EL MUNDO / Domingo 16 de abril de 2000 / Número 29


 

NEGOCIOS.COM

Saturación / En los últimos meses están surgiendo decenas de nuevas empresas de Internet en España. Y como ya empieza a suceder en Estados Unidos, muchas de ellas no sobrevivirán. Pero esto no tiene por qué ser malo. Al final, cada una se dedicará sólo a aquéllas actividades en las que sea más eficiente

La hora de la limpieza
Los analistas señalan que en torno al 75% de las empresas de internet nunca ganarán dinero

ALBERTO DE LAS FUENTES

La marea empieza a subir. Aún no cubre ni las rodillas, pero la tendencia se empieza a notar: viene el mar de Internet. Algo que comienza a notarse en el número de internautas y en los minutos que éstos pasan conectados. Y, más importante aún, en la aparición de numerosas empresas pensadas por y para la Red.
Eso sí, entre la confusión lógica que genera tanto proyecto nuevo, escasean las grandes iniciativas, los superproyectos capaces de hacerse un hueco en diferentes mercados en todo el mundo. Basta pensar que, bien entrado el año 2000, en el Nuevo Mercado inaugurado esta semana apenas participan diez empresas (Terra, TPI, Abengoa, Amper, Amadeus, Indra, Radiotrónica, Zeltia, Befesa y Tecnocom), y varias de ellas ni siquiera tienen apenas relación con el nuevo medio.

Muchas tortugas

En cualquier caso, en los últimos meses empiezan a aparecer las primeras oleadas de start-ups en España: decenas, cientos de nuevas empresas que tratan de ocupar su sitio bajo el sol de Internet. Claro que la mayoría puede que nunca lo logren.
Como explica muy gráficamente en su título uno de los últimos informes de la consultora Merrill Lynch sobre estas empresas, “muchas tortugas salen del cascarón, pero muy pocas llegarán al mar”. Según Merrill, un porcentaje de empresas que ellos estiman superior al 75%, nunca lograrán ganar dinero. Y, como consecuencia, desaparecerán bien de forma definitiva, bien absorbidas por alguno de los triunfadores de su sector. Así, de las 371 grandes empresas de Internet que en los Estados Unidos ya cotizan en Bolsa, casi 300 estarían condenadas a la extinción.
En la misma línea, un estudio de Internet Pegasus Research International para Barrons, refleja que 51 empresas de 207 analizadas son auténticas máquinas de quemar dinero (money-burners) y pueden quedarse sin fondos antes de 12 meses. Además, un 74% de estas 207 firmas tienen cash-flows (beneficios más amortización) negativos.
Estos porcentajes pueden ser aplicables también a Europa. Lógicamente, las empresas que tienen mejores cimientos, en forma de talento, financiación, modelo de negocio y orientación estratégica, tendrán niveles más altos de supervivencia. Y, por el contrario, la legión de start-ups que nacen muy en precario, o que llegan tarde a sus mercados, verán diezmarse sus filas.

No pasa nada

Sin embargo, la noticia tampoco es tan grave. Todos los analistas con cierta experiencia en Internet han descontado siempre que una buena parte de las empresas de la Red nunca serían exitosas. Y la mayoría de los inversores de fondos de capital riesgo suelen funcionar con un criterio más o menos como el que sigue: “De cada diez inversiones, dos o tres serán estrepitosos fracasos y cinco o seis no pasarán de proyectos mediocres, pero con que uno de ellos sea un éxito, nos forramos”.
Además, el que haya empresas de Internet que fracasen no supone una excesiva desgracia, salvo, lógicamente, para los inversores más inexpertos. Mucha gente ha invertido por exceso en puntocoms, sin conocer a fondo su solidez y sobrevalorando sus posibilidades. A menudo la única razón objetiva para ello era que el valor subía y subía en Bolsa, prometiendo hacer rico a quien que pusiera allí sus ahorros. Algo que, simplemente, desafía la lógica.
Ahora puede evaporarse el dinero de los inversores menos avispados, a menudo en los bolsillos de los publicistas y de los medios de comunicación donde se realizan las faraónicas campañas de marketing. Pero todo lo demás sigue. Normalmente, quienes montan una empresa en la Red, rara vez abandonan. Y la experiencia que han acumulado ellos y sus empleados la trasladan luego, bien a quien haya comprado los restos del naufragio, bien a cualquier otro nuevo proyecto de negocio en la Red. De hecho, las correcciones en los mercados pueden ser un elemento positivo para muchos negocios de Internet. Así lo señalan Peter Bradshaw, Bram Cornelisse y Peter Dionisio, autores del mencionado informe de Merrill Lynch.
“Al convertirse en algo del pasado esos astronómicos beneficios, nuestras expectativas son que los inversores sean mucho menos generosos a la hora de proporcionar fondos a empresas con propuestas de negocio dudosas, especialmente en el comercio electrónico a particulares (e-tailing)” explican.

Tomar riesgos

Es más, si algo va inherentemente unido a la Red es la noción de riesgo. Claro que eso no justifica los numerosos movimientos especulativos y la fiebre por dar el pelotazo que han proliferado al calor de Internet.
Pero, en un medio nuevo, donde la tecnología cambia casi día a día, y donde los modelos de negocio y los lenguajes de comunicación apenas si empiezan a ser descubiertos, el riesgo debe ser un elemento inherente a todo proyecto. Como decía Manuel Fraga Iribarne, “quen non molla o carallo, non pesca rodaballo”. Y en la Red los premios mayores esperan a aquéllos que sean capaces de innovar de manera más radical, y no a quienes se dedican a copiar a los demás o replicar modelos que ya han triunfado en el mundo real o en Internet.
Se diferenciaría así entre aquellas empresas que realmente tienen una posición única en el mercado y un modelo de negocio sostenible, capaces de atraer cuota de mercado y talento, y aquéllos que en inglés se conocen como los also-rans (podría traducirse por algo así como yo también corro).
Algo que debería tenerse muy en cuenta en España, donde muy pocas de las empresas que surgen son pure Internet players, jugadores puros de Internet, que es la terminología que utilizan en Estados Unidos para definir a las verdaderas empresas virtuales. El resto son híbridos con bricks and mortar (ladrillos y cemento), es decir, compañías que ya realizan alguna actividad tradicional y ven en Internet una posibilidad de nuevos negocios o de un nuevo canal de distribución.
Así, según el informe Los nuevos detallistas en España y Portugal, de The Boston Consulting Group, un 73% de las compañías que operan en la Red en España son empresas multicanal, que ya existían antes. Y tan sólo un 23% son nuevas iniciativas de negocio. Algo que no tiene por qué ser negativo, pero que señala una escasa innovación.
Y es que uno de los aspectos más importantes de la verdadera revolución económica de Internet llegará cuando haya miles, decenas de miles de empresas interconectadas entre ellas. Cada una de éstas se dedicará única y exclusivamente a aquella actividad en la que sea más eficiente. Y se apoyará para el resto de los procesos en otras empresas también extraordinariamente eficientes y enfocadas. Gracias a la tecnología de Internet estos procesos pueden controlarse como si se realizaran en casa. Algo que se viene recogiendo desde hace varios años en numerosos libros y artículos de prensa bajo el concepto de la empresa extendida.

Cuerpos danone

Aunque más bien habría que hablar de la empresa reducida o jibarizada. Como señala Juan Tonda, director de negocio de Sun Microsystems, las empresas de la era Internet “deben tener cuerpos danone, sin nada de grasa”. Quien intente hacer demasiadas cosas en solitario, corre el riesgo de “ser como el pato, que nada, corre y vuela pero no es el mejor en nada”, añade. Algo que, sin duda, hace que aumenten las posibilidades de no sobrevivir en la difícil prueba darwiniana de la evolución de la Red.
Otro factor importante para el éxito de los negocios en la Red es la localización de deficiencias del mundo real, deficiencias que podrían ser solucionadas con tecnología de Internet con ciertos beneficios para quien facilite las operaciones.
A menudo, estas deficiencias generan sobrecostes que en la economía tradicional se consideran normales y todo el mundo los tiene asumidos. Pero en la economía digital no tiene por qué ser así. Lo que puede representar una buena oportunidad de negocio. Al menos durante un tiempo, mientras dure lo que se conoce como ventana de oportunidad.
Y es que otro factor esencial es la capacidad de adaptarse con velocidad: una vez que desaparece la oportunidad de negocio sobre la que se sustentaba una empresa, o cuando aparece un competidor nuevo más eficiente, hay que buscar un nuevo nicho lo antes posible.
De momento, en España –y en casi todo el mundo– aún se está muy lejos de llegar a ese estadio. Pero al menos empiezan a surgir oleada tras oleada de nuevas empresas de la Red.

 

Gráfico 1 / Gráfico 2

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