Sábado, 29 de enero de 2000

INTIMIDAD
Doubleclick, demandada por registrar los datos de los usuarios

Una mujer californiana acusa a la empresa, una de las mayores redes de publicidad en Internet, de no respetar su intimidad

JUAN GONZALO

Los medios electrónicos donde aún es posible encontrar informaciones que afecten a los derechos fundamentales y las libertades volvieron ayer a repetir una consigna harto familiar: el Gran Hermano nos vigila.

Esta vez no se trataba de "Echelon", sino del consabido cóctel: una empresa que vive de conocer los hábitos de navegación de los usuarios compra una base de datos de mercadotecnia con los datos personales y los perfiles de consumo de millones de ciudadanos.

En principio, no debería haber motivo de preocupación. Las empresas de Internet respetan la intimidad de los usuarios, ¿no?

Hariett Judnick, una mujer estadounidense, ha acusado a la empresa Doubleclick -la mayor red mundial de publicidad en Internet- de recopilar y archivar información sobre los internautas, sus hábitos de navegación y otros datos personales, sin su consentimiento, según consta en el sumario de la demanda que ha presentado ante un juzgado del condado de Marín (California, EEUU).

De acuerdo con una declaración realizada por los abogados de Judnick, de la que se hacía eco ayer la cadena CNNfn, la demandante aspira a que la Justicia considere del interés público los hechos que han suscitado esta acción legal, lo que daría un mayor respaldo al su postura.

Doubleclick, con sede en Nueva York, estaría recogiendo, según el texto legal, los nombres, la direccion, la edad, las pautas y los historiales de consumo e información financiera de los usuarios que navegan por los sitios asociados a la red de medios de la compañía. La red de publicidad interactiva cuenta, para sacarle mayor partido a esa información, con una gigante base de datos que incorporó el año pasado al comprar la empresa de marketing directo Abacus Direct.

La demandante pide al tribunal que prohíba a Doubleclick el uso de la tecnología para recabar datos personales sin el expreso consentimiento por escrito del usuario de Internet.

Las reacciones de los usuarios difundidas en la revista electrónica slashdot.org van desde las recomendaciones de programas de filtrado para evitar el llamado online profiling (proceso de seguimiento [y posterior identificación] electrónica) hasta el envío de varias direcciones de correo acabadas en "@doubleclick.net" con aviesas intenciones.

Doubleclick mantiene un sistema denominado opt out o "baja voluntaria" por el cual el usuario, si quiere evitar que la empresa o sus clientes le pongan una galleta en su ordenador (que sirve para identificarlo en su base de datos y registrar sus movimientos), debe utilizar una especie de "contragalleta". Esta, que contiene una sola línea, "id=OPT_OUT", le avisará a los servidores de publicidad de Doubleclick de que el ordenador que ha recibido uno de usos anuncios se empeña, por alguna extraña razón, en navegar de forma anónima.

Dos polos opuestos


J.G.

Una vez más, el choque de intereses entre el internauta supuestamente anónimo y las grandes compañías de comercio electrónico ha puesto en evidencia la diferencias de percepción existentes en torno a Internet, que oscilan entre un punto de encuentro y de intercambio de información entendida como conocimiento, en un polo, y la Madre de todos los Supermercados, en el polo opuesto.

Dicho de otro modo, si antes se destacaba de Internet su capacidad de albergar nuevas formas de comunicación, su potencial para articular comunidades, etcétera, ahora no se puede dar un paso sin que salga una compañía presumiendo de "conocer a sus clientes" mejor que nadie, refiriéndose a unos cuantos millones de potenciales visitantes de su web.

El problema es que no todas las compañías tienen claro dónde poner el límite a su afán de conocimiento [entendido como filas y columnas de datos personales obtenidos con o sin consentimiento del individuo].

Ya en 1998, el informe sobre intimidad electrónica presentado ante el Congreso estadounidense por la Comisión Federal de Comercio (Federal Trade Commission, FTC) alertaba en sus conclusiones sobre esta realidad, al asegurar que, en ciertas circunstancias, las políticas de información [de las empresas de Internet] pueden ser per se engañosas o reprobables, "con independencia de que la entidad haya suscrito públicamente cualquiera de los códigos de conducta que establecen normas sobre la información [que recopilan en sus sitios web]".

Más recientemente, y con ocasión de una reunión de especialistas sobre seguimiento en Internet, una de las abogadas del Centro para la Democracia y la Tecnología alertaba en un dictamen demoledor sobre los "profundos efectos a largo plazo" que tienen las redes de publicidad en Internet en la intimidad de los consumidores.

Estos, advertía Deirdre Mulligan, rara vez son conscientes de que una tercera parte está recogiendo datos sobre ellos, y de que esa información se está almacenando en un archivo que va engordando cada vez más.

En sus conclusiones finales, Mulligan termina avisando de que "las actividades de seguimiento de estas redes publicitarias [como Doubleclick] son un importante riesgo para la intimidad de los consumidores."

"Los individuos", continúa la experta, "no deberían ser objeto de este seguimiento, ya se produzca de una forma transparente o a través de un elemento distintivo [como el que representan las galletas o cookies]. Las compañías deberían obtener el consentimiento, previa información, del individuo antes de recabar información personal".