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 DIRECTORIO   Jueves, 11 de Mayo de 1995, número 154
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El escáner
El test de la araña
GONZALO CASINO

TODAS las patentes son obligatoriamente originales, pero algunas llaman
la atención por ser tan condenadamente simples que cualquiera podría haber
tenido la ocurrencia.

Su mecanismo es tan simplón como el de un chupa-chups o
el de una fregona, dos felices y prácticos inventos españoles de los que podría
decirse que si no existieran habría que inventarlos. Muy a menudo lo más obvio
y elemental está todavía por descubrir, y lo que en principio parece raro puede
acabar resultando de lo más útil e imprescindible. El año pasado, los
evaluadores de patentes en el Reino Unido se encontraron con una idea tan
original como extravagante: una escalera para arañas. El invento en cuestión
era la respuesta humana más obvia para dar salida a las arañas que quedan
atrapadas en la bañera incapaces de trepar por su deslizante pared (si al final
de la escalera está la libertad o una trampa aracnicida, ésa ya es otra
cuestión). La invención era sin duda original y seguramente merecedora de una
patente, aunque está por ver cuál será su porvenir comercial. Mucho más
prometedora resulta, en cambio, otra original idea difundida recientemente y
que tiene que ver con las arañas, la investigación y la salud. Su principio es
bien sencillo: se trata de drogar arañas con diferentes sustancias y observar
qué pasa con la tela, esto es, qué cambios aparecen en esa red de hilos
proteínicos que teje la araña para cazar, moverse y darse cobijo.


La idea es sin duda muy interesante y abre un sinfín de posibilidades, a juzgar
por los primeros resultados obtenidos por los científicos del Marshall Space
Flight Center de la NASA, en Alabama. Estos científicos han experimentado ya
con unas cuantas sustancias y han observado que las arañas parecen tejer
diferentes patrones de telas según con qué drogas hayan sido previamente
embriagadas. Entre las drogas que se han probado, según informa la revista
británica New Scientist, están la marihuana, la cafeína, la bencedrina y el
hidrato de cloral. Las arañas drogadas con marihuna se ponen a tejer su tela
con aparente normalidad, pero, llegadas a un punto, pasan de su trabajo y dejan
la tela a medias. Con bencedrina, un estimulante de tipo anfetamínico, la tela
aparece tejida con buen gusto, aunque se observan grandes agujeros y una
aparente falta de planificación del trabajo. Si el estimulante es la cafeína,
las arañas sólo se muestran capaces de juntar unos cuantos hilos al azar. Y con
el hidrato de cloral, un somnífero, se quedan inconscientes antes de empezar a
tejer. Los resultados obtenidos son tan esperanzadores que los científicos
creen que con ayuda de un programa informático podrán cuantificar la toxicidad
de las diferentes drogas y poner a punto un test. Si las arañas resultan ser
tan sensibles y fiables como parecen podrían, incluso, reemplazar a otros
animales de experimentación para probar la toxicidad de muchas sustancias,
desde fármacos hasta contaminantes ambientales. Queda sin duda mucho por
investigar hasta la definitiva consolidación del test de la araña, pero en
cualquier caso ahí queda la belleza pura de la idea y la estética de las telas.



 
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