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Todo lo que debes saber sobre el DVD
que nadie te ha contado
 

La desesperación es un sentimiento común entre los que se acaban de introducir en el fascinante mundo del DVD. Nos gastamos los ahorros en el reproductor de discos, el sistema de sonido envolvente, la televisión panorámica, y todo lo que necesitamos para convertir nuestro salón en un cine en casa. Pero no es suficiente. Ahora resulta que los videodiscos que compramos están llenos de esotéricos términos impronunciables que necesitamos comprender para saber si le estamos sacando partido a nuestro flamante equipo o no. Para que no cunda el pánico, queremos explicarte todo lo que debes saber para que la tecnología audiovisual del futuro no acabe con tus nervios. Para empezar, un paseo por la fascinante jungla de los formatos de imagen y sonido que se usan en los DVD.

IMAGEN

Blade Runner, en formato 4:3

4:3 - Este es el formato que emplean los televisores tradicionales. La proporción de la imagen es de cuatro centímetros de ancho por cada tres centímetros de altura. Estamos acostumbrado a verlo en series y programas de TV, pero en el mundo del cine ha caído en desuso desde que se impuso el Cinemascope en los años 50.
Si un DVD viene en formato 4:3 existen varias posibilidades: se trata de una película antigua, anterior a la invención del Scope, o la imagen ha sido modificada para que ocupe toda la pantalla de un televisor “cuadrado”. En este caso, se ha realizado un proceso de Pan & Scan.
Si bien una parte del público en general parece preferirlo, entre los cinéfilos está considerado una aberración. Consiste en alterar la proporción de la imagen recortando sus extremos. Efectivamente, tras este proceso no hay bandas negras en la parte superior e inferior de la pantalla, pero nos están “robando” casi dos tercios de la película original. Se utiliza habitualmente en las cintas VHS para alquiler.

Blade Runner en formato panorámico.

16:9 - Es la proporción de imagen de los nuevos televisores panorámicos, en la que por cada dieciséis centímetros de anchura hay nueve de altura. Muchos creen, erróneamente, que las proporciones de un televisor panorámico se corresponden exactamente con la de la pantalla de los cines, por lo que no tendremos que “desperdiciar” un área de nuestra tele con bandas negras. Esto sólo ocurre en aquellos títulos que se han rodado en 1.85:1, uno de los formatos más habituales en la industria del cine moderno. Sin embargo, la mayoría de las superproducciones de Hollywood emplean la proporción 2.40:1, que al ser más alargada si requiere las famosas bandas negras, incluso en televisores 16:9.
En cualquier caso, con bandas o sin ellas, cualquier aficionado “serio” está de acuerdo en que poder ver nuestras películas favoritas en el formato en que se rodaron es imprescindible para disfrutar de la experiencia cinematográfica correctamente.
La presentación de una película en proporción 16:9 se puede realizar a través de varios sistemas, unos más satisfactorios que otros. En las películas editadas en Letterbox, la imagen conserva su formato original, con bandas negras en la parte superior e inferior, pero no ha sido preparada especialmente para ser vista en televisores panorámicos. Si tenemos una televisión de última generación, tendremos que ampliar la imagen con la función de “zoom” para que ocupe el total de la pantalla. Sin embargo, esto hará que perdamos algo de calidad, ya que no estamos adquiriendo más líneas de definición; sencillamente estamos aumentando el tamaño de las que tenemos.
El Letterbox está considerado en cierto sentido un mal menor. El procedimiento más satisfactorio y por el que suspiran los maniacos de los DVD es el llamado Widescreen Anamórfico o simplemente Widescreen. Las películas en este formato “detectan” automáticamente qué tipo de televisión tenemos (ya sea una tradicional o una 16:9) y se ajustan a sus proporciones sin que tengamos que ampliar la imagen artificialmente. Por medio de un proceso de compresión y descompresión de la imagen, toda la potencia de nuestra TV panorámica se emplea en la reproducción de la película. Si se trata de una producción rodada en 2.40:1, las bandas negras necesarias se generan electrónicamente, sin que se desperdicien líneas de definición.

SONIDO

Si al comprar una película en DVD hay que estar atento al formato de imagen que indica la caja para no llevarnos sorpresas, en el caso del sonido resulta aún más importante, ya que no sirve de nada habernos gastado un riñón en un sistema envolvente de última generación si los discos con los que alimentamos a nuestra máquina sólo llevan el sonido en estéreo “corriente y moliente”. Otro factor a tener en cuenta es si preferimos disfrutar de nuestras películas favoritas en versión original o doblada, ya que en demasiadas ocasiones ambas pistas de sonido aparecen en formatos distintos.

Si el tema de los formatos de imagen resulta algo confuso, en el caso del sonido es bastante peor ya que podemos encontrarnos hasta seis posibilidades distintas. Las más básicas (y decepcionantes) de todas son el simple Estéreo -dos canales, izquierda y derecha, empleado sobre todo en películas independientes y en las que no hay un gran alarde de efectos sonoros- e incluso el Mono, que a pesar de ser un formato arcaico es utilizado aún en los DVD de directores como Woody Allen.

Un escalón por encima encontramos dos formatos más sofisticados pero que no reproducen por completo la experiencia sonora de la sala de cine: Dolby Surround y Dolby Pro Logic. Con un amplificador Dolby Surround, gracias a un proceso electrónico los dos canales del estéreo se convierten mágicamente en cuatro: dos delanteros y dos traseros, aunque estos últimos sean el mismo multiplicado por dos. El Pro Logic emplea una técnica similar y con él empezamos a poder sentir la sensación del sonido envolvente, ya que tenemos un canal en el centro, dos a los lados y otros dos por detrás de nuestros oídos.

El sonido envolvente total, sin embargo, y el que le saca todo el jugo a las posibilidades tecnológicas del DVD es el Dolby Digital o Dolby 5.1. Casi todas las ediciones más cuidadas de películas en DVD emplean este sistema en el que tenemos tres canales de sonido frente a nosotros (izquierdo, central y derecho), dos por detrás de nuestras orejas, y un canal adicional para las frecuencias más graves, que requiere de un “sub-woofer” –un altavoz especial para bajos- que suele ir colocado debajo de la pantalla del televisor.

Muchos amantes del DVD afirman que un buen sistema de sonido casero y una película en 5.1 permiten apreciar el trabajo de los diseñadores de sonido mejor que en las salas de cine más sofisticadas. Lo cierto es que sólo quien haya experimentado la sensación de ver una película en este formato de audio puede entender por qué merece la pena invertir en un “home theater”. En películas como “Matrix”, por ejemplo, explosiones, disparos, ráfagas de música y toda clase de efectos de sonido nos envuelven hasta tal punto que es fácil olvidarse de que estamos en el salón de nuestra casa. Una evolución posterior del 5:1 llamada DTS (desarrollada originalmente por Spielberg para “Parque Jurásico”) ofrece un sonido aún más cristalino y mayor independencia entre los canales, pero cuidado: necesitamos que nuestro lector de DVD y el decodificador de nuestro sistema de audio estén preparados para reproducir este formato.

 


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