Miércoles, 8 de diciembre de 1999


OPINION
La "netiqueta"

Por LETITIA BALDRIDGE

EN LO RELATIVO a las comunicaciones, se ha avanzado tanto en los últimos diez años como en el periodo comprendido entre el siglo I y el XVIII. Un ordenador portátil o un dispositivo de mano nos permiten realizar inversiones, hacer el pedido del supermercado, pagar las facturas y ponernos en contacto con un comerciante de Hong Kong o un guía alpino del Mont Blanc. Olvídense de los buenos modales que nos enseñaron antes del advenimiento de la era cibernética. Han desaparecido.

Sin embargo, e incluso en el caso de que las formas tradicionales de civismo se hayan evaporado, aún tenemos que saludarnos, animarnos, entretenernos y aprender los unos de los otros. Es posible que los avances tecnológicos permitan que nos abracemos a través del ordenador en el próximo siglo (¿cómo será un abrazo computerizado? ¿Como el beso de un robot?). Pero, mientras tanto, conviene que establezcamos una serie de normas para que la funcionalidad de la era electrónica sea más eficaz, previsible, considerada y agradable.

1. No me envíen mensajes con exigencias maleducadas. No soporto que me griten: "Debo tener una respuesta mañana a las dos de la tarde. Repito: mañana a las dos de la tarde". La gente no sabe lo que ocurre con la vida de los demás, e incluso si lo sabe, es recomendable que se evite el lenguaje amenazador.

2. No hagan perder el tiempo a los demás con los últimos chistes enviados a cientos de direcciones de correo electrónico, la mía incluida. No tengo tiempo para los chistes y no me impresiona que el remitente conozca a doscientas personas. De hecho, he empezado a contemplar los nombres de los otros destinatarios con desconfianza: ¿tienen tan poco trabajo que pueden pasarse el día leyendo chistes o soy la única persona que trabaja bajo una presión inhumana?

3. No me obliguen a visitar su página web. Pídanmelo con cortesía y es posible que lo haga. Lo que es más importante: no pidan a los demás que les den una opinión sobre su página. No tienen tiempo para escribir una respuesta madurada y, además, es posible que no les agrade su opinión.

4. Cuando reciban una nota cortés, no respondan con el silencio. Siempre se puede contestar de forma breve en un momento, con algo parecido a: "Gracias por la importante información sobre la compañía petrolera. Necesitaba saberlo. Un abrazo, John". Me resulta desalentador no saber si se ha recibido o no mi mensaje.

5. Sean cuidadosos con la gramática, la puntuación y la estructura de las frases. Si envían mensajes mal redactados sólo conseguirán crearse una mala imagen ante los demás.

6. Destierren el vocabulario malsonante de los mensajes propios, de los compañeros de trabajo y de los hijos.

7. No envíen mensajes que incluyan comentarios insultantes sobre otras personas. No propaguen rumores por la red. Lo que se escribe en el ciberespacio se puede propagar entre millones de personas en una décima segundo aunque el destinatario original fuera sólo uno.

8. Envíen mensajes de felicitación a los que se lo merecen, mensajes de consolación a los que tienen una racha de mala suerte y mensajes de ánimo a los que necesitan una palmadita en la espalda. Además, se pueden escribir cartas largas y profundas de vez en cuando.

9. Especifiquen el asunto del mensaje en la parte superior, inícienlo con un saludo y terminen con una frase de cortesía. Conviene que también añadan un toque personal, por ejemplo: "Me alegró verte ayer en el palacio de congresos" o "Espero que tu marido se haya recuperado de su catarro".

Desde mi punto de vista, la mayor ventaja del ciberespacio es la velocidad. Pero al margen de la eficacia del sistema, unas cuantas palabras amables pueden cambiar toda la naturaleza de las comunicaciones. Los buenos modales suponen un toque de calidez en el frío y nuevo mundo de la tecnología.

Letitia Baldrige es autora del libro The New Complete Guide to Executive Manners.

Copyright The New York Times Op-Ed.