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 Lunes, 11 de noviembre de 2002. Archivo | Estrellas | Diario del Navegante | Ariadna
 
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ARTE
 
     
 

ARTE DIGITAL
ArtFutura vuelve a ser grande

MARTA PEIRANO

BARCELONA.- La decimotercera edición del evento, que ha congregado a más de 12.000 personas en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, nos trae a la memoria tiempos mejores. Este año ha habido menos estrellas fulminantes en el programa que el pasado: felizmente, la organización ha preferido por el riesgo, el carisma, la ideología y las nuevas propuestas de un elenco de artistas que fabrican, en sus estudios, la verdadera revolución cultural que acecha tras la pantalla.

Todo ha sido para más y mejor: durante cuatro dias hubo más charlas, más talleres, más fiestas, más proyecciones, un concurso y la integración del Mercat de les Flors y la BCNParty al festival, además de las proyecciones que tuvieron lugar en el Artium de Vitoria y la Ciudad de las Ciencias, de Valencia. Y se han cubierto todos los campos que un festival de su categoría está moralmente obligado a cubrir: el subversivo, el ideológico y el técnico.

El arte como revulsivo

Recuperando el espíritu más combativo de ediciones anteriores, AF ha integrado en su espacio de este año dos propuestas muy interesantes acerca del futuro de la Red como entorno sociopolítico y artístico. The Web as Canvas nos habla de la Red como el entorno imprescindible de los nuevos colectivos artísticos del arte, un lienzo en el que los pinceles –diversas aplicaciones de software- proceden de ámbitos muy alejados de la creación artística, como es el caso de Carnivore y su reinterpretación, a cargo de RSG Radical Software Group.

Carnivore es un programa que el FBI creó tras los atentados del 11-S para espiar el tráfico de información en la Red y que, entre otras cosas, permite convertir la información digital en imagen y sonido. El RSG recupera su código, transformando un sistema de control policial en un software de creación multidisciplinar y colectiva con el que los diferentes artistas pueden reconocer las actividades de su entorno y generar una obra de arte que se transforma continuamente, de manera paralela a las actividades de la comunidad.

Como representante de este colectivo, Cory Arcangel explicó de qué modo el pánico de los ciudadanos estadounidenses, a raíz del atentado, ha permitido la creación de una sociedad vigilada, desplazando valores fundamentales. “Los derechos civiles –afirmó- han sido arrojados por la ventana. La gente tenía tanto miedo que lo permitió, como una garantía de seguridad”. Por eso el artista tiene el deber de subvertir esa realidad creando puentes a partir de los muros creados por el sistema y evitar, al mismo tiempo, que la Red se convierta en un escaparate comercial.

Dentro de esta categoría destaca World Wall painters, una producción especialmente diseñada para el festival por el colectivo Area 3, afincado en la Ciudad Condal. La propuesta, “una interpretación geográfica de la red” según sus propias palabras, es un gran panel que recibe a los visitantes de la exposición al bajar la rampa del centro. En un mural, un personaje va superponiendo, a modo de grafitti, banderas que corresponden a cada uno de los servidores cuyas webs visitan los asistentes. Una forma original, sin duda, de manifestar de manera gráfica los intereses de la red, aunque en este caso la pared se llenó continuamente de banderas españolas.

Música en la Red

Por otra parte, el futuro de la música en las redes también fue título y materia de análisis en el auditorio del centro, congregando a Pedro Soler, miembro de Fiftyfifty y Nacho Escolar, músico, periodista y activista en el fenómeno de intercambio de música en Internet. Se les unió un virtual Pablo Soto, también músico y creador del programa Blubster de P2P, que no pudo venir y contribuyó al evento por videoconferencia. Como viene siendo triste costumbre, las declaraciones de los tres participantes demostraron que el sentido común es hoy día más subversivo que, en otros tiempos, la violencia o el desnudo.

Frente a la pataleta oficial de las discográficas y las asociaciones que gestionan la distribución de canciones, la cruda verdad: ni unos ni otros defienden los intereses del artista. Frente a lo que sería la lógica desaparición de la industria discográfica tal y como la entendemos hoy –el intermediario que arriesga parte de su capital en un proyecto y proporciona un estudio, un equipo y una promoción al grupo o solista que le interesa-; el artista sigue obligado a ceder sus beneficios a una entidad que no siempre es deseable y que, gracias a la tecnología y a la Red, ya no es necesaria.

Mientras Soto comentó la necesidad de que la comunidad –usuarios y creadores- recupere el derecho a la música como patrimonio cultural, material de libre circulación, Blubster –explicó Pablo- cuenta hoy con tres millones de usuarios activos. Es la prueba inatacable de que la música debe ser y es de todos”.

Pedro Soler, acabando la sesión, defendió con entusiasmo el papel fundamental de las radios independientes de la Red, como medio de difusión y foco de tendencias y proyectos, libres de las exigencias empresariales de las radio fórmulas. Entre sus más vistosos ejemplos, Last.fm–una beta de lo que podría llegar a ser la radio a la carta.

La fiesta

El sábado por la noche, las huestes del festival trasladaron su propuesta a un escenario más lúdico: el Mercat de les Flors. Playtime fue una orgía músico-visual interactiva que Artfutura y FiftyFifty plantearon alrededor del mundo de los videojuegos. Enormes pantallas que reflejaban la realidad de un mundo fantástico desplegado en pixels (Wipe Out, Rez) cubrían las paredes de la sala, mientras que, en el escenario, conocidos artistas del entorno audiovisual como Jodi, Glaznost y Once vs Retroyou generaban imágenes a tiempo real, recuperando la estética de ordenadores de segunda mano como el ZX Spectrum o utilizando simuladores de controladores aéreos.

La primera noche de Micromusic en Barcelona presentó un elenco de músicos dispares cuya obsesión por las consolas antiguas y la estética sonora del atari o commodore 64 son la clave común.

A una tremenda Manou que salió sola a cantar con sus cacharritos y una voz que por momentos sugiere terciopelo y alquitrán le sucedió el Gareth Morris AKA Gwem & Gwemettes, también conocido como DJ - NovaNova1, con un elenco de disparatadas versiones en clave consolero, dejando a todo el mundo helado con su sesión de techno-hardcore y su aspecto de geek de reformatorio.

Las grandes estrellas de la noche, Teamtendo, desplazaron los visuales con un peculiar documental que mostraba las correrías de dos ardillas –ellos mismos- por las calles de Paris. Su outfit –enormes disfraces de peluche con careta y cola incluidas- y sus saltos por el escenario pusieron en pie a la concurrencia, mientras los protagonistas jugaban con sus respectivas gameboys luminosas. Y, para los últimos reacios, después de Wanga Monsta (Wanga pone la Gameboy y DJ Monsta el techbeat) llegó la guerra: Alex Martin, con la plaza ganada de antemano, mantuvo en movimiento frenético a toda la concurrencia hasta que acabó la noche.

 
     
 
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