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sábado, 12 de septiembre de 1998
a escena

BAGATELLE. Con la ayuda inestimable de la firma Louis Vuitton Malletier se celebró en París la décima edición del concurso de elegancia para automóviles más prestigioso de Europa, una feliz iniciativa de la revista especializada "Automobiles Classiques". Para la ocasión, los jardines de la Bagatelle, en el Bois de Boulogne, acogieron 57 coches al tiempo que se rendía un homenaje a la aviación francesa en su primer centenario

París rinde culto a la belleza
Repartidos en nueve categorías, el más viejo fue un Renault de 1902; el más joven, un Ferrari de 1972
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MANUEL DOMENECH

En los Campos Elíseos, corazón del París más elegante y mundano, empiezan a tomar sitio en sus anchos bulevares aviones de todo tipo. Antes de final de mes se celebra el primer centenario de la aviación francesa, y por eso la organización del concurso de elegancia para automóviles de Bagatelle ha querido unir ambos medios de transporte en la edición de este año.

Para ello, expusieron en el parterre situado ante el palacio de Bagatelle cuatro vehículos con connotaciones netamente aerodinámicas: un Leyat Hélica de 1922, un Rolls Royce Phantom II de 1931 equipado con un propulsor de caza-reactor, un Mónaco Trossi de 1935 y un Firebird III de 1958 junto a un Caudron Luciole C272 del año 1932, un avión que, dos años más tarde, tuvo que utilizar los jardines de Bagatelle para efectuar un aterrizaje de emergencia.

Invicta S de 1932, triunfador en "Descapotables deportivos"

En ese marco tan especial, un total de 57 joyas del automóvil de todas las épocas lucharon por llevarse el galardón en las nueve categorías establecidas al efecto por la organización: Antepasados, Gran Premio, Resistencia, Maestros Carroceros, Descapotables de Gran Turismo, Descapotables deportivos, Gran Turismo, Berlinetas y Sueño Americano.

Premios especiales.

Todos los coches presentes, ganadores o no en sus respectivas categorías, optaron, además a ocho premios especiales otorgados por los patrocinadores del evento organizado por la revista especializada francesa Automobiles Classiques con la ayuda inestimable de la firma maletera Louis Vuitton Malletier, que desde hace 10 años ha unido su nombre al del concurso de elegancia para, en palabras de su actual presidente, Yves Carcelle "poner de manifiesto nuestra vocación de empresa ligada desde siempre al automóvil como una de las más importantes razones de ser de nuestra actividad industrial".

Ferrari 375 MM Berlinetta Speciale carrozado por Scaglietti, fue el mejor y además se impuso en la categoria "Berlinettas"
Así, Louis Vuitton otorgó el premio al mejor coche del concurso al Ferrari 375 MM Berlinetta Speciale carrozado por Scaglietti en 1954. Este coche, llegado de Estados Unidos, se impuso también en la categoría Berlinetas. El premio al coche que caló más hondo en el corazón del público, otorgado por Automobiles Classiques, recayó en un Hispano Suiza K6 Cabriolet carrozado por Saoutchik en 1935.

Chrysler dio el premio al entusiasmo a un Ballot 2 LS Gran Prix de 1921, Blancpain el de la perennidad artesanal al Alfa Romeo 6C Berlinetta de 1939 diseñado por Touring, y Connolly el premio a la pasión a un Lancia Lambda 8a Torpedo de 1928.

El premio a la más bella restauración que otorga la asociación de amigos de Bagatelle fue para un Lincoln Continental Convertible de 1940, mientras que el jurado estableció un premio especial que fue a parar a manos de un americano, Donald Sydorick, que presentó un pequeño pero flamante Alfa Romeo 1960 SSZ del año 1960, una de las más bellas realizaciones del carrocero italiano Zagato. Y por último, el premio creado por los cofundadores del evento, denominado Trianon, fue adjudicado a un Cadillac Eldorado muy especial, que fue diseñado en 1960 por Pinin Farina (padre de Sergio Pininfarina) en honor de Jacqueline Kennedy.

Victoria italiana.

Alfa Romeo 1960 SSZ, carrozado por Zagato en 1956. Premio especial del jurado
Los especialistas en la materia y el jurado, compuesto por personalidades tan importantes como el periodista y ex piloto de Fórmula 1 Paul Frére, o el director de diseño de Ford, Claude Lobo, pusieron de manifiesto que, aunque el nivel de coches bajó con respecto a la edición de 1997, algunos de los ejemplares presentes eran únicos. De entre estos últimos hay que destacar que las marcas italianas Alfa Romeo y Ferrari fueron las que se llevaron el gato al agua. La primera ganó en Gran Turismo con un precioso Alfa Romeo 6C 2.500 SS Villa d'Este carrozado por Touring en 1950, además de los dos premios especiales logrados por otros dos coches de la marca.

Ferrari también se impuso tres veces, las dos del Ferrari 375 Scaglietti y la perteneciente a la categoría Resistencia gracias al sencillo, pero bellísimo, Ferrari 166 MM de 1950. Su carrocería Superleggera firmada por Touring es un ejemplo de diseño que pervivirá siempre. Y no hay que olvidar tampoco el premio conseguido por el Lancia Lambda.

En esta ocasión la presencia española se limitó a los dos coches aportados por el RACE, de los que hablamos en recuadro aparte. Por su antigüedad y estado de conservación fueron muy admirados.

Como anécdota, hay que decir que el sábado día 5 cayó en la ciudad de París un verdadero diluvio que puso en peligro la celebración del evento, pero Yves Carcelle, el presidente de Louis Vuitton, había reservado buen tiempo para el domingo y no se equivocó.


Las joyas del RACE

El Real Automóvil Club de España (RACE), fiel a su tradicional compromiso con el automóvil de todos los tiempos, no quiso estar presente en Bagatelle. Una delegación encabezada por su presidente, Fernando Falcó, marqués de Cubas, y por el director de la Fundación RACE, Fausto Saavedra, acudió a la cita no para ver y juzgar, sino para participar.

Dos coches sacados de su fondo patrimonial, ya que la fundación está dedicada precisamente a la búsqueda y conservación de los automóviles históricos, se midieron con los mejores Rolls Royce en la categoría Antepasados. El más interesante de ellos era un Hispano Suiza 20/30 HP del año 1906 que, a pesar de sus años, está en su más puro estado original, causó una fuerte impresión en el jurado no sólo por su conservación sino por cómo funcionaba su motor de doble encendido (un avance muy importante para su época). El otro coche no era menos importante, pues no es otro que el Mercedes Simplex 28/32 HP de 1904. A diferencia del Hispano Suiza, éste sí que está restaurado, pero al nivel más alto que se puede lograr.

Sin embargo, los desvelos del RACE no se vieron premiados con el triunfo, que recayó finalmente en un precioso Rolls Royce del año 1910.


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