Domingo, 3 de octubre de 1999


ENTREVISTA | BILL GATES
El maestro y el ordenador

Tras un año de espera, de faxes y correos electrónicos, Bill Gates nos recibe en Redmond, cerca de Seattle, en el Estado de Washington, corazón del imperio Microsoft. El gurú de la informática predice para el 2000 enormes avances.

TEXTO VIRGINIE LUC
FOTO: GÉRARD RANCINAN


A su juicio, ¿el ordenador es el invento más importante del siglo XX?
Si miramos hacia el futuro, el ordenador es, en cualquier caso, el utensilio de la comunicación que más profundamente cambiará nuestra forma de vida. Es evidente que este cambio ha comenzado ya, pero su impacto sobre el siglo que viene será, sin ningún tipo de duda, extraordinario.

¿En qué medida afectará este cambio a nuestra vida?
Ante todo, en el trabajo. Es una revolución que ya está en marcha. Hoy, si es usted un consumidor descontento, tardará varios días para poder hablar con la persona adecuada y otros tantos días para que le responda a su problema concreto. En una empresa, si tiene que fabricar un producto especial para un cliente, tardará un tiempo considerable. Se trata, siempre, de un problema de comunicación. Todo eso cambiará gracias al ordenador.

¿En que nos afectará la mejora de las comunicaciones que aporta un ordenador?
La información permitirá al hombre de negocios reaccionar mucho más rápidamente. Y hoy en día, ante la constante evolución del mercado, el éxito o el fracaso de una operación depende en gran parte de la rapidez de reacción del empresario. Al mismo tiempo, la calidad de los productos y la calidad de los servicios que espera el cliente aumentarán considerablemente. Los clientes conseguirán e invertirán mucho más, porque se producirá realmente un intercambio rápido y eficaz.

¿Y qué va a pasar en la vida privada?
A escala de lo cotidiano, las grandes metamorfosis todavía no se han producido, aunque, ya ahora, cuando entramos en una casa, la tecnología aporta a cada cual una forma de aprender y de divertirse que no tiene nada que ver con lo que había hace unos años. Si miramos hacia atrás, nos damos cuenta de que nuestra forma de vida era muy diferente antes de los libros, del teléfono, de la televisión o de la radio.

Hoy, la informática y los medios de comunicación que de ella se derivan (correo electrónico, Internet...) cambian la forma que la gente tiene de pasar el tiempo. Una de las consecuencias más importantes es la abolición de las fronteras. Por ejemplo, cualquier persona puede formar parte de las grandes comunidades y no sólo de las comunidades en las que uno vive y trabaja. Si alguien tiene interés por la política, es muy fácil formar un grupo y compartir las ideas propias con los demás, aunque las personas con las que comparta vivan en diferentes lugares del mundo.

Si uno se cambia de país y quiere permanecer en contacto con su antigua cultura, puede acceder fácilmente a las emisiones de radio, a los periódicos de su región de origen y mantener el contacto con sus parientes... Puede enviar fotos a sus familiares, hablarles o jugar al ajedrez con ellos. Por ejemplo, yo juego al bridge con amigos que están diseminados por todo el territorio americano. Gracias al ordenador, nuestros actos cotidianos van a cambiar en profundidad: la forma de hacer las compras, de aprender, de divertirse, de trabajar... A mi juicio, el desarrollo de las tecnologías informáticas favorece una existencia más democrática, más abierta y más enriquecedora.

A fuerza de utilizar el ordenador, ¿no se corre el riesgo de que la máquina cambie totalmente nuestra vida hasta el punto de cambiarnos a nosotros mismos?
No. Las tecnologías informáticas siguen siendo un utensilio. La gente se sirve de ellas para hacer lo que quiere, cuando y como quiere. Por ejemplo, para permanecer en contacto con los amigos, encontrar destinos interesantes para viajar, hacer compras, descubrir cosas nuevas o instruirse. Cada estudiante conectado tiene el mundo del conocimiento en la punta de los dedos, con sólo apretar unas cuantas teclas. Los estudiantes pueden trabajar y divertirse juntos. Si se tiene un amigo enfermo, existe la posibilidad de encontrar en Internet las últimas investigaciones, los mejores productos y los mejores remedios. Pero los actos que cada cual realiza siguen siendo los mismos. La naturaleza del hombre no cambiará por culpa de la informática. En realidad, lo único que hacemos es aprovechar este utensilio en nuestro beneficio, como ya lo hicimos antes con la industrialización, con el teléfono o con la televisión. No hay que tener miedo a la tecnología informática.

¿La utilización de las tecnologías informáticas permite siempre ganarle tiempo al tiempo?
Permite, desde luego, ganar mucho tiempo, como en su momento lo permitió el teléfono. Sin embargo, también es cierto que si no se utilizan estos medios con inteligencia, pueden volverse en nuestra contra y, en vez de hacernos ganar tiempo, pueden llegar a perjudicarnos. Pero se trata siempre de un problema de utilización, vinculado al usuario de las nuevas tecnologías. La causa de la pérdida de tiempo no reside en la técnica, sino en la persona que la utiliza. En términos generales, el equilibrio de los beneficios es indiscutible.

¿La omnipresencia de la informática no puede provocar una intromisión excesiva en nuestra vida privada?
El perfil de la gente, sus datos personales y profesionales están, desde hace tiempo, integrados en los ordenadores de los gobiernos y de las empresas, especialmente a través de los números de teléfono o de los números de las tarjetas de crédito. Esto no es nada nuevo. La única novedad consiste en que la gente comienza a darse cuenta de ello. Habrá que dictar leyes para definir quién puede tener acceso a tales o cuales informaciones y cómo se pueden utilizar esos datos. Así que, una vez más, se trata de un problema de utilización. Es una cuestión política. Si los hombres son inteligentes, deben entrar de lleno en el problema y dictar leyes para evitar cualquier atentado contra la vida privada.

¿La utilización abusiva del ordenador puede distanciarnos del mundo real?
Eso es lo mismo que se decía cuando apareció el libro: vamos a leer en vez de hacer. Por ejemplo, descubrir la escalada por medio de los libros, sin practicarla realmente. Pienso que, al final, los libros han tenido un impacto positivo y que nadie puede contradecirme en esto. Los libros nos han ofrecido el conocimiento y el aprendizaje. El hecho de poder aprender cosas que no tendremos la suerte de poder hacer nosotros mismos.

¿Esta evolución es igual de válida para el ordenador?
Estoy convencido de ello. Pero, esta máquina también nos ofrece la posibilidad de comunicar. Además, las nuevas tecnologías no nos impiden seguir comunicándonos cara a cara. Personalmente, utilizo el ordenador para ganar tiempo y poder pasarlo con mis hijos. Ya no voy al despacho los fines de semana, porque tengo un ordenador en mi casa. Y mientras mis hijos duermen la siesta, yo trabajo un poco. Cuando se despiertan, me pongo a jugar con ellos. Y todo gracias al ordenador. Hay que saber utilizar la tecnología cuando es útil. Y en ningún caso debe reemplazar a las experiencias reales.

¿Cree usted que, en el siglo XXI, viviremos, gracias al ordenador, en un mundo liberado del tiempo y del espacio, en una especie de mezcla entre el mundo real y el mundo virtual?
Hace ya mucho tiempo que no vivimos sólo en un mundo real o físico. Pasamos mucho tiempo al teléfono o ante la televisión. Todo el mundo vive en un mundo virtual: el de las imágenes televisivas o cinematográficas. La tecnología informática aporta nuevas formas de experiencia y de diversión que implican mucho más al espectador, que le hacen participar mucho más activamente que en las formas de vida clásicas. Yo creo que todos los utensilios que tenemos ya a nuestro alcance no sólo no crearán un mundo virtual, sino que, por el contrario, nos ayudarán a enfrentarnos al mundo real.

¿Cree que en el siglo XXI se producirá una aceleración tecnológica?
Evidentemente. En cada ámbito tecnológico se van a producir enormes cambios. Se conseguirá, entre otras cosas, una calidad cada vez mejor en la imagen, pantallas planas, ordenadores que comprenderán las palabras habladas y nos responderán correctamente o que podrán ver quién entra en casa (por ejemplo, para vigilar a su niñera a distancia). Delante de nosotros se abre un mundo de información infinito. Y con un acceso muy fácil y un impacto único. Creo que es un cambio mucho mayor que cualquier otro que haya podido conocer la humanidad.

¿Se puede temer que la tecnología vaya más lejos que el hombre y controle a la humanidad?
No. La tecnología es sólo un utensilio. ¿Es que el coche nos controla? La tecnología puede modificar el mundo, pero sólo el hombre es el responsable del momento y de la dirección de dicho cambio. Está claro que es el hombre el que decide. Si no utilizamos los avances tecnológicos en una dirección positiva, será por culpa del hombre, no de la máquina.

Usted ha escrito que “los años 2000 serán años de velocidad”. ¿Al decir eso, estaba pensado, además del ámbito laboral, en la vida cotidiana de los seres humanos?
Sí y no. El trabajo será más rápido, pero no la forma de vivir. Ciertamente habrá más información. Será más fácil elegir diferentes productos, diferentes viajes, etc... Pero la vida, espero que no sea más rápida. ¿Es que puede ser más rápida todavía? La ganancia de tiempo generada por la informática debe permitirnos, por el contrario, acceder a otras actividades. En la evolución de la humanidad, el tiempo de ocio estaba, hasta ahora, reservado a la gente pudiente. Ahora, se puede ganar tiempo en el trabajo y en cualquier otra actividad obligatoria, con el fin de utilizar esta ganancia de tiempo reflexionando o haciendo lo que cada uno quiera.

¿Se puede decir que ha cambiado usted el mundo?
No, eso es demasiado fuerte. Pertenezco a una industria que está construyendo los utensilios más extraordinarios que la humanidad haya conocido jamás. Y estos utensilios multiplican las opciones y las posibilidades de actuación, y nos permiten cambiar múltiples aspectos de nuestra vida. Siempre en sentido positivo, o eso al menos es lo que espero.

¿Usted se considera como un Señor del tiempo?
Es un título demasiado pretencioso. Por lo tanto, diría que no. Lo que sí está claro es que mi actividad cambiará y ayudará realmente a la gente a reflexionar sobre el tiempo y sobre la forma de utilizarlo. Formamos parte de la gran revolución. Y es muy excitante participar en ella.

[Publicado originalmente en el suplemento Magazine, Segunda época, núm. 1, 3 de octubre de 1999]