EL MUNDO / Domingo 5 de noviembre de 2000 / Número 53
 

romboCOYUNTURA

Industria / El director general de Política Tecnológica insiste en que la ministra no tiene olvidada su faceta industrial. La patronal textil afirma que sus planes se han mantenido, y la del automóvil no hace comentarios. El gasto en industria y energía cae un 11,8% en los Presupuestos del 2001

La cara oculta de Anna Birulés
Ciencia y tecnología exhibe sus competencias industriales mientras la oposición habla de dejación

JUAN CARLOS ESCUDIER

La cara oculta de Ciencia y Tecnología se llama Industria, pero ésta es hoy una palabra maldita. Para evitarla, cambió de nombre un Ministerio, una secretaría de Estado y una dirección general. Por imperativo de la semántica, también se transformó la denominación de algunos proyectos, y esa es la razón de que el denominado plan de reindustrialización haya sido rebautizado como de dinamización tecnológica. Lo anterior, sin embargo, no es óbice para que, junto a tarifas planas y móviles de tercera generación, a la ministra de la nueva economía, Anna Birulés, se le supongan tiempo y conocimientos que dedicar a la antigua. Para la oposición –lo afirma la diputada socialista Arantxa Mendizábal– “lo imposible es ponerse en la vanguardia tecnológica por Real Decreto”.
Cuando Josep Piqué era ministro de Industria, Arturo González era director general de Industria y Tecnología. Hoy, lo es de Política Tecnológica. Sus funciones son las mismas, aunque haya cambiado de tarjeta de visita y haya tenido que explicar a diestro y siniestro que buena parte de la política industrial –las competencias energéticas se fueron a Economía y la menguante empresa pública a Hacienda– se sigue haciendo desde su despacho. “Han existido reuniones con los sectores afectados para explicarles la continuidad de las labores. Los canales están abiertos. Ha habido un reconocimiento claro de que es en la ministra en quien residen los criterios industriales”, asegura.
En algunos casos, el reconocimiento ha llevado tiempo. “En principio nos preocupó el hecho de que se suprimiese la palabra industria del Ministerio. Ahora estamos más tranquilos, porque hemos visto que los planes específicos que nos afectaban han continuado y que la nueva ministra ha asumido todos los proyectos”, explica Juan Canals, presidente del Consejo Intertextil Español, la patronal del sector. En otros, parece no haberse producido aún. Preguntado por este asunto, un portavoz de la Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC) limitó sus manifestaciones a un socorrido “no hay comentarios”.

Sin cambios
Según los responsables de Ciencia y Tecnología consultados por NUEVA ECONOMÍA, nada ha cambiado. La promoción de inversiones, las políticas de seguridad industrial y calidad y la transposición de las directivas medioambientales dictadas desde Bruselas residen en el nuevo Ministerio. Se insiste además en que las políticas industriales para sectores tan importantes como el naval, el aeronáutico o el de bienes de equipo “se siguen haciendo desde aquí”.
Arturo González está especialmente orgulloso del nuevo Programa de Fomento de la Investigación Técnica (PROFIT), un instrumento de apoyo a las empresas, parido en la última etapa de Piqué en Industria, pero remozado en algunos de sus contenidos, especialmente los financieros. El programa implanta el denominado anticipo reembolsable, a interés cero o próximo a cero, y con plazos de amortización que oscilan entre los 10 y los 15 años.
Se consigue con ello reducir las subvenciones a niveles residuales –“no son determinantes para la inversión”, asegura González–, lo que tiene efectos benéficos sobre el déficit público. De hecho, la partida que los Presupuestos del 2001 dedican a gasto en Industria y Energía se ha reducido un 11,8% hasta 238.961 millones de pesetas, la mayor rebaja de todas las partidas en términos homogéneos. Quienes creen que el Gobierno ha dado la espalda a la industria tienen aquí uno de sus principales argumentos.
Junto a los anticipos, el programa impulsa la creación de una línea de garantías y avales y, a partir del próximo año, el uso de fondos de capital riesgo para capitalizar proyectos innovadores. Fiscalmente, se introduce el concepto de innovación, de manera que podrán realizarse desgravaciones en el impuesto de sociedades de hasta el 60% por conceptos como el diseño industrial, la adquisición de tecnología avanzada o la certificación de normas de calidad.
Para el 2000, el PROFIT tiene un presupuesto de 108.000 millones en anticipos reembolsables y 18.000 millones en subvenciones a fondo perdido. Algo menos del 50% corresponde estrictamente a Política Tecnológica (industria). Hasta el momento se han presentado 3.000 proyectos con inversiones comprometidas por importe de casi 300.000 millones de pesetas, según los datos aportados por el Ministerio.
La otra versión del PROFIT es la de la diputada socialista Arantxa Mendizábal, cuya primera crítica se dirige hacia los plazos de presentación de proyectos del programa, entre julio y agosto de este año, “en plenas vacaciones, cuando la mayoría de las empresas están cerradas”.
La segunda y más dura tiene que ver con la gestión de las ayudas. “Sabemos que existe un colapso total en la Dirección de Política Tecnológica. Las reuniones de evaluación deben de estar haciéndose aprisa y corriendo, porque la única instrucción que hay es la de acabar en tres meses. Había preocupación por el rigor, porque parece que la evaluación de 3.000 proyectos sólo permitía dedicar cinco minutos a cada uno”.

Con el lápiz en la oreja
“No existe ninguna aplicación informática específica para la gestión del PROFIT”, añade Mendizábal. “El Ministerio de Ciencia y Tecnología está haciendo las evaluaciones de forma rudimentaria, los papeles se están haciendo a mano por parte de los funcionarios, con el lápiz en la oreja. No se obligó a las empresas a que entregaran sus proyectos en soporte informático, por lo que todavía han de estar grabándose las fichas para que sean examinadas por los evaluadores”.
Una de las consecuencias de todo ello, concluye la diputada, es que no se ha ejecutado nada del Presupuesto del 2000, o lo que es lo mismo, “no ha salido un duro para todo lo que es Política Tecnológica”, con lo que persiste el peligro de que este año se destinen a promoción industrial menos recursos de los presupuestados.
“Ciencia y Tecnología será la modernidad, pero lo cierto es que seguimos teniendo problemas industriales y la industria es un elemento fundamental del crecimiento económico del país. Es un factor de arrastre, que se está diluyendo con este Ministerio”. Es la opinión del flamante coordinador general de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares.
Según el nuevo líder de IU, Birulés ha estado siempre al margen de la industria. “Existe la sensación”, afirma, “de que hay una completa desorganización”.
En las antípodas de esta descripción, el director general de Política Tecnológica insiste en que la ministra no tiene olvidado el tema industrial y exhibe el trabajo realizado. Según Arturo González, asuntos como las inversiones de Repsol en Tarragona, los 43.000 millones que Michelín dedicará a Valladolid en los próximos dos años, la segunda planta de policarbonatos de General Electric (95.000 millones del ala), las inversiones de Ford de 45.000 millones en el desarrollo de un nuevo motor, el programa de I+D de Seat o las gestiones de BP para adquirir una planta química y otra de energía solar han pasado por su departamento.
No es todo. González subraya que hay planes aeronáuticos, ferroviarios, textiles y hasta farmacéuticos. En su primera comparecencia parlamentaria del mes de junio, Birulés no dijo ni una palabra de todos estos temas. Debía de tenérselo todo muy callado.


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