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ARTE
®Tmark: Guerrillas en la Red
Sábado, 28 de octubre de 2000
Ray Thomas y Frank Guerrero durante su visita a Barcelona.

El grupo de "artivistas" más polémico de Internet nos habla de su lucha contra los grandes poderes políticos y económicos

JOSE LUIS DE VICENTE | BARCELONA
Especial para EL MUNDO

Han venido a impartir técnicas de combate para enfrentarse al poder. Eso sí, son completamente contrarios a cualquier forma de violencia: el HTML, el e-mail y una punzante ironía son las únicas armas que emplean para ridiculizar en público a políticos y macrocorporaciones. â TMark se han hecho famosos por falsificar páginas web oficiales y organizar espectaculares acciones mediáticas contra los intereses comerciales que intentan controlar Internet. Aprovechando su presencia en nuestro país para participar en el taller "la acción directa como una de las bellas artes", organizado por el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, el DIARIO DEL NAVEGANTE habló con dos de sus miembros sobre sus controvertidos procedimientos y su posición actual dentro de la escena internacional del net.art.

Es probable que quien conozca la reputación del colectivo "artivista" â TMark piense que sus miembros deben ser concienciados militantes, muy oscuros y serios. Nada más lejos de la realidad; Ray Thomas y Frank Guerrero no paran de hacer bromas ni de reírse ruidosamente, y tienen aspecto de niños traviesos. La organización a la que representan actúa desde mediados de los 90 como centro neurálgico desde el que se coordinan los actos de protesta más imaginativos organizados en la Red. Cualquiera que tenga una reivindicación concreta y se le ocurra una manera de ejecutarla lo suficientemente llamativa puede enviar la idea a su página web. Ellos se encargan entonces de buscar financiación para el proyecto y voluntarios que lo lleven a cabo. Posteriormente, su departamento de prensa se ocupará de que sus acciones tengan la mayor repercusión posible. Funcionan, literalmente, como una multinacional de los actos de protesta.

Uno de los carteles de RTMark

Thomas y Guerrero, ambos profesores en Escuelas de Arte, han venido a Barcelona a hablar del "tactical embarrasement" (avergonzamiento táctico), el término con el que definen el conjunto de técnicas que emplean para dejar en evidencia ante los medios de comunicación a políticos como George Bush o instituciones como la OMC, ambos recientes blancos de sus burlas. Antes de participar en los talleres del MACBA tuvieron un primer encuentro con los ciberactivistas españoles en el Hackmeeting 2000, el encuentro de hackers celebrado la semana pasada en la ciudad condal. La casa ocupada de Les Naus fue el marco de esta conversación sobre arte, compromiso social e inversiones de alto riesgo.

DN: En términos legales, os habéis constituido como una corporación. ¿Qué os ha impulsado a convertiros en esta figura que tanto odiáis?

â TMark: Una de las razones por las que legalmente somos una corporación es para poder aprovecharnos de sus derechos y sus poderes, como la "responsabilidad limitada", que básicamente viene a significar que si algunas de nuestras terribles acciones de sabotaje tiene consecuencias horrorosas, a nosotros no nos ocurrirá nada; le ocurrirá a â Tmark. â TMark puede declararse en bancarrota, o pueden obligarla a disolverse, pero nosotros y nuestros inversores quedaremos libres de toda responsabilidad.

Desgraciadamente, para una compañía tan pequeña como la nuestra esta táctica no funciona demasiado bien. Sin embargo, para las grandes corporaciones funciona genial. Multinacionales como Exxon Mobil pueden hacer literalmente lo que quieran y jamás les ocurre nada porque nunca hay nadie a quien responsabilizar de sus actuaciones. Por eso, en realidad la principal razón por la que nos hemos convertido en una corporación es para denunciar que muchas compañías se están comportando así, y para protestar por la manera en que el sistema legal beneficia a las multinacionales.

Finalmente, somos una corporación porque nos sirven sus métodos. Los activistas tienen motivaciones más complejas que las corporaciones, cuyo único fin es ganar dinero. Para ellas es todo mucho más simple. Igualmente, a nosotros no nos importan los medios que sean necesarios emplear para obtener nuestros fines. Igual que las corporaciones, a las que no les importa a quien tengan que matar, si al final del camino hay un posible beneficio. Tampoco les importa si lo que cuentan a la sociedad no es exactamente la verdad. Pero nosotros no queremos matar a nadie; éste es uno de los principios que nos diferencian de las grandes corporaciones.

DN: Dado que el objetivo de la multinacional â TMark no es ganar dinero, ¿de qué manera medís si la empresa va bien o mal, y cómo mantenéis contentos a vuestros accionistas?

â Tmark: La atención de los medios es el principal factor que empleamos para evaluar el éxito de nuestros proyectos, pero hay otros. A veces, un proyecto puede tener mucho éxito aunque llegue a poca gente, si posee una cierta resonancia poética. El aspecto poético es muy importante ya que produce dividendos culturales.

A nosotros, como individuos, nos pueden interesar más unos proyectos que otros, pero a la maquinaria corporativa de â Tmark, que como la de todas las corporaciones es voraz, sólo le importa una cosa: la prensa. La cuota de mercado mediático, la cuota de "espacio mental" en la cabeza de la gente. Para nosotros "más" es siempre "mejor", porque queremos movilizar a la gente. Igual que a un inversor sólo le importa el beneficio económico que produce su cartera de inversiones, a nosotros sólo nos interesa el beneficio cultural.

Una de las cosas interesantes de â Tmark es que, en la era en que todo el mundo quiere hacerse rico con una "punto com", nuestra corporación está diseñada para perder dinero. Ya que somos una anti-corporación, nuestro objetivo es perder dinero. Y hasta ahora, nos está saliendo muy bien... Todos los que invierten en â Tmark saben que van a perder todo su dinero, pero a cambio obtendrán una cierta cantidad de "dividendos" culturales. Obtendrán una historia en los medios de comunicación sobre un proyecto que para ellos es importante, sobre algo que refleja sus creencias o su punto de vista. Eso es lo que vende la corporación â Tmark.

DN: Siempre os ha gustado el anonimato. Nadie sabe exactamente cuántos sois, ni quién se esconde tras vuestras acciones. No habéis renunciado a él ni siquiera tras convertiros en estrellas del arte.

â TMark: Empleamos el anonimato como una medida de protección para nuestros inversores y empleados, a los que, al ser una compañía pequeña, no les podemos ofrecer el velo corporativo del que disponen las grandes multinacionales. Pero también por razones estéticas: Como corporación somos una marca, como Coca Cola o Pepsi. Esta bien que â Tmark. sea un nombre comercial tras el que esconderse; no nos interesa que el grupo se preste al egocentrismo o al ensalzamiento personal. Las grandes corporaciones no quieren que su presidente sea muy conocido, porque si cae en desgracia, les perjudicaría. ¿Quién es el presidente de Coca Cola?

DN: En la industria informática no es así. Los 90 han sido los años del estrellato de los CEOs. Bill Gates, Larry Ellison...

â TMark: Es cierto, pero es una fama que se han buscado ellos mismos, no que hayan promovido sus compañías.

DN: Algunos grupos de la izquierda americana os acusan de ser sólo unos gamberros...

â TMark: Es cierto, nos han criticado por no ser lo suficientemente "serios". A veces la gente interpreta nuestro sentido del humor como falta de una verdadera creencia en nuestras posturas políticas, pero nosotros creemos que el humor nos permite obtener una cierta ventaja táctica. A la larga resulta una estrategia más persuasiva a la hora de obtener resultados. Y más divertida.

DN: Parece que el humor y la ironía es una constante en el net.art. No hay muchos net.artistas trascendentales y dramáticos.

â Tmark: El medio es inherentemente cercano a la ironía quizás porque en Estados Unidos trabajamos dentro de un espectro político muy polarizado. Si utilizas un discurso que sea parte, digamos, de la izquierda tradicional, es muy difícil convencer a alguien que no tenga ya tus ideas. Casi se sienten insultados. Pero si en vez de eso utilizas el humor, puedes desarmar sus prejuicios. En los Estados Unidos, la actitud de la mayoría de la gente es "Olvídalo, no voy a escuchar ningún argumento referido a ninguna idea que esté más allá de un cierto punto en mi espectro político". Pero si va escondido en un chiste, parece que es más fácil que estén dispuestos a discutir.

Pero no criticamos a los grupos de izquierda que emplean otras formas de acción directa, porque son totalmente necesarias. Nosotros somos muy pocos, por lo que no podemos realizar una gran protesta contra la OMC en Seattle o en Praga... Pero lo que sí podemos hacer desde nuestro pequeño grupo es generar interés por estos asuntos. No queremos emplear la tragedia ni la violencia, que es una de las maneras de conseguir aparecer en los medios, poniendo bombas y cosas así. Por eso usamos el humor, que es la otra única forma de atraer la atención de la prensa.

DN: Las instituciones artísticas cada vez se interesan más por la obra de â Tmark. Tras ser seleccionados para tomar parte en la prestigiosa Bienal del Whitney de este año, habéis venido a Barcelona a participar en un taller organizado por el MACBA, una institución oficial. ¿De qué manera podéis reconciliar esto con vuestra actitud iconoclasta?

â Tmark: Estamos dispuestos a aprovechar todo lo que nos sirva para obtener nuestras metas, que no son otras que despojar a las grandes multinacionales de los amplios derechos de que disfrutan en el sistema jurídico. Estos museos nos permiten operar dentro de un terreno como el del mercado del arte internacional, lo cual nos interesa. En el caso de los talleres del MACBA, no lo estamos haciendo por el museo, sino por tener la oportunidad de trabajar con grupos locales y conseguir así promover algún tipo de cambio.

El mundo del arte se interesa por nosotros porque empleamos algunas de sus técnicas. Pero al final, esto no es lo que más nos interesa, ni como activistas ni como artistas. A los artistas no les deberían preocupar los museos, no deberían intentar exponer en galerías. Esas cosas deberían pasar por accidente. Las galerías no deberían ser perseguidas por los artistas, sino utilizadas. Cuando nos invitaron a la Bienal del Whitney, nuestra respuesta fue vender nuestras invitaciones para la recepción de gala, y cederle nuestro espacio en su web a todo el que quisiera enviarnos su URL. Lo que queríamos decir con esto era: aprovechaos de las instituciones.

DN: En cualquier caso, tal como os han ido las cosas últimamente, parece inevitable que en 10 años alguno de los grandes museos de arte contemporáneo del mundo monte una retrospectiva sobre vuestra obra.

â Tmark: O eso, o cotizaremos en el NASDAQ.

 



 

 


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