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sábado, 20 de junio de 1998
un coche / un viaje

Luis Pancorbo y su "skidoo", en plena primavera en Artic Bay (Canadá).

LUIS PANCORBO
MOTO DE NIEVE
ARTIC BAY (CANADA)
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No se podían poner objeciones a la espléndida motonieve que me encontré entre las piernas. Se retorcía un poco la punta del manillar y salía pitando. Dabas un poco más y enseguida te plantabas en la inmensidad. El asunto era lo milagroso del suelo, el mar que empezaba a deshelarse lentamente en la breve primavera de Artic Bay.

Como siempre hay que fijarse en las costumbres locales, al principio no me pareció difícil ser conducido por una motonieve. Me sentaba, apretaba y me iba. Dejaba de hacer esa operación y me quedaba igual de helado.

Los esquimales de Ikpiarjuk, el nombre inuk de Artic Bay, manejaban sus skidoos, hasta para ir a la compra, con la misma pericia que exhibían los antiguos vaqueros del Oeste con sus caballos. Los esquimales se apeaban de sus motonieves en marcha, y, sin mirar siquiera dónde aparcaban, subían raudos las escaleras del supermercado Northern, a lo mejor en busca de una naranja española.

Este sitio ya no es como aquellos míticos almacenes de la Hudson's Bay Company donde los esquimales llevaban pieles y salían con botellas de alcohol, tabaco y cartuchos para poder traer otro día zorros y demás. A finales de este siglo, muy pocos esquimales siguen usando trineos tirados por perros. Poner los atalajes y conjuntar a la reata siempre rebelde y hambrienta es un trabajo ímprobo. Ahora casi todos tienen dinero del Gobierno canadiense para una navel y, por supuesto, para una motonieve que pueden conducir dormidos.

Los mal llamados esquimales son inuit, los hombres. Tienen decenas de vocablos para describir las varias texturas de la nieve y el hielo, aparte de lo más importante, experiencia. En cambio, uno ya está en plan de expedición por la sonda del Almirantazgo desconociendo, no sólo la mecánica elemental, sino cosas de cierto fundamento como los espesores.

De vez en cuando nos paramos en los bancos para filmar cómo cazan focas o pescan en agujeros. Y en las pausas, muy dilatadas, uno les dice que se va a dar una vuelta.

- ¿A dónde?

Mi guía Isaak me recordaba al señor Tyndhall, patrón del Shannon en el relato salgariano Los cazadores de focas de la bahía de Baffin.

- ¿Habrá osos en el banco? Por supuesto, no esperaba de Isaak que se abrazase a un oso blanco, y mucho menos lo contrario, pero me daba mucha confianza la maña que tenía para cazar focas y pescar truchas, para su trineo de perros y su motonieve. Por eso, cuando me preguntó a dónde iba, ya me estaba recriminando con su estrecha mirada. Estaba más claro que el hielo que uno no sabía arponear y, en consecuencia, no tenía nada que hacer en aquel desierto blanco.

Como a veces regresaba indemne, Isaak dejó de preocuparse hasta que un día tuvo que rescatarme de una grieta.

Juro que no la había antes de que el suelo empezara a resquebrajarse y notara una desconocida sensación. Por fin tocaba agua, aquel viejo y entrañable fluido, pese a su baja temperatura. Hasta entonces, lavarse había sido una operación complicada.

Superado el principio de congelación, no desistí del invento motorizado. Según Isaak, yo no tenía que hacer nada a la moto: "Ella sabe".

Le hice caso y ya todo fue mucho mejor: encallaba en sorprendentes montículos de nieve dura que no se debían atravesar o chocaba contra la única piedra que no estaba cubierta de nieve en una ribera de la sonda.

Como nada me hacía parar de una forma definitiva, llegué a pensar que mi skidoo suponía más que una motonieve. Era un perro, mecánico, pero perro al fin y al cabo. Un ser autónomo, potente y rápido, con el único defecto de que no llevaba colgado un barrilito del manillar. Por lo demás, uno le apretaba un botón -aunque hubiese dado lo mismo hablarle- y te llevaba donde quería con una facilidad pasmosa.

A ti eso no te parecía mal. En el paisaje de un fiordo, convertido en una interminable pista de patinaje, todo era como muy similar y recto. Así que, al regresar vivo a Ikpiarjuk, estuve por darle a mi moto un hígado de foca.

Luis Pancorbo, director de Otros Pueblos (TVE-2), es autor de Rituales. Las Máscaras del Sol, su último libro.


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