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ARTE ELECTRONICO
El arte "fuera de control"
Martes, 17 de octubre de 2000

El certamen artístico Vida 3.0 presentó ayer a los ganadores de esta segunda edición del concurso de proyectos de Vida Artificial

JAVIER CANDEIRA | MADRID
Especial para EL MUNDO

Ken Rinaldo, Autopoiesis

Un bosque invertido de arbustos biomecánicos que responde a la presencia de visitantes; una máquina al estilo "Profesor Franz de Copenhague" que convierte la basura en imágenes de vídeo mediante un complejo sistema de realimentación; una cabeza animatrónica que conversa con su público de la misma manera en que lo haría un esquizofrénico. Son los tres proyectos ganadores que Nell Tenhaaf, presidenta del jurado de Vida 3.0, anunció ayer en la sede de la Fundación Arte y Tecnología, organizadora del concurso.

La de este año, pese a su nombre, es la segunda edición de este certamen artístico con la Vida Artificial como medio. El primer premio, dotado con 5.000 dólares (casi un millón de pesetas), fue para 'Autopoiesis', del norteamericano Ken Rinaldo. Su obra es una escultura 'viva' consciente de su entorno en cuya anatomía conviven sofisticados sistemas electrónicos de detección de movimiento y un esqueleto hecho de vides secas.

Cada uno de los 15 elementos de este 'bosque colgante' es autónomo, pero reacciona frente a los demás 'arbustos' de una manera armónica. Cuando un visitante se introduce en el espacio de la obra, los elementos independientes se mueven en concierto, como si formaran parte de un solo organismo.

The Appearance Machine

Los 3.500 dólares (680.000 pesetas) del segundo premio fueron a parar a 'The Appearance Machine', obra del equipo canadiense/estadounidense formado por Willy Le Maitre y Eric Rosenveig. Las imágenes generadas por esta obra son irregulares, caóticas. 'The Appearance Machine' es al caleidoscopio lo que la teoría del caos es a la regularidad de los mosaicos de la Alhambra. El complejo mecanismo por el cual la máquina tritura desperdicios, los graba en vídeo, los convierte en sonidos e imágenes y edita las imágenes resultantes hace constante uso de la realimentación, y es una instalación artística por derecho propio.

Una cabeza parlante llamada simplemente 'Head', obra del artista neoyorkino Ken Feingold, se hizo acreedora del tercer premio y los 1.500 dólares (casi 300.000 pesetas) correspondientes.

Este trabajo es una reflexión sobre lo frágil que es la comunicación. La cabeza animatrónica entiende mal lo que le dicen, y responde tan arbitrariamente que una psicoanalista profesional (la suegra del artista, para más señas) ha llegado a diagnosticarla como "completamente esquizofrénica".

Dos de las obras premiadas, 'The Appearance Machine' y 'Autopoiesis', fueron también seleccionadas como las más valiosas en la votación realizada entre el público asistente.

¿Es ciencia, tecnología, filosofía o arte?
Los miembros del jurado se turnaron en la presentación de las piezas ganadoras y de las menciones especiales, aprovechando sus intervenciones para reflexionar en voz alta sobre la naturaleza de la Vida Artificial como forma artística.

Para Joe Faith, el más 'científico' de los seis jurados, la disciplina científica de la Vida Artificial consiste en: observar a la Naturaleza y crear nuevas cosas que se parezcan lo más posible a la definición de "Vida" obtenida en el primer paso. Por esa razón la Vida Artificial es un medio tecnológicamente fecundo para el arte, pues el arte surge de la observación, la reflexión y la posterior creación.

La neozelandesa afincada en Paris Sally Jean Norman ilustró su contribución con una cita de Aristóteles: un pez no puede ver el medio en el que está a no ser que se le saque de él. Según Norman, la Vida Artificial nos permite salir de nuestra propia burbuja-pecera, y observar la vida desde fuera, aprendiendo en el proceso de intentar recrearla.

Machiko Kusahara fue la encargada de presentar la única obra española que recibió mención, 'El ball del fanalet', de los hermanos Roc y Narcís Parés, en colaboración con Perry Hoberman. En esta obra, basada en la tradicional costumbre catalana de bailar con una lamparilla (fanalet) encendida, los espectadores participan en la interacción con unos animalejos virtuales, bailando con ellos con la ayuda de una lamparilla cibernética.

El artista español Daniel Canogar, encargado de presentar dos de las obras ganadoras, comentó que a la hora de juzgar una obra muchas veces la primera pregunta que se hacían es: "¿Es realmente Vida Artificial? ¿Tiene un algoritmo?". Más adelante, esa pregunta se convertía en: "¿Está vivo? ¿Está realmente fuera de control?" en una clara alusión al trabajo del investigador en robótica Rodney Brooks, quien popularizó el lema "rápidos, baratos y fuera de control" para referirse a los robots autónomos que, en su opinión, deberían mandarse a la exploración planetaria.

Apoyo económico a los artistas
El director de Vida 3.0 es el también artista Rafael Lozano-Hemmer, quien durante la ceremonia de presentación de los premios comentó al público: "La idea de este concurso es apoyar económicamente a los artistas que trabajan en este campo, especialmente a aquellos que no tienen detrás un apoyo institucional o comercial."

Uno de los proyectos más impresionantes presentados este año ha sido Golem, un proyecto científico de la Universidad de Brandeis que genera robots diseñados mediante algoritmos genéticos y construidos por una "impresora" 3D controlada por el ordenador, sin apenas intervención humana.

"Hemos querido darle una mención especial por la impresión que nos ha causado, pero las bases del concurso especifican que ha de ser un proyecto artístico, y darle un premio en metálico a gente que tiene tanta financiación como científicos supondría negar ese apoyo a artistas que están trabajando en precario".- comentó Lozano-Hemmer. "En la próxima edición estamos contemplando abrir otra categoría para proyectos no realizados, para poder premiarlos con una ayuda económica a su producción. Probablemente sería una categoría restringida a España o Latinoamérica."

Según Lozano-Hemmer, el mayor obstáculo que encuentra el arte electrónico en nuestro país es la falta de recursos a la hora de producir la obra. "Ideas sobran", dice Lozano-Hemmer, "lo que hace falta es pasta. Y eso queremos ser nosotros. Pasta para artistas"


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