EL MUNDO / Domingo 27 de enero de 2002 / Número 112
 

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Enron saca los colores a sus “imitadores”
Las agencias ponen ahora en entredicho la calidad de la deuda de cientos de empresas norteamericanas

JULIO A. PARRADO. Nueva York

Cuál es la verdadera calidad de la deuda de cientos de empresas de EEUU? ¿Conocen los acreedores los auténticos riesgos de sus préstamos? La sólida Enron se desmoronó como castillo de arena, tras descubrirse un enorme agujero en su pasivo, que había pasado inadvertido durante meses. Como otras tantas entidades financieras involucradas en el colapso de la compañía energética tejana, las agencias de calificación llegaron tarde para apagar el fuego. Castigaron los bonos de Enron con el peor de los grados, “basura”, cuando la insolvencia de la empresa era ya irremediable.

Las principales agencias (Moody´s, Standard & Poor´s y Fitch) están tomando nota y se han decidido a cambiar las reglas del juego. El resultado puede ser una rebaja en cadena de la calificación de los bonos de múltiples compañías, que se enfrentarían a mayores dificultades para recaudar fondos, precisamente en un momento en el que el mercado de deuda ha sido una fuente de ingresos clave durante este periodo de comportamiento bursátil mediocre.

La suspensión de pagos de la cadena de distribución Kmart, esta semana, aunque tiene sus raíces en la amplia competitividad en el sector minorista, ha sido precipitada por el nuevo celo con el que las agencias inspeccionan los estados de cuentas de las compañías.

A principios de enero, la calificación de los bonos asegurados de la gigante minorista fue rebajada de forma abrupta. Moody´s ha tomado el liderazgo con una extensa revisión de los balances de más de 4.000 clientes. Los responsables de esta agencia buscan, en especial, el pasivo escondido en operaciones fuera de balance y en sociedades instrumentales, el mecanismo legal usado por Enron para esconder pérdidas.

En la mirilla de Moody´s se encuentran, principalmente, sociedades de valores, especialmente aquellas que operan con futuros. Enron desarolló una hábil técnica para reflejar entre sus ingresos los eventuales rendimientos de sus derivados. Moody´s trata de detectar también la letra pequeña de los contratos de deuda, como los suscritos por Enron con sus acreedores, que la obligaban a liquidar los bonos en el caso de una rebaja en la calificación.

La relevancia de estas sociedades quedó en evidencia en plena debacle de la compañía tejana. Kenneth Lay, hasta esta semana consejero delegado y presidente de Enron, trató de conseguir apoyos en Washington para presionar a S&P y evitar una revaluación a la baja de sus bonos. Los análisis crediticios de las tres grandes siempre han gozado de más fiabilidad que el desarrollado por los bancos de inversión, que mantienen, al fin y al cabo, negocios e intereses en las compañía sometidas a su examen. Sin embargo, los expertos creen que el caso Enron ha dejado en evidencia la lenta capacidad de reacción de estas firmas. Las revisiones del estatus crediticio suelen ser demasiado tardías y van en muchas ocasiones a remolque del mercado secundario. Las rebajas en las calificaciones suelen ser graduales, mientras la deuda y las acciones de la compañía caen en el vacío. Un ejemplo de ello es Lucent Technologies. Cuando su papel se depreciaba rápidamente, las agencias mantenían un grado de inversión decente. Moody´s sólo rebajo la deuda de Enron por debajo del grado de inversión cuando sus acciones habían pasado de 40 a 5 dólares y el mercado no daba un duro por la fusión con Dynegy. Moody´s, S&P y Fitch quieren adaptarse ahora al ritmo de los mercados de renta variable, una decisión que puede disparar la volatilidad en los mercados de deuda.

“El análisis de la deuda a largo plazo deben ser revisados”, señala Curtis Shambaugh, responsable de bonos corporativos de Credit Suisse First Boston. No es de extrañar que los inversores en bonos hace tiempo que han dejado de fiarse de las calificaciones como instrumento principal. El jefe de crédito de Fitch, Robert Grossman, reconocía esta semana que la “utilidad (de las calificaciones) ha quedado desfasada”.

El mismo Grossman apuntaba los dos inminentes riesgos a los que se enfrentará el mercado: cambios constantes en la calidad del crédito, que incrementará la volatilidad en los mercados y “calificaciones más bajas respecto al nivel de los últimos 10 años”.

Las compañías temen una fuerte sacudida, pero las tres grandes firmas quieren tener definidos su nuevo mecanismo de revisión en breve.

S&P, de hecho, va a comenzar por las empresas en las que existe un gran diferencial entre el valor de mercado y la calidad asignada a su crédito.

Los analistas de esta compañía tomarán más en consideración los súbitos vaivenes en el precio de acciones y bonos.




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