediterráneo ibérico. Tiene gran importancia por las 198 especies de aves que alberga, la mayoría de ellas amenazada de extinción. Destacan los buitres negros, las águilas imperiales, el sisón y la avutarda. Entre los mamíferos, abundan el ciervo, el corzo y el jabalí, y con suerte se pueden ver linces y nutrias.


GASTRONOMIA. La zona de los Montes de Toledo ha comenzado a desarrollar sus posibilidades turísticas hace muy poco tiempo, por lo que su infraestructura es todavía escasa. La Mancomunidad de Cabañeros ha creado una asociación de turismo, hostelería y restauración precisamente para fomentar y cuidar al máximo la oferta. Todavía no existen grandes restaurantes, aunque en la mayoría de los establecimientos se pueden probar los platos típicos de la comarca, como las migas, las gachas y el ajo blanco, además de los platos de caza: venado, jabalí, conejo y perdiz. Es una cocina auténtica que refleja muy de cerca la alimentación de los pastores y cabañeros que han dado nombre a estas tierras.

DORMIR. Al igual que sucede con la restauración, el número de hoteles en los Montes de Toledo es limitado, aunque hay varios proyectos de inminente realización que ampliarán sensiblemente la oferta.

EN COCHE. Aunque el automóvil ideal para conocer los Montes de Toledo es un todoterreno, las carreteras que se recomiendan son transitables con cualquier coche. Dentro de Cabañeros el recorrido se hace con guías y en vehículos 4x4 propiedad del parque. Toledo es un buen punto para comenzar esta ruta. El primer tramo por la N-401 no tiene ningún problema y en la actualidad evita la aproximación a Los Yébenes a través de un túnel. La carretera antigua es más accidentada, pero también más interesante al permitir conocer las primeras estribaciones de la sierra. Unos kilómetros más adelante se deja la nacional para adentrarse en los montes propiamente dichos. A través de carreteras locales, estrechas y en un estado variable aunque siempre asfaltadas, se recorren las sierras del Rebollarejo, el Pocito y el Gallego hasta alcanzar el río Bullaque y la comarcal 403. Desde la Puebla de Bullaque se puede penetrar en Cabañeros con los guías o seguir bordeando la zona restringida a través de la CR-722/CR-4106, que está en perfecto estado y atraviesa El Robledo, Alcoba y Horcajo. Desde allí se puede atravesar el parque en coche propio hasta Retuerta del Bullaque, por la GRP-7012, igualmente en buenas condiciones. El tramo entre Retuerta y las Ventas con Peña Aguilera se hace de forma rápida siguiendo el curso del Bullaque por la CM-4017 hasta el Molinillo, y después retomando la CM-403. También se pueden cruzar los montes por el balneario del Robledillo hasta San Pablo de los Montes. Es una carretera mediocre que, aunque problemática, es más espectacular. Existen varias alternativas a esta ruta, aunque conviene verificar el estado de las carreteras en los puntos de información que tiene el parque en la zona.



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