LOS MITOS DEL FRANQUISMO...
por Javier Tusell

Sobre Franco hay una mitología que ha superado no sólo las pruebas del tiempo, sino también las de la nacionalidad. Una: Franco evitó la intervención española en la II Guerra Mundial; no hay historiador que conoczca mínimamente esta etapa y que firme esto con seriedad. Su imprudente posición no fue la de un neutral, sino la de un no-beligerante que rozó durante muchos meses la prebeligerancia, igual que le sucedió a Mussolini hasta que éste involucró a su país en el conflicto. Para evitar la intervención española en la guerra, resultó más decisiva la actitud de Hitler que la del propio Franco. Trevor-Roper mencionaba este caso como ejemplificación de Historia virtual partiendo de un concepto errado. Este historiador británico llegaba a la conclusión de que, de haber intervenido Franco en la guerra, la victoria hubiera sido, de cualquier modo, de los aliados, pero lo probable es que la bomba atómica se hubiera empleado contra Berlín y no en Hiroshima.

AUTARQUIA CUARTELARIA
Otra afirmación tan difícil de desarraigar como falta de fundamento es la que se refiere al crecimiento económico español. Ya sólo algunos franquistas entusiastas sostienen en la actualidad que la herencia de Franco fue el desarrollo y, con él, las clases medias españolas. Eso es, sencillamente, insostenible y, a medida que se incrementan los estudios monográficos acerca del periodo, resulta más evidente. No obstante, son muchos los observadores extranjeros o los colaboradores del Régimen de mayor o menor importancia que, con la vista puesta en los 60, le atribuyen haber jugado un papel decisivo en ese resultado.

Todo esto no es cierto: Franco retrasó el crecimiento español toda una generación porque, sin duda, la evolución española hubiera sido muy distinta a partir de 1945 con otro tipo de régimen (ni siquiera hubiera hecho falta una democracia plena). La política de autarquía e intervencionismo estuvo motivada en criterios políticos y no en otros; resultó, además, muy incompetente en su realización práctica. Pero, además, esa política nunca fue desmantelada por completo, sino que perduró como rémora, contribuyendo a dificultar un cremiento económico que, cuando por fin se produjo, se apoyó, fundamentalmente, en elementos exógenos: el turismo, la emigración, los capitales extranjeros, la propia situación geográfica...

Franco pasó de una autarquía cuartelaria, que enlazó con la política económica fascista de algunos de sus colaboradores, a desligarse un tanto de esa opción. Pero siempre pensó que cuando gobernaba desde Burgos había tenido algunas ideas muy brillantes sobre esta cuestión y de ahí sus reticencias a cualquier tipo de cambio y por eso nunca desmontó por completo la máquina intervencionista de la etapa inicial. Cuando cambió la política económica, los resultados hubieran sido mejoers de haberse llevado a sus últimas consecuencias la política reclamada por los expertos.

FIGURA PATERNAL
Una última referencia a las biografías de Franco es que dan la sensación de que no cambió a lo largo de toda su vida. En ocasiones, a lo sumo, se le supone convertido en una especie de padre benevolente a partir de los 60. Se ha insistido poco en la transformación que experimentó a partir de la victoria en la Guerra Civil y que se tradujo en una especie de efervescencia que le hacía pensar en fantásticos planes internos e internacionales. Otro momento importante en su trayectoria biográfica fue la década final del Régimen, que no puede explicarse sin su decadencia vital. Existen sobradas razones para pensr que ésta jugó un papel político muy importante, pero no se puede pecisar hasta qué límites. Está por historiar la influencia que ejercieron sobre él sus más allegados o sus estados de ánimo. En cualquier caso, ése es uno de los periodos en que resulta más evidente el peso de su persona en el destino de la colectividad.


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