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 DIRECTORIO   Jueves, 07 de Abril de 1994, número 102
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SALUD NATURAL.
No tan siniestra
GONZALO CASINO

Ser zurdo en un mundo hecho a la medida de los diestros da sin duda
muchos problemas, pero la zurdería no parece ser tan siniestra como apuntaban
algunos estudios científicos.

La polémica conclusión de un estudio que ponía de
manifiesto que los zurdos mueren nada menos que nueve años antes que los
diestros ha sido finalmente refutada por nuevas investigaciones. Aunque, a la
luz de la ciencia, los zurdos siempre han llevado las de perder en cuestiones
de accidentalidad y duración de la vida, las cosas nunca habían llegado tan
lejos como en el trabajo que publicaron Stanley Coren y Diane F. Halpern el 4
de abril de 1991 en The New England Journal of Medicine. En este artículo se
reflejaba que los zurdos viven por término medio nueve años menos que los
diestros (75 frente a 66, siendo la diferencia mayor entre los hombres que
entre las mujeres), y que tienen un riesgo seis veces más alto de morir en un
accidente de cualquier tipo y cuatro veces mayor en un accidente de tráfico.
Tres años después, el estadístico Lauren Harris, de la Universidad de Michigan
(Estados Unidos), tras revisar el trabajo de Coren y Halpern, ha comprobado que
las diferencias observadas entre zurdos y diestros no son significativas, según
se informa en un reciente número de la revista New Scientist. Una suerte
similar ha corrido un estudio del investigador británico John Aggleton llevado
a cabo con más de 3.000 jugadores de cricket nacidos desde 1864. Las
diferencias observadas eran menores, pero ha sido refutado por el estadístico
Martin Bland, del Hospital San Jorge, de Londres, debido a sus errores
metodológicos, reconocidos finalmente por el autor del estudio.


Esta sucesión de réplicas y contrarréplicas, además de salpimentar el camino de
la ciencia, lo que muestra más a las claras es que, por muy sujetos que deban
estar los trabajos a las reglas de la estadística, siempre hay margen para el
error. Cuando la metodología no es la apropiada y el error no está debidamente
acotado, los resultados son sencillamente engañosos, como parece que es el caso
de estos trabajos sobre los zurdos. De todas formas, hay muchas otras
investigaciones que avalan no tanto la menor esperanza de vida de los zurdos
como su mayor tasa de accidentalidad. En eso, al menos, no parece haber
discrepancias: los zurdos tienen más accidentes sencillamente porque muchos
artilugios pensados para los diestros se convierten en una trampa, a veces
peligrosa. Por lo que se ve, la minoría zurda (aproximadamente entre un 10 y un
15% de la población) no está organizada como, por ejemplo, los homosexuales y
otros colectivos que no están dispuestos a que se pisoteen sus derechos. Cuando
Clinton, Bush y Perot, los tres zurdos, aspiraban a la Presidencia de Estados
Unidos, alguien apuntó que eso era una buena señal y que las cosas podrían
mejorar. Pudiera ser que los estadísticos citados también sean zurdos, porque
está más que comprobado que la ciencia se mueve a veces por intereses así de
caprichosos.



 
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