EL MUNDO / Domingo 5 de noviembre de 2000 / Número 53
 

romboCOYUNTURA

Dos hombres y una Presidencia
Las elecciones del próximo martes en Estados Unidos enfrentan a George Bush, que propone una reducción de los impuestos, y Al Gore, que apuesta por mejoras sociales

AGUSTÍN RIVERA

Deidre Healy era estudiante en 1992. Su vida resultaba de lo más tranquilita, sin muchas preocupaciones por llegar a fin de mes.
Pero, ahora, ocho años después, con 27 años, casada, directora de una ONG, y residente en Washington, se enfrenta con la disyuntiva de elegir al inquilino más famoso de su ciudad, un vecino glamouroso, que vive en un lugar llamado Casa Blanca.
Esta estadounidense, esposa de Gabriel Ruiz, pianista y profesor español de la Levine School of Music, afincada en el barrio de Silver Spring, a media hora en metro de la residencia oficial del presidente de EEUU, piensa que las cosas han mejorado: hay seguridad en el empleo y los trabajadores saltan de un puesto a otro en pocos años, incluso en meses.
“Esta generación es muy diferente a la de sus padres. No existe un interés en afincarse en un puesto de trabajo determinado, o incluso una misma carrera durante 30 años. Se buscan mejores oportunidades y el mercado ofrece mejores salarios”, relata Ruiz, que vive en la capital estadounidense desde 1991 y palpa la prosperidad económica desde la llegada de Bill Clinton: “Nuestros dólares valen más en España, hasta el punto actual de doblar el valor monetario”.
Gabriel y Deidre discutieron el pasado miércoles para NUEVA ECONOMIA cuál de los dos candidatos para la Presidencia de los Estados Unidos (George Bush o Al Gore) sería más adecuado para los próximos cuatro años. Ellos lo tienen claro: no se fían de la reducción de impuestos de 1,3 billones de dólares que prevé Bush y piensan que Gore será el mejor heredero de la política económica diseñada por Clinton.
Pero las diferencias son más sutiles. Alcanzado el superávit presupuestario, ambos proponen recortes de impuestos.
Bush plantea un reducción fiscal que beneficie a aquellos ciudadanos que pagan mayores impuestos (a los que tienen ingresos superiores a los 300.000 dólares anuales), mientras Gore apuesta por gastar sólo una parte del superávit en nuevas deducciones fiscales por actividades concretas como los costes médicos, la educación universitaria o la guardería.

Gore arriesga poco
“El plan de Gore, al no instaurar un recorte presupuestario generalizado, corre algo menos riesgo de producir nuevos déficits presupuestarios en el caso de una desaceleración económica”, argumenta Sofía Pérez, catedrática de Ciencias Políticas de la Universidad de Boston.
Pérez piensa, no obstante, que la diferencia entre el republicano y demócrata es “distributiva”: “El conservadurismo fiscal de Gore se explica por su intento de mantener el sistema de Seguridad Social y el grado relativo de progresividad del sistema fiscal”.
El reputado economista Paul Krugman, en su muy leída columna Reckonings (Cálculos) que publica en The New York Times, tildó el pasado miércoles 1 de noviembre como “desconcertante” el plan económico de George Bush.
Krugman, profesor de la Universidad de Princeton, tacha de “contradictoria” la propuesta republicana de usar un billón de dólares del dinero de la Seguridad Social para una privatización parcial del sistema ofreciendo a los cotizantes una parte de sus contribuciones para que las inviertan por su cuenta.
Klaus Desmet, profesor de Economía Internacional de la Universidad Carlos III de Madrid y doctor en Economía por la Universidad de Stanford (California), arropa la crítica de Krugman porque el cambio estructural que planea el equipo económico “supone a corto plazo un problema, porque necesitas ese dinero para pagar las pensiones de los jubilados de hoy. Eso puede suponer un aumento del gasto público y un desequilibrio presupuestario”.
En Sanidad apuestan por un sistema más barato. En Estados Unidos, donde la Sanidad pública deja mucho que desear, hay contabilizadas 34 millones de personas que carecen de seguro médico.
Ambos aspirantes a la Presidencia aseguran que rebajarán a los ancianos el gasto de compra de medicinas, pero, según Desmet, ningún candidato reconoce que puede aumentar desorbitadamente el consumo. “Esto es un ejemplo de cómo los planes pueden ser buenos, pero siempre existen detalles que no se quieren desvelar a la opinión pública”, resalta.
Todo indica que estas elecciones, de un coste de 3.000 millones de dólares, se resolverán a los puntos y que existirán casos como los Ruiz & Healy, que con su voto casi resuelto, duden entre el republicanismo compasivo y los demócratas. La cita, el martes.


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