JOSE LUIS RODRIGUEZ ZAPATERO
Un joven veterano con mucha ambición

En el verano de 1976, un estudiante de Derecho quedaba fascinado cuando Felipe González, desde la tribuna mitinera, invocaba un naciente socialismo «sin rejas ni fronteras».

Aquella simiente socialista cayó en una tierra propicia, la que durante años había labrado una familia de izquierdas sobre la que pesaba la
convicción ideológica que hunde sus raíces en la tragedia, en el fusilamiento en agosto de 1936 del capitán Lozano por negarse a traicionar a la República. «Durante años, yo fui el nieto del capitán Lozano, era una especie de halo protector cuando comenzaba mi militancia, con 18 años, en las Juventudes Socialistas», recuerda José Luis Rodríguez Zapatero, líder de la corriente Nueva Vía y el cuarto político en presentar su candidatura a la Secretaría General del PSOE.

Con sólo 22 años y desafiando a históricos locales como Dionisio Nicolás y Fermín Carnero, hoy secretario regional de UGT, Rodríguez Zapatero accedió a la secretaría de la agrupación local de León. Es el primer paso en una
escalada vertiginosa que le llevaría a 1986 a ser el diputado más joven del hemiciclo y revalidar su escaño en todos los comicios generales. «La primera vez que entré en el Congreso ocupé la tribuna, como integrante de la mesa de edad. Recuerdo que busqué con la mirada a Felipe González, Adolfo Suárez y Fraga... Eran los grandes referentes».

Pese a que su perfil de joven capitalino y titulado superior, casi de niño bien de León, no se conjugaba con ninguna de las líneas que bocetaban el socialismo leonés, anclado en el proletariado minero, el bercianismo y un campesinado de izquierdas, sus innatas dotes de
estratega siempre abierto a la negociación y su capacidad para aglutinar los liderazgos locales, marcados por la arrogancia y el enfrentamiento interno, le llevan a dirigir la Federación Socialista Leonesa en 1988, gracias al denominado pacto de la mantecada.

Su trayectoria en la política local está plagada de acuerdos y pactos de la más diversa índole. El talento para la
negociación y la facultad de hacer converger los intereses más dispares no sólo han determinado su historia, sino que resultan cruciales ante su futuro.

Con 39 años, casado y con dos hijas, es un joven veterano de la política que no ha dejado escapar las riendas de la organización provincial. Su notable
ambición nunca se ha visto desbocada por la temeridad. Es el rostro de esa generación política, que se ha visto relegada durante años por la perdurabilidad de los líderes de la Transición y que ahora cree llegado su momento «sin rejas ni fronteras».


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