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sábado, 6 de junio de 1998
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JESUS PAREJA
Tras 13 años participando en las 24 Horas de Le Mans, este año ha decidido no hacerlo. Fue segundo en 1986 y casi logra la victoria en 1990. Es considerado como uno de los mejores pilotos de resistencia del mundo. Muy hogareño, comparte con su mujer y sus hijos el poco tiempo que le deja su fábrica de harina
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Manuel Domenech

Hoy tendría que haber tomado la salida en las 24 Horas de Le Mans, pero Jesús Pareja no ha acudido a su decimocuarta cita con la tradicional prueba francesa de resistencia al no estar de acuerdo con el coche que le había adjudicado Jack Leconte, el propietario del equipo con que tenía que correr.

A pesar de ello, será difícil que otro piloto español bata el récord de 13 participaciones que ostenta Pareja, todas ellas consecutivas desde que, en 1985, debutara al volante de un Porsche 956. Ya entonces se clasificó en octava posición y empezó a ser considerado como uno de los mejores pilotos de resistencia del mundo.

Fiel a la marca de Stuttgart, de sus 13 presencias seguidas en Le Mans tan sólo dos no las realizó sobre un Porsche: Lola en 1992 y BRM en 1997. En la edición de este año iba a pilotar uno de los nuevos Porsche GT2, pero Jesús Pareja no está triste: "Sólo me molesta un poco romper una racha tan grande de participaciones consecutivas, pero no importa, volveré a Le Mans el año que viene, o cuando sea, siempre que lo haga con un coche que me permita ganar. Aún soy joven y estoy en forma".

Jesús Pareja tiene 43 años muy bien llevados. Se cuida mucho, es decir, come bien y bebe, aunque con moderación. Es su receta, aunque bien aliñada con alguna que otra dosis de gimnasio cuando tiene que correr. Tiene una opinión muy particular sobre el asunto: "Hay que cuidarse físicamente. Es lógico. Pero no es menos cierto que mi especialidad es la resistencia, y eso requiere tener, precisamente, resistencia. Para ello, hay que alimentarse abundantemente sabiendo lo que se de debe comer en cada momento". Cuando quedó segundo en las 24 Horas de Le Mans de 1986 tuvo que hacer, durante la noche que sirve de ecuador a la prueba, de tutor de uno de sus rivales, Fermín Vélez, que como él pilotaba un Porsche 962. Al preguntarle qué había comido, éste le contestó que no quería comer nada. Pareja le llevó a su hospitality y le puso hasta arriba de pasta italiana mientras le recriminaba su ayuno voluntario. Resultado: resistió hasta el final y se clasificó en una brillante cuarta posición.

Jesús Pareja presume de ser alcarreño de Fuencemillán, y alardea de un galardón que le dio el Ayuntamiento de Guadalajara por ser "el mejor piloto de Fórmula 1 de la provincia"... El caso es que no corrió nunca en la fórmula reina, pero sí en otras menores. Hijo de un importante empresario de la industria del pan, hizo del automovilismo su profesión sin tener ningún antecedente familiar. "Al contrario", recuerda con cariño, "era yo el que incitaba a mis hermanos mayores a que corrieran, e incluso logré que Mariano participase en un rally". Su padre veía en Jesús Pareja a un próspero abogado, pero éste engañó a su hermano Mariano para que firmase la autorización paterna para sacarse la licencia de piloto, por si su padre no quería hacerlo.

Con 19 años se compró su primer coche de carreras, un 600 con el que participó en tres competiciones. Al año siguiente, tras ganar el Volante Tergal, se inscribió en la Copa Renault 8 TS. Luego vinieron la Fórmula 1.430 y los Turismos, disciplina en la que ganó el Campeonato de España de Producción en Circuito en 1981 con un Seat FL.

Pero Jesús Pareja quería más, y en 1983 dio el salto al extranjero para participar en el trofeo Alfasprint Europa, donde se encontró con dos duros rivales, y hoy sus mejores amigos: Luis Pérez Sala y Luis Villaamil. Un año más tarde disputó la Copa de Europa Renault 5 Turbo, y fue entonces cuando John Nedelcu, ex consejero delegado de Ford España y alto ejecutivo de Porsche, le vio en Hockenheim, le reconoció y, sin más, le habló de él a Jürgen Barth, un influyente ingeniero-piloto del departamento de competición de la marca de Stuttgart. Así, casi sin quererlo, se convirtió en piloto profesional de alto nivel, sin necesidad de ayuda alguna, de lo que siempre presume: "Nunca he necesitado un manager, mi mejor representante soy yo mismo".

Y con la profesionalidad llegaron los éxitos: victoria en Jerez, segundo puesto en Le Mans y cuarto en Silverstone en 1986; y los desengaños, como el de 1990 en las 24 Horas. A falta de 15 minutos se rompió el motor de su Porsche cuando era segundo y tenía en el punto de mira al Jaguar que iba primero. "Ha sido una lástima. Quizá haya perdido la oportunidad de mi vida de ganar las 24 Horas", confesó entonces. Y el año pasado no pudo subirse, al ser sustituido por un piloto que aportaba un patrocinador, al coche vencedor... Sigue pensando en ganar en Le Mans, pero mientras tanto disfruta con su mujer, Viri, y sus hijos, Patricia, Cristina y Jaime, cuando el trabajo en su fábrica de harina se lo permite.


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