EL MUNDO / Domingo 10 de octubre de 1999 / Número 2


 

EMPRESAS

Total-Fina rompe el equilibrio en Cepsa
El nuevo socio de control de la petrolera española ya hace planes de futuro pese a las dudas de Bruselas

JULIAN GONZALEZ

Cepsa cambiará de pareja el próximo 15 de octubre. Entonces, habrá concluido el plazo de la Oferta Pública de Adquisición de Acciones (OPA) lanzada por Total-Fina sobre Elf Aquitaine, y se conocerá si la primera se hace con el control de la segunda. En ese caso, Total-Fina pasará a controlar un 44% del capital de Cepsa y Elf-Aquitaine dejará de ser el socio de referencia.

La situación en la que quedará Cepsa y el futuro de la empresa española no están claros. Todos los cambios que puedan producirse estarán en función de la OPA que, presumiblemente, la compañía francesa deberá lanzar sobre un 10% del capital de Cepsa. En ese caso, Total-Fina pasaría a tener un 54% de las acciones y el control de la sociedad. Otra de las alternativas que se barajan es que Total-Fina decida reducir su capital al 25% y que el accionariado permanezca invariable.

En cualquiera de las dos opciones, la empresa dispone, según la ley, de un plazo de seis meses para decidir si eleva el capital o lo rebaja. La petrolera ratificó en su día que lanzaría una OPA sobre Cepsa una vez concluyera la compra de Elf. Pero la decisión podría variar si Bruselas pone muchas trabas a la operación en Francia. La Comisión considera que el pacto genera problemas tanto en lo referente al número de gasolineras que ambas controlan como en el negocio de lubricantes y de gas natural. En ese caso, Total estaría obligada a vender alguna de las redes de estaciones de servicio.

A falta de aclararse todos estos puntos, los otros tres partenaires que dominan el capital de Cepsa ­BSCH, Unión Fenosa y el grupo Ipic­ no se han pronunciado oficialmente sobre los efectos que supondrá la entrada del nuevo socio. Es cierto que han dejado entrever algunas de sus intenciones. Tanto el BSCH como Unión-Fenosa ­entre ambos controlan un 26,5% de las acciones­ apuestan por la gestión y el equipo que lleva las riendas de la sociedad. Estiman, en cambio, que con la entrada de los nuevos accionistas el equilibrio podría romperse.

Con los deberes hechos

El nuevo accionista llega con los deberes hechos. En Total-Fina piensan que deberá potenciarse el plan estratégico de Cepsa y extender sus redes al exterior. Entienden, además, que habrá que potenciar el mercado gasista, una parcela por la que la compañía lleva peleando desde hace tiempo con Gas Natural y Repsol.

La empresa ha mantenido un continuo proceso de expansión ­en los últimos cinco años han invertido 250.000 millones de pesetas­, y ha diversificado sus fuentes de suministro de crudo, pero "no ha logrado meter la cabeza en el gas". Lo único que ha conseguido es iniciarse en el negocio del butano y comenzar ­sin gran entusiasmo­, a competir con Repsol en la distribución de la bombona.

La compañía considera que esta circunstancia no se debe tanto a que no haya apostado por este sector, sino a los retrasos en la liberalización. El equipo directivo tiene el convencimiento de que la compañía está bien encauzada. En los últimos años no ha dejado de ganar dinero ­38.038 millones de pesetas en 1998­ y se mantiene como la segunda compañía del país, por detrás de Repsol, aunque distanciada de BP y Shell.

En plena tormenta de la OPA, el presidente de Cepsa, Carlos Pérez de Bricio, no ha disfrutado de unas vacaciones muy tranquilas. Parte del mes de agosto lo ha pasado en su despacho removiendo papeles y estudiando diferentes alternativas de futuro para el nuevo holding petrolero que se creará tras la OPA. Tanto el BSCH como Unión-Fenosa están convencidos de que perderán fuerza. En la compañía se piensa que el mercado español puede no ser prioritario para Total y que, por ahora, la compañía que preside Thierry Desmarest tiene otros objetivos.

La impresión que subyace en Cepsa es que se trata de un nuevo accionista que, de momento, quiere mantener el estatus actual. Una segunda opción, que ha sido descartada por todas las partes, es que los nuevos accionistas se propongan una revolución en el consejo y en el equipo.

Independencia

En los nueve años que llevan en la empresa, Elf Aquitaine ha dejado total independencia a los directivos de Cepsa, sin cuestionar los planes estratégicos de la compañía. Durante todo este tiempo, la gestión ha sido española. Ni Alfonso Escámez cuando era presidente de Cepsa, ni tampoco Pérez de Bricio desde que tomó las riendas tras el fallecimiento de Luis Magaña, han sufrido algún tipo de presión por parte de Elf.

Tanto la estrategia de inversiones como los planes de expansión han sido ejecutados desde la propia sede de la compañía. A excepción del logotipo de las gasolineras, donde Elf ha introducido su marca, en el resto de las actividades ambas sociedades se han movido de forma independiente. En el negocio de los lubricantes, por ejemplo, Cepsa va por un lado y Elf Aquitaine camina por otro.

Aparte de las estrategias, la dirección de Cepsa ha funcionado siempre bajo un modelo de consenso, y tanto su presidente, Carlos Pérez de Bricio, como los dos vicepresidentes, Angel Corcóstegui y Antoine Jonglez, son producto de un pacto de no agresión entre los socios. A sus 71 años, Pérez de Bricio acapara todo el poder y apenas delega funciones. Sus colaboradores lo definen como una persona que manda. "Se tizna la cara de petróleo si hace falta", afirman.

En estos momentos, lo único que hay claro y donde coinciden las fuentes consultadas es que la integración de Total-Fina y Elf podría afectar al statu quo del mercado de gasolinas en España. El número de estaciones de servicio en el país ronda las 7.000, de las que unas 3.500 son de Repsol. Cepsa, el segundo operador, tiene una red de 1.700 puntos de venta.

Fuentes del PSOE afirman que la operación afectará, primero, a la propia Cepsa. Y, en segundo lugar, a Repsol. "No se trata de un pequeño inversor, sino de un monstruo que dispone de todos los elementos financieros para acorralar a cualquier competidor".

Nueve años de pareja

Contrariedades del destino. El primer matrimonio Cepsa-Elf Aquitaine apenas ha durado nueve años. El 20 de julio de 1990, el flamante presidente de Cepsa, Alfonso Escámez, y su homólogo francés, Loïk Le Floch, firmaban en la misma sede del Banco Central un protocolo de intenciones, según el cual la multinacional francesa desembolsaría 73.000 millones de pesetas por la compra del 25% del capital de la compañía y el 3,2% de las acciones del BCE. Era la primera piedra de un proyecto que con el paso del tiempo iría agrandándose. En el documento se especificaba que la compra del 25% debía realizarse en dos fases. Una primera, en la que Elf Aquitaine compraría un 20,5%. Y una segunda ­el 4,5% restante­ que se realizaría en 1991.

Se abría una etapa en la que unos y otros se prometían respeto mutuo. Sin ninguna amenaza de invasión y donde lo único que ambas partes anunciaban eran acuerdos de colaboración. Para no levantar suspicacias, el gobierno socialista obligaba incluso al Banco Central a mantener un 10% del capital de Cepsa por encima de Elf. El banco mantenía así su cuota de poder y ponía límites a la influencia de los socios franceses. Según el acuerdo, la multinacional estaba obligada a informar siempre de sus intenciones al consejo.

Caballero blanco

Con la entrada de los franceses, la compañía española veía cumplido uno de los objetivos que perseguía desde hace tiempo: aliarse con un gran holding petrolero. Pese a que contaba con un socio suministrador de crudo ­el grupo Ipic­, necesitaba un experto en lides comerciales. Elf, por su parte, lograba introducir su marca a través de la red de gasolineras de Cepsa.

Así es como se crearon en los primeros años noventa dos grupos petroleros en España: uno público en torno a Repsol y otro privado en torno a Cepsa. Pero con una salvedad: sólo una de estas dos empresas estaba controlada por capital español. Petromed había caído en las garras de BP, y en Cepsa se permitía la entrada de un caballero blanco que, a la postre, se haría con el mando.

Al final, el destino ha demostrado que el pez grande acaba comiéndose al pequeño y que los diseños de despacho no siempre se cumplen. Los franceses son ahora los primeros accionistas con un 44% de las acciones de la empresa, por delante del BSCH. Las circunstancias han querido también que la titularidad pueda cambiar de manos. Y que al final, la pequeña Cepsa vaya a convertirse en la gran Total, si prospera la OPA sobre su competidora Elf-Aquitaine.

 


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