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 DIRECTORIO   Domingo 6 de junio de 2004, número 226
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INTERNACIONAL
China sufre un ataque de déficit energético
En sólo 10 años el gigante asiático ha pasado de autoabastecerse a ser uno de los mayores importadores de crudo del mundo.
Por J. P. Cardenal / Shanghai

A la economía china le sobra pólvora y le falta mecha. Crece a un ritmo explosivo -9,1% en 2003 y 9,7% en el primer trimestre de este año- y el consumo anda desbocado. De hecho, China es ya el tercer mercado automovilístico del mundo, el primer productor de acero y el primer consumidor de cemento. Pero la voracidad económica del gigante asiático tiene ya su inevitable consecuencia: un preocupante déficit de energía.


En 24 de sus 31 provincias se han producido, desde el año pasado, apagones o serios recortes de electricidad que han afectado por igual a parques industriales y zonas residenciales. La necesidad de energía es tal que, en sólo una década, China ha pasado de ser autosuficiente, e incluso exportar parte de su producción doméstica de petróleo, a ser uno de los mayores importadores mundiales de crudo. En la actual sensación de inseguridad energética, China necesitará de mayores y mejores recursos energéticos para que las ruedas de la llamada fábrica del mundo sigan moviéndose.

«La expansión económica china choca de plano con su escenario energético global, plagado de cuellos de botella», advierte Scott Roberts, director en Beijing de la consultora Cambridge Energy Research Associates (CERA). «Es uno de los desequilibrios más serios que sufre el país. Aunque no creemos que desemboque en una crisis, ejercerá probablemente de freno natural al rápido crecimiento en determinados sectores y regiones. El Gobierno chino está tratando de hacer más flexible y eficiente el sistema energético, a la vez que aborda el futuro con enormes inversiones en proyectos energéticos».

Según la Agencia Internacional de Energía, China necesitará invertir 1,17 billones de euros entre 2001 y 2020 para paliar su déficit energético. Antes de que acabe 2004, el país pretende aumentar su producción energética un 20%, para lo que deberá destinar a este sector el 20% de su inversión industrial.

La creciente demanda ha convertido al país asiático en el segundo consumidor de petróleo del mundo, superando a Japón, y se estima que en 2030 alcanzará incluso a Estados Unidos. De hecho, China importa ya un tercio del crudo que consume: 91 millones de toneladas en 2003 y se prevé que otros 110 millones este año. Preocupada por su dependencia del petróleo exterior, al que Oriente Próximo destina la mitad de sus importaciones, China se ha apresurado a diversificar sus suministradores. Ha firmado y financiado proyectos a largo plazo -como el oleoducto de Kazjastán a la provincia oeste de Xinjiang- con Arabia Saudí, Sudán, Irán, Venezuela o Azerbaiyán.

Actualmente, China mantiene un pulso abierto con Japón por hacerse con el petróleo ruso de Siberia. La estrategia energética de ambos países persigue que el oleoducto proyectado por Rusia para la explotación petrolífera siberiana alcance su territorio. La decisión, que se tomará en los próximos meses, representaría, de ganar China, una alianza natural entre el principal exportador y el mayor importador de petróleo de Asia. El oleoducto, de 1.400 millas y un coste estimado de 2.324 millones de euros, alcanzaría el corazón industrial del noreste de la República Popular. No obstante, la entrada en escena de Japón, dispuesto a financiar gran parte de un oleoducto ampliado -costaría más del doble y tendría 900 millas más-, puede modificar el rumbo ruso.

Mientras, China precisa de una solución urgente a los continuos recortes de electricidad, fruto de un desequilibrio del 10% entre demanda y producción. Según la Comisión Estatal de Regulación Eléctrica, la República Popular sufrirá en 2004 un déficit de 20 millones de kilowatios, que se sentirá especialmente en el este y sur del país. Con el consumo eléctrico creciendo al 4,3% en los próximos 20 años, China necesita una inversión multimillonaria, que ya está acometiendo: hay 30 proyectos previstos, 17 de ellos ya en marcha, entre ellos el gran proyecto hidroeléctrico de las Tres Gargantas que concluirá en 2009.

Por su parte, China ha debido desempolvar viejos proyectos de energía atómica, cancelados en el pasado, por su voraz apetito eléctrico y por su dependencia creciente de las importaciones de crudo y gas. Están previstas 20 nuevas centrales nucleares hasta 2020, a añadir a las ocho actuales, aunque una vez concluidas sólo aportarían el 4% de las necesidades energéticas del país.

Con estas iniciativas, China se ha convertido en un mercado potencial de lujo para los grandes jugadores del sector atómico: Estados Unidos, Francia, Rusia y Canadá, principalmente. Este mismo año China designará su apuesta tecnológica para la construcción de las cuatro primeras, una carrera que ha provocado un lobby político internacional al más alto nivel y que ha situado a la estadounidense Westinghouse y a la francesa Areva como principales favoritas.

Por último, más allá de proyectos más locales con energías alternativas -eólica y solar-, también hay proyectos de gaseoductos para transportar gas natural desde Asia Central (un oleoducto de 4.000 kilómetros desde Kazjastán hasta el este de China está ya parcialmente operativo y se completará antes de 2005) y para racionalizar y mejorar la no del todo eficiente distribución de carbón.




 
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