ETA contra los periodistas

ETA ha reiterado en numerosas ocasiones que uno de sus principales objetivos son los periodistas, una amenaza hecha pública por última vez en los documentos que ha aireado este mes. Pero, en las últimas semanas, la banda terrorista ha tratado de llevar sus constantes agresiones a la prensa a sus últimas consecuencias, como ha logrado finalmente al matar a José Luis López de la Calle.

Pero antes, hubo dos intentos fallidos de matar a un periodista. El 25 de abril envió un paquete-bomba a Jesús María Zuloaga, subdirector de La Razón y periodista especializado en información de terrorismo. El paquete fue detectado en la sede madrileña del diario a las 12.00 horas por los servicios de seguridad del periódico, al pasar por el escáner, por lo que los responsables del medio de comunicación avisaron inmediatamente a la Policía Nacional.

Se trataba de un paquete que llegó en un sobre blanco en cuyo interior se encontraba un ejemplar de la novela «Crimen y Castigo» de Fiodor Dostoievski, en el que habían practicado un agujero, donde introdujeron una caja de Nivea con el explosivo.

Una caja de puros para Carlos Hererra

Poco antes, el 25 de febrero, el periodista de RNE Carlos Herrera salvó la vida al sospechar del contenido de una caja de puros, en cuyo interior había 125 gramos de dinamita, remitida a su atención, a la redacción de la emisora en Sevilla.

Artificieros de la Policía Nacional desactivaron el paquete bomba después de comprobar que contenía ocho células fotoeléctricas y una pequeña carga explosiva lista para detonar en cuanto se abriera la tapa y se activara un circuito eléctrico fotosensible.

El antecedente más inmediato a estos atentados frustrados es el ataque al domicilio de los padres de un redactor-jefe de El Correo, Pedro Briongos, que ocurrió hace apenas una semana.

Anteriormente, en los primeros días de febrero, EL MUNDO informó de que se había detectado la presencia de miembros del comando Madrid en las inmediaciones de la sede de este diario.

Ataques contínuos

No obstante, los ataques y el hostigamiento de ETA y el entorno de la izquierda abertzale a los periodistas es algo viejo. También a finales de septiembre de 1999, un artefacto estalló en el domicilio del corresponsal en Navarra del periódico El País, provocando daños materiales.

Además, la periodista de este diario Carmen Gurruchaga ya sufrió en diciembre de 1997 un ataque con explosivos en su vivienda en San Sebastián, que ocasionó importantes daños en el interior de su domicilio. Y, el que fuera presentador de los informativos de Euskal Telebista (ETB), José María Calleja, sufrió decenas de amenazas del entorno etarra, que prácticamente le obligaron a abandonar el País Vasco.

No obstante, la lista de periodistas amenazados o que han sufrido ataques por parte del entorno etarra es muy larga en los últimos años, aunque afortunadamente sin contabilizarse víctimas mortales.

El único periodista asesinado por ETA era hasta ahora José María Portell el 28 de junio de 1978, un año después de haber sido elegido por el Gobierno que entonces presidía Adolfo Suárez como intermediario en una posible negociación con la organización terrorista.

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