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C H A |
Dirigida por:
Courtney Solomon
Fecha de estreno en EEUU: Diciembre de 2000
Fecha de estreno en España: 6 de abril de 2001 |
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ALBERTO CAIRO
La primera película de Courtney Solomon es un puntal
más para el viejo dicho de que el amor es mal consejero
del arte. Aficionado al Dungeons&Dragons juego de rol
del que se ha servido para crear su película, Solomon
parece que ha querido meter en las dos horas escasas de metraje
todas las experiencias entre aventureras y alucinógenas
que el tal juego le proporcionó en la juventud. Sólo
así se explica la colección de despropósitos
en los que acaba por convertirse la historia, que ni siquiera
resulta beneficiada por unos efectos especiales en 3D deudores
de una estética retro -recuerdan las geniales creaciones
de Harrihausen- bastante acertada, que se aleja del fotorrealismo
para hacer evocar glorias pasadas del cine de aventuras más
espectacular.
¿Lo malo de la película? En primer lugar, el
guión, demasiado cercano a otros productos recientes
como La amenaza fantasma -esa princesa acosada por una malvada
asamblea de notables-, y que se limita a apilar una situación-límite
detrás de otra sin el menor sentido de la tensión.
Solomon parece pertenecer a esa escuela de cineastas jóvenes
empeñados en que la mejor manera de sorprender al espectador
es abrumándolo con combates, estruendos, gritos, saltos
y persecuciones.
Los perjudicados por una trama endeble, como de costumbre,
son los inexistentes personajes, encarnados por actores que
en ocasiones parecen recién salidos de funciones escolares.
Incluso Jeremy Irons (en el papel del hechicero Profion) está
horrible, sobreactuado y esperpéntico -lo único
bueno que tenía su papel en versión original
en inglés, su voz cavernosa y rugiente, se pierde en
el doblaje al castellano...-, por no hablar de ese secuaz
gruñón de labios azules y cráneo afeitado,
Damodar, que mueve más a la risa que al temor. O el
compadre del héroe, un personaje que parece un híbrido
entre Jar-Jar Binks y Eddie Murphy, aunando en su escuchimizado
cuerpo lo peor de ambos seres. O, por ponernos ya quisquillosos,
¿una elfa negra? Comprendo el ánimo políticamente
correcto de los productores, que se mueven, como todos sabemos,
por un afán de beneficio social encomiable, pero, ¿no
son los elfos criaturas vaporosas y blancas como sábanas,
desde su nacimiento en la mitología popular europea
hasta su plasmación literaria definitiva en la monumental
obra de Tolkien? En fin.
En su momento, esta película fue anunciada como un
aperitivo para el que será el primer gran estreno del
milenio, El señor de los anillos, dirigida por el impredecible
Peter Jackson. Mucho nos tememos que el futuro se presenta
poco esperanzador
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