EL MUNDO / Domingo 7 de mayo de 2000 / Número 32
 

romboHECHOS & IDEAS

ECONOLANDIA Antonio Pulido
Viento en popa, a toda vela

En Econolandia del Norte las expectativas son muy buenas, y mejoran día a día. EEUU crece a ritmos desconocidos, con creación de empleo, mejoras de productividad y precios relativamente contenidos. La Unión Europea vislumbra una fase expansiva similar, tras unos años de rápida recuperación de la anterior crisis. Japón está en mínimos históricos, pero el Sudeste Asiático ya vuelve a crecer a sus altos ritmos habituales. La nueva economía inunda de ilusión a los países industrializados y a los nuevos mercados emergentes.
Los expertos apuestan por un año 2000 de lujo. La economía norteamericana creciendo al 4,5%, con elevada creación de empleo y una tasa de paro que puede situarse en sólo un 4%. La Unión Europea, creciendo por encima del 3%, con nuevos puestos de trabajo que pueden reducir la tasa de paro a un 8,5%, casi un punto menos que el pasado año. Dentro de la UE, Irlanda aumentará su PIB real por encima del 7,5% y otros países como Suecia o España pueden llegar a ritmos cercanos al 4%. La confianza de consumidores y empresarios es elevada. Las expectativas son alcistas. Las tensiones en tipos de cambio, tipos de interés o volatilidad bursátil se consideran como perturbaciones pasajeras. El viento en popa y a toda vela.
Por eso, más que nunca, resulta inaceptable la situación en algunos países de Econolandia del Sur, tanto por razones de sensibilidad social, como de estabilidad política o de eficiencia del sistema. Las hambrunas, catástrofes y guerras de una amplia región de África o las profundas dificultades en países de Latinoamérica, Europa Central y del Este, deben ser motivo preferente de preocupación para el próspero Norte. La globalización, la estabilidad de los mercados internacionales de capitales y la potencialidad de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, exigen que el bienestar económico se difunda sin fronteras.
El último informe del FMI reconoce que, a escala mundial, prima la divergencia progresiva de rentas frente a la hipotética convergencia pronosticada por muchos economistas. Correcciones por paridad del poder de compra o en términos de un índice más amplio de desarrollo humano (IDH), no son suficientes para rectificar esta tendencia a lo twin peaks. Un extremo de países con elevados niveles económicos y altos ritmos de crecimiento frente a otro grupo, en el extremo contrario, de países pobres e incapaces de aprovechar el dinamismo de una economía global y tecnológicamente evolucionada.
El mundo desarrollado debe ayudar a derribar barreras que obstaculizan el crecimiento en los países en vías, y unir sus soplos para hinchar las velas de los que sufren la calma chicha de sus economías. Un planteamiento excesivamente egoísta puede ser perjudicial para nuestros propios intereses a medio y largo plazo.


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