Así investigamos y descubrimos la trama de los GAL


Cronología de la investigación

Paesa, un muerto viviente implicado en los GAL

LoLos hechos son testarudos

 

Mariano Rubio, José Barrionuevo, Josep María Sala y José Luis Corcuera estuvieron involucrados en escándalos destapados por este diario.

Los hechos son testarudos

Por CASIMIRO GARCIA-ABADILLO

Durante todo el año 1990, EL MUNDO publicó una serie de artículos que pusieron de manifiesto las actividades irregulares que desplegaba Juan Guerra -hermano del entonces ex vicepresidente del Gobierno- desde un despacho de la Delegación del Gobierno en Sevilla. El 12 de febrero de 1991, Alfonso Guerra presentó su dimisión para evitar el desgaste del Gobierno del PSOE por el popularmente conocido "escándalo Juan Guerra". Unos meses más tarde, la última semana del mes de mayo del 91, EL MUNDO destapó el "caso Filesa", que fue el primer gran caso de corrupción que afectó de forma institucional al Partido Socialista.

A partir de ese gran escándalo, EL MUNDO se convirtió en el paladín del periodismo de investigación y en el medio que se atrevió a poner negro sobre blanco los casos de corrupción que afectaban a un Gobierno que había regido los destinos del país sin casi oposición política.

Aunque este hecho no guste a otros medios o a algunos partidos políticos, lo cierto es que EL MUNDO marcó a partir de esas fechas la agenda política del país. Las investigaciones periodísticas llevadas a cabo por el periódico revelaron hechos gravísimos que siempre fueron negados con rotundidad por sus protagonistas.

Pero EL MUNDO demostró una tenacidad poco común. Una muestra de ello fue el "caso Ibercorp", destapado por el periódico en febrero de 1992 y culminado dos años más tarde, en abril de 1994, cuando se descubrió la cuenta secreta del gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, la famosa "7MM".

Ya desde esas fechas, algunos dirigentes del PSOE y los medios de comunicación que respaldan más o menos abiertamente a Felipe González, pusieron en tela de juicio la ética profesional de los periodistas de EL MUNDO. La "teoría de la conspiración", utilizada de forma discrecional cada vez que el periódico destapaba algún escándalo, no cuestiona los hechos, sino que se limita a hacer un juicio de intenciones sobre los inconfesables fines de los profesionales que han llevado a cabo el trabajo.

Sin embargo, esa teoría sólo ha servido para llenar páginas y armar ruido. Los hechos se han impuesto porque, en la mayoría de los casos, han llevado consigo la puesta en marcha de acciones judiciales que han terminado en la condena de los imputados.

Lo que ha ocurrido con el "caso GAL", probablemente el ejemplo más claro de la tenacidad periodística que se haya dado en este país, es una muestra de ello. Mientras otros periodistas, seguro que bienintencionados, se dedicaban a averiguar de dónde obtenía EL MUNDO sus informaciones, en este periódico se ha trabajado pensando en los lectores, en el interés del público.

Fruto de ese trabajo se han ido abriendo sumarios tan importantes como el de fondos reservados -que instruye Carmen Valcarce-; el "caso AVE" o el llamado "caso SEAT", los dos desgajados del "caso Filesa" -que instruye Teresa Chacón-; el "caso Rubio" -que instruye Gemma Ortega-; el caso de las escuchas del CESID -ahora en la Audiencia Nacional-; el "caso Lasa y Zabala" -también en la Audiencia Nacional-, y muchos asuntos cuya sola enumeración requeriría un trabajo mucho más extenso.

La clave del éxito de EL MUNDO, el segundo diario en difusión de España según la OJD de 1997, radica en su independencia. A diferencia de otros medios, en la llamada "guerra mediática", nunca ha defendido intereses de parte, sólo principios. A pesar de la enorme fuerza de nuestros competidores y de sus esfuerzos por cuestionar la credibilidad del periódico, el público ha seguido confiando en que -a pesar de nuestros errores- decimos la verdad. Ese es nuestro activo fundamental: al final, aunque hayan tenido que pasar años, EL MUNDO siempre ha demostrado que tenía razón.