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 DIRECTORIO   Jueves, 27 de Julio de 1995, número 165
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PSIQUIATRIA
El rostro de las mil caras


Es el debate más candente en el campo de la psiquiatría. Mientras los
británicos aseguran que el trastorno de la personalidad múltiple es una
«invención» estadounidense, éstos afirman que el desorden existe.
.

Una manía de estadounidenses chiflados o un problema psiquiátrico grave? En el
debate actual sobre el desorden de la personalidad múltiple, los terapeutas han
acabado acusándose mutuamente de poco científicos y simplones. Una mujer,
aparentemente promiscua, concierta una cita con un hombre. Pero a mitad de la
velada, se convierte en una persona rígida que detesta el tema del sexo. Tras
disculparse de cualquier forma, escapa apresuradamente de su futuro amante.
Algunos psiquiatras afirman que escenas de este tipo son típicas de los enredos
en los que se ven involucradas las personas que padecen trastornos de
personalidad múltiple o alternante (MPD). Quienes aseguran que este desarreglo
mental existe, dicen que los enfermos sufren pérdida de memoria y desmayos, que
escuchan voces y alternan varias personalidades.
Pero los críticos del diagnóstico de MPD, muchos de ellos psiquiatras
británicos, se burlan del término y lo consideran una manía de estadounidenses
«chiflados». Opinan que los terapeutas «moldean» el comportamiento de sus
pacientes para poder diagnosticar el trastorno mental. Se preguntan si la mujer
del caso anteriormente descrito simplemente no habría cambiado de parecer con
respecto al hombre o quiso huir de una situación tensa.
La discusión sobre la existencia de la personalidad múltiple llegó a un punto
crítico en marzo cuando los redactores de British Journal of Psychiatry
escribieron un editorial mordaz en el que condenaban toda la teoría sobre la
personalidad múltiple. Sin embargo, un grupo de psiquiatras que participaba en
un congreso internacional de psiquiatría, celebrado el mes pasado en Amsterdam,
resaltó el hecho de que, si bien en el Reino Unido se descarta la existencia de
este trastorno mental, en otras partes del mundo se reconoce cada vez más su
existencia.
Los psiquiatras estadounidenses, por otro lado, están encontrando pacientes que
presentan más desdoblamientos de personalidad que antes. James Carlson, de
Arizona, por ejemplo, es anfitrión de 16 personalidades, entre las que se
cuentan un joven policía, una prostituta lesbiana y un niño de nueve años que
ha sufrido abusos sexuales.
Los defensores del diagnóstico de MPD describen esta enfermedad mental como un
«estado de disociación», término que cubre una amplia gama de trastornos, desde
sensaciones de irrealidad hasta la personalidad alternante declarada.
En un caso típico de MPD, la personalidad principal no es consciente de las
demás, que suelen emerger en momentos de crisis para «tomar control del
cuerpo».
El desarreglo psicológico tiene su origen en una infancia de abusos sexuales,
dicen los defensores. Según sus teorías, cuando los niños son víctimas de
abusos sexuales niegan lo que les ocurre en ese momento. Como consecuencia de
esto, «se desdoblan» en otras personas que sufren el abuso. Estos
«desdoblamientos» dan lugar a distintas personalidades o partes de su
personalidad. Cuando los niños crecen, los recuerdos traumáticos se reprimen,
pero no se eliminan, y más tarde se manifiestan como los típicos síntomas de
quien padece de personalidad alternante.
Algunos estudios en EEUU sugieren que alrededor del 1% de la población presenta
síntomas de «disociación patológica», estado que puede desencadenar MPD. En el
Reino Unido esto significaría que unas 600.000 personas padecen estos
trastornos.
El hecho es que, aparte de que sea aceptado o no en el Reino Unido, el
diagnóstico de la enfermedad está ganando credibilidad en otros países. El mes
pasado, en Amsterdam, el director de psiquiatría del Ministerio de Sanidad
holandés, Rob Smeets, declaró que en un principio tenía dudas sobre la
existencia de la personalidad múltiple. «Pero ahora debo confesar que se
están realizando trabajos científicos serios sobre estos desórdenes mentales»,
declaró Smeets.
El Ministerio de Sanidad holandés ha financiado un estudio, dirigido por
Suzette Boon y Nel Draijer, psicólogos de la Universidad Libre de Amsterdam,
cuyos resultados apuntan a que el 19% de una muestra representativa de
pacientes psiquiátricos de Holanda presentaba síntomas de estados de
disociación o de MPD.
Frank Putnam, del Instituto Nacional de Salud Mental, en Washington, y figura
clave en esta controversia, opina: «Los psiquiatras británicos simplemente no
han leído toda la información disponible sobre los estados de disociación y el
MPD. Sólo se basan en estereotipos».
Diagnosticar correctamente el trastorno de personalidad alternante es
importante porque hay diferencias claves entre el tratamiento para el MPD, la
esquizofrenia y la depresión. Los enfermos de personalidad múltiple por lo
general no pierden el contacto con la realidad, como le ocurre a los
esquizofrénicos y, por tanto, los medicamentos para tratar estados psicóticos
no están indicados.
.
Tratamiento
.
El tratamiento de la MPD que proponen los psiquiatras estadounidenses consiste
en descubrir el número de personalidades del paciente y luego hablar de manera
individual con aquellas que causan el trauma.
La relación entre los trastornos de personalidad múltiple y el abuso sexual de
los niños es otro aspecto que inquieta a los psiquiatras británicos. Su
preocupación es que este diagnóstico otorga credibilidad a historias de abusos
sexuales que podrían ser falsas. Los pacientes de MPD suelen recordar episodios
de abusos extremos. Los defensores del MPD afirman que los críticos tienen
miedo al revuelo que podrían causar los padres furiosos por haber sido acusados
de abusar de sus hijos. ¿Cómo podrán reconciliarse los detractores y los
defensores del MPD? John Morton, director de la Unidad de Desarrollo Cognitivo
del Consejo de Investigación Médica de EEUU tiene planes para repetir los
estudios que en 1972 probaron la existencia de este trastorno. Empleando las
últimas técnicas de mediciones psicológicas, esperan aclarar algunos aspectos
del diagnóstico. Pero hasta la fecha, ninguno de los bandos está dispuesto a
ceder un ápice en sus posiciones, en lo que se ha convertido en uno de los
debates más candentes del campo de la psiquiatría.



 
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