EL MUNDO / Domingo 7 de mayo de 2000 / Número 32
 

romboCOYUNTURA

Londres mira al Oeste
El anuncio de la fusión de las Bolsas de Francfort y Londres no hace remitir en el Reino Unido el debate entre el “amigo americano” y su firme apoyo a la moneda europea

CRISTINA FRADE

A primera vista, uno podría interpretar la fusión de las Bolsas de Londres y Francfort anunciada esta semana –ver información en la página siguiente–como una señal de que el Reino Unido ha resuelto el dilema que le ha desgarrado durante más de medio siglo: convertirse en un europeo activo o preservar la relación especial con el amigo americano en la búsqueda de una identidad postcolonial.
Ésta es la reacción del diario Daily Telegraph a la noticia de que los valores británicos podrían cotizar en euros en la nueva Bolsa iX: “¿Y por qué no en dólares? Es una divisa al menos tan relevante para la mayoría de las compañías británicas como la moneda europea”.
“El Gobierno británico cree que los estrechos vínculos trasatlánticos entre el Reino Unido, EEUU y Canadá son esenciales para garantizar la seguridad y prosperidad de Europa y Norteamérica”,asegura Downing Street. Al margen de los lazos históricos y lingüísticos, el Reino Unido es el principal inversor extranjero en EEUU, donde ha creado más de un millón de empleos con inversiones superiores a los 82.500 millones de libras en 1998 (un cuarto de las inversiones extranjeras recibidas por EEUU.
Gran Bretaña es receptora de más del 40% de la inversión americana en Europa, una cuota muy superior a la de cualquier otro país del Viejo Continente, y EEUU es su mayor mercado externo, por delante de Alemania.
En ningún sector es más aguda la tensión del Reino Unido entre Europa y EEUU que en el de la industria aeronáutica y de defensa. A finales de abril, BAE Systems, el grupo conocido antes como British Aerospace, anunciaba su expansión en EEUU con la compra de la división de sistemas de control del gigante americano Lockheed Martin. BAE Systems cuenta ya con más de 20.000 empleados en Norteamérica y vende más al Pentágono que al Ministerio de Defensa británico.
Pero British Aerospace optó en 1999 por una fusión por valor de 7.500 millones de libras con Marconi Electronic Systems, el brazo de defensa del grupo británico GEC, dando la espalda a una alianza con el alemán Dasa o el francés Thomson-CSF. Washington advirtió que su integración en una fortaleza europea podía perjudicar su acceso al mercado americano y a su tecnología confidencial.

Suicidio político
En el sector de las telecomunicaciones abundan también los ejemplos de alianzas trasatlánticas, desde la de British Telecom (BT) con AT&T, el mayor operador de larga distancia de EEUU, para fusionar sus activos internacionales en una sociedad conjunta, a la compra por 38.000 millones de libras de AirTouch por Vodafone a principios de este año.
El actual Gobierno laborista se aferra a una consigna, no muy distinta del esperar y ver del conservador John Major, según la cual, la libra esterlina se incorporará al euro cuando se cumplan determinadas condiciones económicas y sólo si el pueblo británico lo aprueba mediante un referéndum, que no se celebrará previsiblemente hasta el 2002, pasadas las próximas elecciones generales.
Los laboristas creen que apoyar ahora al euro equivaldría a un suicidio político, dando al traste con el objetivo de repetir mandato. En la última encuesta, la comunidad empresarial aparecía profundamente dividida entre los partidarios de un firme compromiso de adoptar la moneda única (38%), quienes desean que se descarte al menos en un futuro próximo (36%) y los que aprueban la estrategia actual del Gobierno (24%).
A la oposición a una pérdida de soberanía y de independencia política, se suma la percepción de que el euro es un fracaso y una fe indesmayable en la superioridad del modelo económico de EEUU.
Pero los empresarios, grandes y pequeños, se lamentan de la fortaleza de la libra esterlina y del alto precio que las exportaciones, el turismo o la agricultura están pagando por la no participación en la unión monetaria. Los dilemas sin resolver suelen desembocar en este tipo de esquizofrenias. La gran incógnita es cómo logrará Tony Blair persuadir a los británicos de los beneficios de la integración europea, si algún día se decide a hacerlo.


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