EL MUNDO / Domingo 6 de enero de 2002 / Número 109
 

rombo

LA RUEDA DE LA FORTUNA / JESÚS CACHO

El año de las Cajas

  Miguel Blesa.

Si el 2001 ha sido el año de la gran banca, el año en que los gigantes BSCH y BBVA despejaron las incógnitas que, al margen de lo escrito en los pactos de fusión, se cernían sobre las respectivas presidencias únicas, el 2002 puede ser el año de las Cajas de Ahorros, representantes del 51% de nuestro sistema financiero.

El sector tiene pendiente para este año, salvo que el Gobierno prefiera dejar las cosas como están, una reforma de su marco jurídico de gran importancia, llamada a romper un traje legal que se ha quedado estrecho para las necesidades de tamaño que impone la competencia, y a recortar la atosigante presencia de la política en las entidades, asunto que amenaza convertirse en el problema número uno del sector y del entero sistema financiero español.

Tres son los ejes por los que debería discurrir esa reforma. En primer lugar, se trataría de reducir el peso de los representantes políticos (CCAA y Ayuntamientos) en los órganos de gobierno (fundamentalmente, consejo de administración), en línea con las exigencias de la nueva directiva de la UE que considera ayuda pública aquella que, en forma de crédito, conceda una entidad cuyos órganos de gobierno cuenten con más de un 51% de representación de origen público.

En segundo, se trataría de facilitar los procesos de fusión, acuerdos o alianzas entre Cajas de una misma Comunidad Autónoma.

En tercero y último, se trataría de fortalecer los recursos propios, primer obstáculo que se interpone al crecimiento de las entidades. Estamos hablando de las famosas cuotas participativas, un asunto que provoca toda clase de recelos entre quienes ven en ellas la puerta abierta a una privatización encubierta. Para obviar ese riesgo, la izquierda propone privarles de derechos políticos, pero ¿sería realista pensar en una junta general en la que los únicos que no dispondrían de derechos políticos serían precisamente los que han puesto dinero en la aventura?

La principal dificultad, con todo, estriba en el aparente contrasentido que implica pedir a los políticos que acepten la despolitización de las Cajas, ni más ni menos, que amablemente se avengan a sacar las manos de algo que, a nivel autonómico y local, se ha convertido en la principal fuente de gabelas para muchos de ellos.

Las reformas, para las que parece haber consenso básico entre PP y PSOE, se llevarían a cabo a través de la Ley Financiera, un proyecto que lleva muchos meses congelado por culpa de Gescartera y otros sustos. Como el citado proyecto de ley no cuenta con un solo artículo dedicado a las Cajas, el Gobierno ha optado por ceder la iniciativa legislativa a los grupos parlamentarios que, a partir de febrero, introducirán en comisión las correspondientes enmiendas.

Pero el 2002 no va a ser sólo el año de los cambios legislativos en el sector. Va a ser también un año muy complicado para el negocio, como ha advertido el presidente de la CECA, Manuel Pizarro. Un ejercicio para atarse los machos en el control del gasto y la vigilancia del riesgo. Las cuentas de resultados (excluidas La Caixa y Caja Madrid) ofrecen motivos suficientes para la preocupación. En efecto, el margen de explotación consolidado durante los 12 meses que van de septiembre del 2000 a septiembre del 2001 registró un modesto incremento (apenas 30.100 millones, de los cuales 26.600 fueron extraordinarios) del 6,41%, mientras que el beneficio antes de impuestos (BAI) cayó un –0,79% (básicamente por la provisión del Fondo Estadístico).

Lo más llamativo, con todo, es que del total de 45 Cajas (excluidas las dos grandes), nada menos que 19 presentan crecimiento del margen de explotación interanual negativo, margen que, en siete de ellas, es superior al –20%. Por si fuera poco, 23 Cajas presentan evolución interanual del BAI negativo, que en nueve supera el –20%. Un dato que parece anunciar que algunas entidades podrían saltar a las primeras páginas de los periódicos a fecha fija, y no para bien.

Llamativas son también las comparaciones entre La Caixa y Caja Madrid. El margen de explotación de la primera durante el período citado fue de 58.885 millones, con una caída de –5,5%. La Caja madrileña, por el contrario, contabilizó en la misma rúbrica 109.883 millones, con variación anual de –1,7%. Ello quiere decir que, en términos absolutos, el negocio bancario de La Caixa genera, aproximadamente, la mitad del margen de explotación de Caja Madrid y una tercera parte de su BAI (27.943 frente a 79.556 millones), y ello a pesar de contar con el doble de sucursales, un 32% más de inversión crediticia neta y un 39% más de recursos de clientes.

En la cuenta de resultados consolidada, sin embargo, los beneficios antes de impuestos de La Caixa se disparan hasta los 135.921 millones de pesetas, consecuencia de la decisiva aportación de su grupo industrial, por encima de los 96.454 de Caja Madrid. El tratamiento fiscal del fondo de pensiones permite a la entidad catalana presentar un beneficio después de impuestos, a 30 de septiembre pasado, de 116.721 millones, con incremento positivo del 12,5%, por encima de los 67.273 de Caja Madrid.

Lo descrito parece indicar una situación de cierta pérdida de pulso competitivo en La Caixa, reflejo, quizá, de la crisis de poder, de la indefinición que aqueja a la cúpula de mando, con un Vilarasau que sigue partiendo el bacalao a pesar de no contar formalmente con poder ejecutivo alguno, y dos delfines (Fainé y Brufau) que, a la greña, se vigilan por el rabillo del ojo en espera de dar el salto, con el permiso de Miguel Roca, al primer sillón ejecutivo.¿Despejará La Caixa su situación durante el 2002? Es la gran incógnita del sector.

Juicio muy distinto para Caja Madrid. El recién terminado ha sido, sin discusión, el año de la consolidación de Miguel Blesa. Este hombre discreto parece haber logrado una carambola a varias bandas: ha pacificado la entidad, ha multiplicado por cuatro su balance, y ha sabido diluir en la niebla el perfil político de su nombramiento. Es fácil imaginar, tras la tormentosa experiencia de Villalonga, un suspiro de alivio en Aznar: ¡Por fin alguien con sentido común suficiente para hacer su trabajo en silencio!

Al frente de una Caja con un potencial de crecimiento innegable, Blesa parece hoy un hombre lo suficientemente maduro como para dar el salto a puestos de mayor responsabilidad y riesgo. El efectado está listo. No es extraño, por eso, que su nombre haya inundado en las últimas semanas el mentidero madrileño. Hay quien lo pone al frente de Iberia, quien lo sitúa en la presidencia de Endesa, y quien, en fin, apunta nada menos que a Telefónica, sobre todo después de una tormentosa cena navideña en Horcher, a la que asistieron, además del propio Alierta, Francisco González (BBVA), Josep Vilarasau (Caixa) y un miembro del Gobierno.

A pesar de los rumores en contra, parece que la presidencia de Endesa será ocupada por Manuel Pizarro “cuando se cumplan las previsiones sucesorias” (sic), según frase que un Martín Villa muy à la page con sus orígenes políticos se encarga de repetir con prodigalidad. Es decir, en mayo. El cambio de Pizarro dejará abierta la presidencia de Ibercaja y de la CECA.

Año también de cambio en la presidencia de la BBK. Josu Bergara, presidente de la diputación de Vizcaya, tiene apalabrado el relevo con Alfonso Basagoiti, pero el reciente terremoto ocurrido en aguas del BBVA ha incrementado notablemente la lista.Todos pesos pesados.

Será también el año del nacimiento de Alcaja (fusión de ElMonte y Caja San Fernando, bajo la advocación de San Manuel Chaves, con el inefable Medel escondido tras la puerta de la futura Caja única andaluza. Caja única también, o casi, en Castilla y León, por no hablar del País Vasco, que en esto de meter mano en las Cajas los políticos corren tanto que se dan con los talones en el culo.




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