EL MUNDO / Domingo 14 de noviembre de 1999 / Número 7


 

HECHOS & IDEAS / DE PERFIL

MICHEL CAMDESSUS
La élite de la ENA

ALVARO TIZON

Michel Camdessus, que esta semana dimitió de su cargo de presidente del Directorio Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI), encarna como pocos esa élite de administradores de cultura enciclopédica, a medio camino entre la política y la economía, que produce la selecta École Nationale d'Administration: un enarca.

Nacido en Bayona (Francia) en mayo de 1933, políglota, experto en Fray Luis de León y Santa Teresa de Jesús, doctor en Derecho y en Economía, Camdessus ha dedicado toda su vida al servicio de los intereses públicos, primero en su propio país, luego en la entonces Comunidad Económica Europea y, más tarde, en el Fondo Monetario Internacional, que durante su dilatada gestión se ha convertido en el embrión de una autoridad de todo el sistema económico mundial, capaz ­al menos en teoría­ de supervisar la estabilidad financiera e imponer políticas ortodoxas desde el antiguo bloque soviético al Sudeste Asiático, pasando por América Latina.

Mucho antes, con solo 27 años, el joven Camdessus abandonó su pasión por la mística española e ingresó en el Departamento del Tesoro. Seis años más tarde, en 1966, se trasladó a Bruselas para integrarse en la delegación francesa en la CEE. Y, en pleno Mayo del 68, volvió a París. Lejos de las barricadas, se instaló en su antigua casa: el Departamento del Tesoro, ocupando sucesivamente los cargos de subdirector, director adjunto y director, hasta 1982. Tras la formación del Gobierno socialista, el propio François Mitterrand le llamó a su círculo de allegados y le nombró vicegobernador del Banco de Francia. Cuatro meses más tarde, Camdessus accedía al cargo de gobernador.

En 1986, fue nombrado director del FMI, una responsabilidad en la que fue elegido por sucesivos mandatos, el último hasta el año 2002. Cada vez más enfrentado al secretario del Tesoro de EEUU, Lawrence Summers, Camdessus optó el martes por interrumpir su carrera alegando "motivos personales". La batalla por su sucesión aún está abierta.

 


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