Sábado, 29 de enero de 2005. Año XVII. Número: 5.528.
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El estadio divide a la Gran Manzana
Nueva York. El alcalde, Michael Bloomberg, pone en juego su carrera política para conseguir levantar, en el Oeste de Manhattan, la instalación estrella de la candidatura
FELIPE CUNA. Especial para EL MUNDO / Nueva York

Michael Bloomberg quiere pasar a la historia como el alcalde que lleve a la Gran Manzana hacia sus primeros Juegos Olímpicos y por eso presiona para lograr que el estado de Nueva York apruebe la construcción de un estadio en el Far West, el Lejano Oeste de Manhattan, aunque en ello le vaya su carrera política.

Los responsables de Nueva York 2012 saben que sin estadio no tienen posibilidades de que los ojeadores del CIO consideren seriamente a esta metrópoli como aspirante por delante de París y de Madrid, las dos grandes favoritas. «El alcalde quedó impresionado durante su viaje a Atenas este verano con la forma en la que las obras olímpicas han cambiado a la ciudad y quiere que lo mismo suceda aquí», reconoce Edward Skyler, el portavoz del Ayuntamiento.

La construcción del campo, diseñado originalmente para que los Jets, de la Liga de Fútbol Americano, jueguen en Nueva York, ha sacado a la superficie la lucha política que existe detrás de la candidatura olímpica. Además, las obras han entrado directamente en las elecciones municipales y los ataques entre los candidatos que quieren la construcción de las instalaciones deportivas y los que dicen que es un despilfarro del dinero público demuestran la desunión que existe en la Gran Manzana.

Una reciente encuesta reafirma la frialdad con la que los neoyorquinos ven el asunto. El 55% de los 1.027 ciudadanos consultados está en contra de la construcción del campo y un 25% de ellos asegura que, debido al apoyo que ha dado al proyecto, no votarán a Bloomberg.

Fernando Ferrer, el candidato demócrata con más aspiraciones a la Alcaldía, pide un referéndum popular en noviembre para que los ciudadanos decidan si la ciudad debe pagar 300 millones en impuestos del presupuesto final de 1.400 millones de dólares que costará la nueva edificación. Los neoyorquinos pagarán el doble porque además de los 300 millones en impuestos locales deberán desembolsar otros 300 millones en impuestos del estado que también apoya las obras.

Nueva York no es un lugar en paz cuando se habla del estadio que será construido mirando al río Hudson, en una zona hoy de vías de tren donde se amontonan los vagones vacíos. Skyler, el portavoz de Bloomberg, dice que si el referéndum se produce será la señal decisiva para que el CIO se olvide para siempre de las aspiraciones de Nueva York en el 2012: «No se va a producir porque, legalmente, las tierras no son del Ayuntamiento, sino del estado y es en Albany (la capital del estado de Nueva York) donde se debe tomar la decisión. Retrasar las decisiones sobre el estadio acabará con nuestras posibilidades de lograr los Juegos», dice.

Cuando el debate sale de la Gran Manzana para marcharse a Albany y al parlamento estatal, el alcalde sigue metido en problemas.Quien le apoya es George Pataki, el gobernador del estado, y se encuentra con la oposición y el malestar de Sheldon Silver, el presidente de la Asamblea Estatal. «¿Por qué quieren darse tanta prisa? Los Juegos tienen la culpa de todo y no entiendo muy bien porque quieren construir en 2005 un estadio para los Juegos de 2012», dice Silver.

Daniel Doctoroff, el hombre que dirige los esfuerzos de Nueva York 2012, sí tiene prisa porque dentro de menos de tres semanas un equipo de ojeadores del CIO visita la ciudad para conocer su infraestructura y el Ayuntamiento quiere una solución sobre el estadio. Por eso presiona a Silver para que desbloquee el debate en el parlamento estatal y haya una recomendación positiva de la Junta de Control de las Autoridades Públicas, un comité dependiente de la Asamblea Estatal y que debe aprobar el próximo 16 de febrero las obras.

Hay todavía más obstáculos para Bloomberg porque hay dos demandas ante los tribunales que cuestionan el uso de dinero público en la construcción de las instalaciones. Los opositores al estadio confían en que los tribunales retrasen la colocación de la primera piedra hasta después del 6 de julio, cuando el CIO decida la sede de los Juegos del 2012. Piensan que entonces, cuando ya no haya presiones olímpicas porque seguramente Nueva York no será la seleccionada, el estadio morirá para siempre.

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