EL MUNDO / Domingo 9 de septiembre de 2001 / Número 092
 

romboCOYUNTURA

España y Marruecos, bajo el ‘síndrome’ de la patera

AGUSTÍN RIVERA

Nos interesa el desarrollo de Marruecos. Es nuestra principal prioridad”. Así de contundente se expresa Miquel Nadal, secretario de Estado de Asuntos Exteriores, saliendo al paso de las polémicas declaraciones del monarca alauí Mohamed VI, que ha criticado esta semana que las redes de inmigrantes ilegales “vienen” de España, donde las mafias son “más ricas” que en Marruecos. Es lo que ya se puede denominar síndrome de la patera.

España está dispuesta desde la Presidencia de la UE (que comienza el próximo mes de enero) a apoyar el desarrollo comercial del Norte de Africa y, para ello, pretende conocer de primera mano la disposición del Gobierno de Rabat para afrontar nuevas reformas.

Y es que Mohamed VI, sobre el que recaían grandes esperanzas políticas por sus posibilidades para la modernización del país, mira para otro lado ante el grave problema de la inmigración. Marruecos es un país que padece un paro rural del 60% (el urbano se sitúa en el 20%), con cuatro millones de familias que viven en chabolas.

Emigración masiva
La nación magrebí cuenta con una débil renta per cápita (1.300 dólares), lo tiene más difícil en este 2001 que en la España de los primeros años 60, esto es, emigración masiva a destinos ricos, con más futuro, como los españoles que se afincaban en Francia, Suiza o Alemania.

La presencia de ciudadanos en la Península ya resulta bien palpable y cada vez pasa menos desapercibida: los datos oficiales elevan los ciudadanos marroquíes residentes legales en España a 211.962 personas, cifra que muy pronto supondrá el 4% de la población del país (ya es la primera nacionalidad no comunitaria). Todo un síntoma en un Reino cuya deuda se eleva al 51% de su PIB y que no ha crecido en los últimos años: un -0,7% en 1999 y apenas un 0,3% en 2000.

El Gobierno español y el marroquí afrontan la complicada labor de recomponer unas relaciones que se habían deteriorado a raíz del clima de tensión verbal, pero que siguen siendo privilegiadas en el terreno político, cultural y económico.

De hecho, la inversión española en Marruecos y los intercambios comerciales se han multiplicado por 10 en los últimos cuatro años. Y el Gobierno alauí, que conoce de primera mano el gasto que supone para el Ministerio del Interior español los desplazamientos de vehículos norteafricanos que se dirigen hacia Europa o permanecen en España, hace oídos sordos y le saca muy buena tajada económica a la emigración. Actualmente una de sus fuentes de ingresos más sobresalientes procede de las divisas que consigue por los emigrantes.

La clave radica en Ceuta y Melilla. Las dos ciudades españolas en el norte de Africa condicionan y amortiguan cualquier incidente en las relaciones con Marruecos.

Para Iñigo Moré, presidente de la consultora Mercados Emergentes y editor de la Newsletter Magreb Negocios, el conflicto migratorio es un problema económico. “La solución no está en España. El problema está en el Magreb y es allí donde hay que actuar”, precisa Moré, quien recuerda que se han intentado fomentar las inversiones españolas con “generosos” apoyos oficiales.

A pesar de tantos inconvenientes, la aventura en el norte de Africa puede resultar rentable. Si se crea un área de estabilidad, Marruecos se puede convertir en un polvorín y, si no se articulan nuevas alternativas, sólo le quedarían dos salidas: la revolución o la inmigración.


Siempre quedará París

Para que España consiga ser el primer socio comercial de Marruecos primero tendrá que salvar el obstáculo francés.

El país magrebí tiene una deuda exterior de más de 18.000 millones de dólares, de la que un 22% es con Francia. Sin embargo, el Gobierno intenta apoyar los esfuerzos marroquíes para lograr la integración comercial sur-sur. La tendencia es creciente con unas importaciones españolas que se elevaron en 2000 a 160.485 millones de pesetas. En 1998 las inversiones globales españolas se elevaron a 250 millones de dólares. Ya en 1999 la cifra subió hasta los 2.000 millones de dólares. España, de esta forma, se ha convertido en el principal inversor extranjero en Marruecos.

A la luz de estos datos, un informe del pasado agosto del Ministerio de Asuntos Exteriores asegura que “la relación entre España y Marruecos no ha hecho sino acrecentarse en los últimos años y ello ha sido posible gracias a la potenciación de instrumentos ya existentes, así como la puesta en marcha de otros nuevos”. Y remata el análisis ministerial: “Marruecos es hoy, seguramente, el país del mundo con el que España mantiene una relación política, económica, cultural y de cooperación al desarrollo más completa”. Mientras, el Reino de Marruecos piensa, como en la mítica película Casablanca, protagonizada por Bogart, que, al menos, siempre le quedará París.


Ayuda pendiente de renovación

En Marruecos tan sólo el 20% de las viviendas se compran a través de una hipoteca. El resto de las casas se autofinancian como pueden. Un estudio del Banco Mundial certifica que el total de hipotecas concedidas por los bancos marroquíes tan sólo representa el 4% del PIB (en EEUU alcanza el 60%). Estos datos dan idea sobre las dificultades económicas del país. Para salvar el desfase con España, el Gobierno firmó en 1996 un programa financiero con Marruecos, que incluía una línea de crédito al país norteafricano de 150.000 millones de pesetas, y que se encuentra pendiente de renovación desde el pasado 31 de julio. Iñigo Moré considera que se debería reconvertir parte de esa línea de ayudas en forma de microcréditos establecidos en toda el area del Magreb “para financiar iniciativas empresariales locales”. En el programa financiero de España con Marruecos se constan créditos en condiciones OCDE por un valor de 90.000 millones de pesetas y créditos FAD de un importe valorado en 60.000 millones de pesetas. También, en el marco del acuerdo, según informan fuentes diplomáticas del Ministerio de Asuntos Exteriores español, el Gobierno estableció una línea de crédito concesional de 6.000 millones de pesetas para proyectos de pymes y grandes empresas en Marruecos como los casos de Sol Meliá, Tabacalera, Sodean, Atento o la propia Telepizza.



NUEVA ECONOMÍA es un suplemento de