El certamen artístico Vida 3.0 presentó ayer
a los ganadores de esta segunda edición del concurso de proyectos
de Vida Artificial
JAVIER
CANDEIRA | MADRID
Especial para EL MUNDO
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Ken
Rinaldo, Autopoiesis
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Un bosque invertido de arbustos biomecánicos que
responde a la presencia de visitantes; una máquina al estilo "Profesor
Franz de Copenhague" que convierte la basura en imágenes de vídeo
mediante un complejo sistema de realimentación; una cabeza animatrónica
que conversa con su público de la misma manera en que lo haría
un esquizofrénico. Son los tres proyectos ganadores que Nell Tenhaaf,
presidenta del jurado de Vida
3.0, anunció ayer en la sede de la Fundación Arte y Tecnología,
organizadora del concurso.
La de este año, pese a su nombre, es la segunda
edición de este certamen artístico con la Vida Artificial como
medio. El primer premio, dotado con 5.000 dólares (casi un millón
de pesetas), fue para 'Autopoiesis',
del norteamericano Ken Rinaldo. Su obra es una escultura 'viva'
consciente de su entorno en cuya anatomía conviven sofisticados
sistemas electrónicos de detección de movimiento y un esqueleto
hecho de vides secas.
Cada uno de los 15 elementos de este 'bosque colgante'
es autónomo, pero reacciona frente a los demás 'arbustos' de una
manera armónica. Cuando un visitante se introduce en el espacio
de la obra, los elementos independientes se mueven en concierto,
como si formaran parte de un solo organismo.
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The
Appearance Machine
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Los 3.500 dólares (680.000 pesetas) del segundo
premio fueron a parar a 'The
Appearance Machine', obra del equipo canadiense/estadounidense
formado por Willy Le Maitre y Eric Rosenveig. Las imágenes generadas
por esta obra son irregulares, caóticas. 'The Appearance Machine'
es al caleidoscopio lo que la teoría del caos es a la regularidad
de los mosaicos de la Alhambra. El complejo mecanismo por el cual
la máquina tritura desperdicios, los graba en vídeo, los convierte
en sonidos e imágenes y edita las imágenes resultantes hace constante
uso de la realimentación, y es una instalación artística por derecho
propio.
Una cabeza parlante llamada simplemente 'Head',
obra del artista neoyorkino Ken Feingold, se hizo acreedora del
tercer premio y los 1.500 dólares (casi 300.000 pesetas) correspondientes.
Este trabajo es una reflexión sobre lo frágil
que es la comunicación. La cabeza animatrónica entiende mal lo
que le dicen, y responde tan arbitrariamente que una psicoanalista
profesional (la suegra del artista, para más señas) ha llegado
a diagnosticarla como "completamente esquizofrénica".
Dos de las obras premiadas, 'The Appearance Machine'
y 'Autopoiesis', fueron también seleccionadas como las más valiosas
en la votación realizada entre el público asistente.
¿Es ciencia, tecnología, filosofía o arte?
Los miembros del jurado se turnaron en la presentación de
las piezas ganadoras y de las menciones especiales, aprovechando
sus intervenciones para reflexionar en voz alta sobre la naturaleza
de la Vida Artificial como forma artística.
Para Joe Faith, el más 'científico' de los seis
jurados, la disciplina científica de la Vida Artificial consiste
en: observar a la Naturaleza y crear nuevas cosas que se parezcan
lo más posible a la definición de "Vida" obtenida en el primer
paso. Por esa razón la Vida Artificial es un medio tecnológicamente
fecundo para el arte, pues el arte surge de la observación, la
reflexión y la posterior creación.
La neozelandesa afincada en Paris Sally Jean Norman
ilustró su contribución con una cita de Aristóteles: un pez no
puede ver el medio en el que está a no ser que se le saque de
él. Según Norman, la Vida Artificial nos permite salir de nuestra
propia burbuja-pecera, y observar la vida desde fuera, aprendiendo
en el proceso de intentar recrearla.
Machiko Kusahara fue la encargada de presentar
la única obra española que recibió mención, 'El
ball del fanalet', de los hermanos Roc y Narcís Parés, en
colaboración con Perry Hoberman. En esta obra, basada en la tradicional
costumbre catalana de bailar con una lamparilla (fanalet) encendida,
los espectadores participan en la interacción con unos animalejos
virtuales, bailando con ellos con la ayuda de una lamparilla cibernética.
El artista español Daniel Canogar, encargado de
presentar dos de las obras ganadoras, comentó que a la hora de
juzgar una obra muchas veces la primera pregunta que se hacían
es: "¿Es realmente Vida Artificial? ¿Tiene un algoritmo?". Más
adelante, esa pregunta se convertía en: "¿Está vivo? ¿Está realmente
fuera de control?" en una clara alusión al trabajo del investigador
en robótica Rodney
Brooks, quien popularizó el lema "rápidos, baratos y fuera
de control" para referirse a los robots autónomos que, en su opinión,
deberían mandarse a la exploración planetaria.
Apoyo económico a los artistas
El director de Vida 3.0 es el también artista Rafael
Lozano-Hemmer, quien durante la ceremonia de presentación
de los premios comentó al público: "La idea de este concurso es
apoyar económicamente a los artistas que trabajan en este campo,
especialmente a aquellos que no tienen detrás un apoyo institucional
o comercial."
Uno de los proyectos más impresionantes presentados
este año ha sido Golem,
un proyecto científico de la Universidad de Brandeis que genera
robots diseñados mediante algoritmos genéticos y construidos por
una "impresora" 3D controlada por el ordenador, sin apenas intervención
humana.
"Hemos querido darle una mención especial por
la impresión que nos ha causado, pero las bases del concurso especifican
que ha de ser un proyecto artístico, y darle un premio en metálico
a gente que tiene tanta financiación como científicos supondría
negar ese apoyo a artistas que están trabajando en precario".-
comentó Lozano-Hemmer. "En la próxima edición estamos contemplando
abrir otra categoría para proyectos no realizados, para poder
premiarlos con una ayuda económica a su producción. Probablemente
sería una categoría restringida a España o Latinoamérica."
Según Lozano-Hemmer, el mayor obstáculo que encuentra
el arte electrónico en nuestro país es la falta de recursos a
la hora de producir la obra. "Ideas sobran", dice Lozano-Hemmer,
"lo que hace falta es pasta. Y eso queremos ser nosotros. Pasta
para artistas"
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