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En este asunto, la postura de la SGAE es más que evidente:
si ya lograron hace diez años que las cintas vírgenes
de vídeo o de casette incluyeran un canon, ¿por
qué no hacerlo también con el formato de más
auge de los últimos años, el Cd-R? José
Neri, el director de la filial digital de la SGAE (denominada
SDAE) ya lo lleva advirtiendo desde hace tiempo: el mayor
peligro de los artistas está en la Red. Y la informática
también ayuda.
Tras la victoria de la SGAE contra Traxdata, la reacción
inmediata de Neri fue adelantar las siguientes acciones que
les gustaría hacer: después del canon a los
Cds vendrán los impuestos a los discos duros, los modems
de ADSL, los reproductores de MP·... cualquier cosa.
De momento, la SGAE ya ha decidido ampliar su demanda, y
ha anunciado que llevará a los tribunales al resto
de empresas que se dedican a la venta de CDs regrabables.
Según la institución, "la Ley de Propiedad
Intelectual, aprobada por unanimidad en el Parlamento español
en 1987 (y revisada, otra vez de forma unánime, en 1995),
consagra el concepto de "copia privada" en su artículo 25.
En esa Ley se establece que cualquier ciudadano puede realizar
una copia doméstica de un disco o una película, por ejemplo,
pero el legislador protege a los autores de esos originales
con el establecimiento de una pequeña cuota o canon".
En su momento, no se recogió al término CD-R
porque no existía, pero habrá que aplicarlo,
porque es una acción "de justicia elemental",
en palabras de Francisco Galindo, que asegura que los discos
compactos grabables también pagarán derechos
de autor. Y así lo ha entendido también el juzgado número
22 de Barcelona, que recientemente condenó a Traxdata a abonar
estas cantidades.
Para ello se amparan en un estudio realizado por Millward
Brown/Alef, según el cual las ventas de cintas vírgenes
de este año recién concluido equivalen a 18,2 millones de
horas de grabación. En consecuencia, los ingresos para autores,
intérpretes y productores discográficos en concepto de copia
privada se restringen a 516 millones de pesetas (3,1 millones
de euros). En 1998, por ejemplo, las cantidades obtenidas
en este capítulo rondaron los 1.110 millones de pesetas.
Esta caída libre en la venta de casetes vírgenes coincide
con el espectacular auge que están experimentando los discos
grabables (CD-R). En 2001 se vendieron en España 67 millones
de discos vírgenes para uso doméstico, con un incremento del
70% en comparación con el año 2000, cuando sólo se consumieron
47 millones de unidades. Las previsiones de la SGAE apuntan
a que la vieja cinta analógica quede relegada a una cuota
testimonial de mercado en torno al año 2006. "Es evidente
que el aficionado a grabar música está cambiando progresivamente
al CD-R, una vez que los equipos domésticos de grabación y
los propios discos se han abaratado de manera ostensible",
señaló el secretario general de la Fundación Autor, Francisco
Galindo.
En consecuencia, la SGAE entiende que es "de justicia elemental",
en palabras de Francisco Galindo, que los discos compactos
grabables devenguen derechos de autor. "Y así lo ha entendido
también el juzgado número 22 de Barcelona, que recientemente
condenó a la empresa Traxdata a abonar estas cantidades".
Por lo que se refiere a la música, las cantidades obtenidas
de la copia privada se reparten entre autores, intérpretes
y productores a través de sus sociedades representativas.
La distribución se realiza de la siguiente manera: Sociedad
General de Autores y Editores (50%), Sociedad de Artistas,
Intérpretes y/o Ejecutantes (25%), y la Asociación Fonográfica
y Videográfica Española (25%).
La SGAE resaltó que no todo el dinero de la copia privada
se reparte entre los socios de estas tres entidades. Un 20
por ciento del total se destina a actividades promocionales
y asistenciales en beneficio del mundo de la cultura. En concreto,
la SGAE canaliza este esfuerzo a través de la Fundación Autor
y de la Mutualidad de Autores y Editores.
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