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 DIRECTORIO   Domingo 21 de septiembre de 2003, número 188
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DEFICIT EN CIENCIA Y TECNOLOGIA
Ni presupuesto, ni ciencia, ni tecnología
Pese a que España está a la cola de la UE en inversión en I+D, el Ministerio de Ciencia y Tecnología ha dejado escapar más de 1.000 millones presupuestados, y no ejecutados, para proyectos científicos.
Por Pascual García y Elena Hita

Con los 1.020 millones que el Ministerio de Ciencia y Tecnología ha dejado de ejecutar de su presupuesto entre los años 2000 y 2002 se podrían haber creado 20.000 plazas de investigadores en el Centro Superior de Investigaciones Científicas. Hubiera sido posible multiplicar por equis al cuadrado las subvenciones a los proyectos aprobados en este periodo (duplicarlas costaría 328 millones de euros) o incrementar hasta niveles difíciles de imaginar los 1.000 contratos del programa Ramón y Cajal, que al Estado le cuestan 42 millones de euros.


Según las memorias anuales de actividades de I+D+i (investigación, desarrollo e innovación) de la Intervención General del Estado, en 2000, casi 400 millones de euros de la llamada Función 54 (investigación científica, técnica y aplicada) quedaron sin ejecutar.En 2001, la cifra se elevó a 420 millones de euros y en 2002, a 200. Esta situación se produce en un Ministerio en el que lo que sobra, desde luego, no es el dinero.


En su defensa, el Gobierno argumenta que las partidas sobrantes se deben a que las empresas no demandan las ayudas por «falta de cultura» respecto a la inversión en I+D.


La respuesta de las empresas es también contundente: el embrollo burocrático que no ha sido capaz de resolver el Ministerio en tres años y los retrasos en el cobro de las subvenciones han producido el «cansancio» de los supuestamente beneficiarios.


Tanto la comunidad científica como los empresarios de los sectores relacionados con la investigación y la innovación no ocultan su «decepción» por el tortuoso devenir del Ministerio de Ciencia y Tecnología, si no buque insignia, al menos sí fragata escolta del programa popular en las elecciones de marzo de 2000.


El Ministerio de Ciencia y Tecnología fue una apuesta de José María Aznar que, en su momento, recibió el aplauso de empresas, universidades y colectivos científicos. Sin embargo, tres años después, el discurrir de este departamento se queda a mitad de camino entre la prueba de relevos y el salto de trampolín. En estos 36 meses, el Ministerio de Ciencia y Tecnología ostenta el récord de haber dado cobijo a tres ministros, tres presidentes del CSIC o tres secretarios generales en política científica.


La suerte de sus tres máximos responsables ha sido dispar. Cuando se pregunta a empresas, representantes de la ciencia y oposición, se produce una curiosa coincidencia. De Anna Birulés nadie dice nada, sólo recuerdan que no tenía «peso político». De Josep Piqué subrayan que, cuando fue nombrado para este cargo, todo el mundo sabía que iba de paso y que, eso sí, consiguió aprobar la Ley General de Telecomunicaciones; de Juan Costa -el último inquilino del edificio situado en Castellana, 160- que no va a tener tiempo, por lo menos en los meses que restan de Legislatura, y que, quizás, su nombramiento tenga más que ver con las recompensas al vicepresidente económico que no llegó a sucesor que con el «conocimiento del medio».


Estimaciones políticas al margen, los programas políticos y las hemerotecas revelan algunas crudas realidades. El Gobierno, en su Plan Nacional 2000-2003, se comprometió a que en el presente ejercicio presupuestario España destinaría el 1,29% de su PIB a I+D. La realidad es que, a día de hoy, esta inversión no llega ni al 1%. La media europea se sitúa casi en el 2%.


Y esta anemia presupuestaria (España es el tercer país de la Unión Europea que menos invierte en I+D, sólo por delante de Grecia y Portugal) continúa engordando el histórico déficit científico-tecnológico español.


Según un informe realizado por el Banco de España, nuestro país ha incrementado en los últimos años su déficit tecnológico hasta en un 21%. Las patentes españolas, alerta el mismo estudio, son únicamente el 0,59% del total de las europeas. El índice de dependencia español pasó, entre 1996 y 2001, del 24% al 46%.


¿Y en qué se invierten los escasos recursos? Según el diputado socialista Jaime Lissavetzky, resulta curioso que mientras España está a la cola en Europa en lo que a inversión en I+D se refiere, ocupe el segundo puesto por arriba en inversiones en investigación militar. En este capítulo, España sólo es superada por Gran Bretaña. En 2003, el 34,3% del presupuesto, uno de cada tres euros, se destinó a gastos militares de I+D. En cifras absolutas, esto significa 1.372 millones de euros. Según la oposición, estas cifras encubren otra realidad, ya que la mayoría de estos gastos no pueden considerarse como I+D porque son para la fabricación repetitiva de unidades (Eurofighter 2000, fragatas F-100, aviones de combate P-3 Orión, carros de combate Leopard).


Los programas de investigación militar se van a ampliar en los próximos años con la puesta en marcha de proyectos como el de los helicópteros de ataque, el submarino S-80, el misil Meteor o el carro de combate Pizarro.


Este es el panorama en el que tendrá que lidiar el nuevo titular del Departamento, Juan Costa, que deberá impulsar la inversión en política científica y tecnológica si el Gobierno quiere cumplir el objetivo comunitario de situar el gasto en I+D en el 3% del PIB en el año 2010. Esa es una de las prioridades del Plan Nacional de I+D+i para el periodo 2004-2007, que Piqué promovió y que el Gobierno aprobará en breve, una vez recibido el dictamen, esta misma semana, del Consejo Económico y Social.


El ex secretario de Estado de Comercio y Turismo tendrá que afrontar importantes asuntos que no fueron capaces de solucionar sus antecesores: Anna Birulés y Josep Piqué. Por ejemplo, sacar adelante el Estatuto del Becario. Los científicos vienen reclamando la aprobación de este proyecto desde que se creó el Ministerio para que mejoren las condiciones contractuales de los investigadores, que, habitualmente, cobran poco y tarde. Según fuentes del sector, en España hay un total de 20.000 investigadores jóvenes.


Otros compromisos que Birulés y Piqué se dejaron en el cajón y que deberá afrontar Costa han sido la liberalización de la telefonía fija, la equiparación de España con la media europea en la implantación y el uso de Internet o la aprobación de una ley que regule el caos normativo del sector audiovisual.


Además, a corto plazo, el ex secretario de Estado de Comercio y Turismo tendrá que allanar las críticas de los competidores de Telefónica tras la guinda que puso Piqué a su gestión. El candidato a la presidencia de la Generalitat de Cataluña anunció una subida de la cuota de abono de la operadora dominante, lo que, directamente, conduce a una rebaja de tarifas. Esto obliga a la competencia a reducir también las suyas en un momento en el que los estrechos márgenes están ahogando a las compañías.


«Que se liberalicen los precios ya», pide Jesús Banegas, secretario general de la patronal del sector, Aniel. La fecha la ha fijado el ministro de Economía, Rodrigo Rato, para 2005. «Los precios de las telecomunicaciones han bajado muchísimo, porque para el Gobierno es más fácil intentar ajusta la inflación con este servicio que con los que realmente suben, como hoteles o bares», critica Banegas.


Durante el año que se mantuvo Piqué en esta cartera, consiguió aplacar las críticas del sector sobre su predecesora Anna Birulés, flexibilizando los avales y alumbrando la nueva ley que regula este mercado y que está a punto de regresar al Congreso. Sin embargo, se han quedado en el camino varios compromisos. Además de la futura política tarifaria, queda pendiente la liberalización del bucle local -Telefónica lo ha abierto pero la competencia tiene que invertir en redes- y poner en marcha la factura única.


En el panorama audiovisual no se esperan, de momento, progresos significativos ni en el desarrollo de la nueva ley ni en el relanzamiento de la Televisión Digital Terrestre (TDT). Aunque sí se prevén cambios que suavicen las limitaciones accionariales de las televisiones concesionarias en la Ley de Acompañamiento de los Presupuestos de 2004.


Sobre la ley audiovisual, el Gobierno ya dejó claro en junio pasado que no había «tiempo político» para consensuar una norma de tal calado en el Parlamento. Y eso que el antecesor de Costa hizo lo indecible para sacar una norma para ordenar el caos regulatorio del sector. Algunas de las apuestas del ex ministro, como la limitación de la publicidad en RTVE, lo que hubiera implicado un mayor endeudamiento del Ente, se toparon con la oposición de los ministerios de Economía y Hacienda. Ahora, el sector confía en que Costa, al menos, avance en el consenso sobre la futura Ley de la Radio y la Televisión y en el lanzamiento de la televisión digital terrestre «para que, en la próxima legislatura, sea más fácil alumbrar ambos proyectos».


«Ciencia y Tecnología, en lo que al sector audiovisual se refiere, ha sido un Ministerio fallido», sentencia un ejecutivo del sector que considera que los proyectos que puede impulsar Costa en estos meses se reducen al Reglamento sobre el coeficiente de inversión del 5% en cine nacional y la regulación sobre la contraprogramación, esto es, la obligación de anunciar con 11 días de antelación el contenido de las parrillas televisivas.


El Internet para todos, lema del programa que pretendía generalizar el uso de la red en España, fue un fracaso. El plan Info XXI, que Birulés anuncio a bombo y platillo, no dio los resultados esperados. Luego, Piqué dotó el recientemente aprobado programa España.es con 1.092 millones de euros. Será a Costa a quien le toque ahora impulsar este plan para aumentar el uso de la Red en los hogares, que se sitúa en el 18% frente a la media europea que alcanza el 39%.


Si la gestión de Birulés será recordada por el espectrazo -en alusión al astronómico canon impuesto a la tecnología de UMTS-, y la de Piqué por dar un balón de oxígeno al sector de las telecomunicaciones y ahogar las esperanzas de un sector audiovisual atrapado en una maraña de normas; Costa tiene ante sí el reto de sacar a España del furgón de cola en I+D.


 LA INVERSIÓN ESPAÑOLA EN CIFRAS
 GASTO INTERNO DE LA ADMINISTRACIÓN POR INVESTIGADOR


OTRAS CLAVES

MANIFIESTO POR LA CIENCIA

Denuncia de 3.000 científicos.
Un año más, los investigadores se han unido para exigir que la Administración considere a la Ciencia española como «una cuestión de Estado». Los expertos tachan de «inoperante» la labor de los responsables de esta materia y alertan sobre la «grave» situación que atraviesa el sector.El documento critica la «ausencia de una política científica bien definida por parte del Gobierno, que está conduciendo a la Ciencia española a un desastre sin precedente en los últimos años. Este hecho se constata en la disminución de los recursos destinados a I+D». La denuncia da ejemplos de esa inoperancia en «los plazos para la adjudicación de becas y proyectos, el sistemático recorte en las dotaciones de los proyectos de investigación y el absurdo retraso en su percepción». El manifiesto por la Ciencia concluye demandando un «aumento de la fracción del PIB dedicada a la investigación que nos iguale a la media de la UE a corto plazo».



UN MINISTRO MAS JOVEN

Una carrera vertiginosa.
Juan Costa, 38 años de edad y dos ministerios en su Currículum, el de Hacienda y ahora el de Ciencia y Tecnología.Este licenciado en Derecho y master en asesoría empresarial, ex batería de rock, aficionado al ciclismo y al esquí, se presentó hace una década como diputado por Castellón. Desde entonces, Costa, cuya carrera política se ha desarrollado a la sombra de Rodrigo Rato, no ha dejado de subir. A los 31 se convirtió en el titular del cuerpo de inspectores para recalar a los 35 en la secretaría de Estado de Comercio y Turismo. En Hacienda, llevó a cabo la primera reforma fiscal del PP con reducción de impuestos y salió indemne cuando se destapó el supuesto escándalo de un amnistía fiscal socialista por valor de 1.200 millones de euros. Ahora, en Ciencia y Tecnología, Costa tiene el reto de consolidar una cartera impulsada por Aznar.



PUGNA ENTRE FRANCIA Y ESPAÑA POR EL ITER

La energía del sol en un reactor.
Este proyecto es uno de los más ambiciosos desde el punto de vista científico y económico.Si se demuestra que la fusión nuclear es tecnológicamente posible, el ITER supondrá la generación de una fuente de energía inagotable, segura y barata, que moverá unos 4.500 millones de euros en inversiones, sólo durante la fase de construcción, y creará 10.000 puestos de trabajo directos y 100.000 indirectos. Japón y Canadá han presentado sendas candidaturas y la UE ha de elegir entre Francia y España. La decisión de qué país albergará la sede del ITER se anunciará antes de fin de año. Fuentes del sector inclinan la balanza hacia Vandellós (Cataluña) ya que contaría con el apoyo del todopoderoso EEUU, entre otros. Si España se lleva el gato el agua sería todo un hito. Costa, como responsable del Ministerio donde se engloba este proyecto, pondrá toda la carne en el asador para lograrlo.



UN PASO ADELANTE EN EL PLAN DE I+D+i

El CES aprueba el programa.
Si todo va sobre el calendario previsto, en octubre el Ministerio dará luz verde al Plan Nacional de I+D+i para 2004-2007. El Consejo Económico y Social (CES) acaba de emitir su dictamen preceptivo en el que se afirma que «la única manera de corregir el retraso actual de España es incrementar significativamente la inversión en I+D+i, tanto en el sector público como en el privado». El CES reconoce que «la amplitud de objetivos propuestos, en un marco presupuestario reducido, puede restar credibilidad al Plan Nacional y poner en entredicho sus posibilidades de actuar como referente de la política científica y tecnológica del Estado». Por eso, este organismo insiste en la integración de los recursos financieros dentro de una ley de financiación plurianual del Plan. El CES concluye que el nuevo plan es de «indiscutible importancia para la mejora de la competitividad de la economía española».


QUE INVENTEN ELLOS
TOM BURNS MARAÑON

Es triste que lo único que se ha conocido del paso, ciertamente breve, de Josep Piqué por el Ministerio de Ciencia y Tecnología fue su fracaso a la hora de sacar adelante una Ley audiovisual. De su predecesora en el cargo, y vieja amiga, Anna Birulés, se recuerda tres cuartas partes de lo mismo. Y ¿qué hará el presente inquilino de este malhadado Ministerio? Al menos Juan Costa tendrá excusas para no conseguir nada con esta cartera gafe: no tiene ni tiempo ni presupuesto para tomar iniciativas.


Es triste todo esto pero es, sobre todo, indignante. En los tiempos que corren un Ministerio de Ciencia y Tecnología debería ser la perla de cualquier gobierno que se precie y la meta preferida de quienes deseen conducir políticas a largo plazo para el bien común. La inversión en Ciencia y Tecnología genera crecimiento y empleo, conocimiento y bienestar. Es una apuesta por las Tecnologías de la Información que han cambiado, y seguirán cambiando, nuestra manera de trabajar y es, sobre todo, una apuesta por la Biotecnología que tiene ya, y va a tener progresivamente más, un impacto revolucionario en los campos de la medicina y de la agricultura.


Los que están realmente indignados son los que componen la comunidad científica. Los investigadores tienen poco interés en el reordenamiento del sector audiovisual y absolutamente ninguno por el desvío de fondos de su Ministerio hacia la industria de Defensa. Con creciente enfado han comprobado que en los últimos años la niña bonita de la cartera de Ciencia y Tecnología ha sido la ciencia aplicada (a carros de combate, por ejemplo) en detrimento de la ciencia básica, auténtico motor de la innovación, que desarrolla el mundo académico. Seguimos en aquéllo de que inventen ellos.


ENTREVISTA | JAIME LISSAVETZKY
«Para Aznar Ciencia y Tecnología no es una prioridad, es el Ministerio 'maría'»
El diputado socialista exige al Gobierno que cumpla sus compromisos de gasto en I+D y que destine más presupuesto para dar salida a los más de 20.000 investigadores que están en una situación precaria.

El diputado socialista por Madrid y portavoz de la Comisión de Ciencia y Tecnología del Congreso denuncia que el Ministerio que ahora dirige Juan Costa no es una prioridad para el Gobierno.Jaime Lissavetzky critica la gestión de sus antiguos titulares y exige más recursos para la comunidad científica.


Pregunta.- ¿Qué balance hace el PSOE de los últimos tres años del Ministerio de Ciencia y Tecnología?


Respuesta.- Desgraciadamente, un balance negativo. Esta cartera generó muchas expectativas, pero el paso de los años ha demostrado que ha sido un instrumento ineficaz por la falta de proyecto de política científica del Gobierno. El Ministerio de Ciencia y Tecnología ha sido una maría que ha utilizado el Presidente para dar salida a políticos como Piqué, un ministro con fecha de caducidad y dedicación a tiempo parcial. Además, se han producido errores de partida y de bulto, como dejar fuera de su ámbito de actuación a las universidades, cuando suponen más del 60% de la producción científica en este país. Además, ha habido una pésima gestión.


P.- ¿Que compromisos se han cumplido y cuáles no?


R.- Se ha producido un fundamental y grave incumplimiento: no han cumplido la ejecución del Plan Nacional (2000-2003). Según cifras del INE reconocidas por todo el mundo, este plan garantizaba que España llegaría al 1,29% del PIB de gasto en I+D en 2003 y, a día de hoy, no llegamos ni al 1%. El último dato oficial conocido, el de 2001, es que en ese ejercicio nos gastamos el 0,96%, mientras que la previsión del plan era del 1,23%.


P.- ¿Qué tiene que ver en todo esto la política de equilibrio presupuestario aplicada por el Gobierno?


R.- En éste, como en otros capítulos somos reos de la obsesión por el déficit cero, que, al final suelen acabar pagando los más débiles. Lo que está claro es que esta no es una prioridad presupuestaria para el PP. Así se demuestra en los nombramientos que ha hecho y en la escasez de recursos presupuestarios. Si además, el ministro de turno es débil, como en el caso de la ministra Birulés, te encuentras con unos presupuestos rácanos atenazados por el síndrome del déficit cero y una incapacidad absoluta en la gestión.


P.-Sin embargo, el Ministerio de Hacienda, repite, y lo hace también ahora respecto al Presupuesto de 2004, que una de sus prioridades va a ser la investigación.


R.- En este país faltan recursos y sobran discursos. Las cifras cantan. No se ha cumplido el Plan Nacional, hay una carencia de plazas. En el Consejo Superior de Investigaciones Científicas se han creado 60 plazas de investigadores entre el pasado año y este, y ha habido en torno a 30 jubilaciones, hay en torno a 30 plazas netas. ¿Cómo absorber e integrar a los 20.000 investigadores jóvenes que tenemos con estas políticas?


P.- En su opinión, que supone la llegada de Juan Costa al Ministerio.


R.- Si alguna vez el presidente del Gobierno reflexionara se daría cuenta de que la imagen que se está dando ante los investigadores y la sociedad no es la más adecuada. Da la impresión de que por este Ministerio pasan personas a las que se quiere premiar o a las que se quiere tener entretenidas, con fecha de caducidad, para que luego pasen a otros destinos. Lo cierto es que a Costa le quedan seis o siete meses y la primera forma de medir sus intenciones van a ser los próximos presupuestos. Parece difícil que alguien que no conoce ni tiene una relación directa con el sistema pueda hacer grandes cosas en ese tiempo.


P.- Qué alternativa de gestión plantea del PSOE.


R.- Nosotros abogamos por la creación de una Agencia de Financiación.No es de recibo que los investigadores, en muchos casos, tarden más de un año en recibir la financiación de los proyectos. En muchos casos, se tienen que ir a los bancos a pedir préstamos.Los becarios tardan en cobrar... Hay que marcar las prioridades de esa gestión, que tienen que ser los investigadores. Hay que buscar salida a los más de 20.000 jóvenes investigadores que están en situación precaria y que constituyen el 25% del sistema.Tenemos que seguir haciendo apuestas para reforzar lo que es el sistema público de investigación y permitir que el conocimiento allí generado se transfiera al sector productivo.


 
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