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 DIRECTORIO   Jueves, 05 de Octubre de 1995, número 170
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El escáner
¿Chequeo anual?
GONZALO CASINO

Como ocurre con San Isidro y las protestas antitaurinas, el chequeo
médico anual al que se somete el presidente Bill Clinton -y del que
puntualmente dan cuenta los medios de comunicación estadounidenses- lleva
camino de convertirse en una cita fija para la protesta de médicos y
asociaciones contrarios a los chequeos.

La última, apagada un tanto por el
verano, llegó hasta el mismísimo New England Journal of Medicine, donde se
decía que la única prueba preventiva que le corresponde a un hombre de la edad
y el estado de salud del presidente Clinton era un test del colesterol
sanguíneo. Al menos eso es lo que recomiendan las autoridades sanitarias del
propio Gobierno americano y, entre otras asociaciones e instituciones, la
American Medical Association y el Colegio de Médicos Americano. Pero Clinton no
es un americano cualquiera y, en su chequeo de este verano, fue reconocido por
un internista, un otorrinolaringólogo, un alergólogo, un dermatólogo, un
especialista en nutrición y otro en medicina deportiva, y, entre otras pruebas,
le realizaron un electrocardiograma, una radiografía simple de tórax, una
batería de análisis sanguíneos y un test para medir el estrés. Está claro que
ni la sanidad ni la economía estadounidense soportarían que todos los
americanos se hicieran un chequeo similar todos los años. Pero es que, además,
en términos de salud, el beneficio en años y calidad de vida tampoco sería
significativo. Por todo ello, aunque se sigan realizando, los chequeos anuales
han dejado de ser recomendados. Lo que en su lugar vienen proponiendo los
expertos desde hace una década es realizar intervenciones preventivas
escalonadas, o lo que también se llama, de forma más pomposa, un programa
longitudinal, selectivo e individualizado para el mantenimiento de la salud.


Esto quiere decir, ni más ni menos, que, con diferente periodicidad y según la
edad, conviene hacerse unas cuantas pruebas preventivas. Como esto es un
espacio divulgativo, las indicamos a continuación: medida de la tensión
arterial (cada 2 años); colesterol plasmático (cada 5 años entre los 35 y los
60); examen de la audición (periódicamente a partir de los 50); examen dental
(anual); vacunación antitetánica (cada 10 años); medida de la tensión ocular
(cada 2 años en mayores de 60); vacunación contra la neumonía (una vez a los 65
años); vacunación antigripal (anual a partir de los 65), y medición periódica
del peso y la talla. Como prueba específica para los hombres está el examen de
la próstata (anual, a partir de los 50 años), mientras que para las mujeres se
recomienda el examen de las mamas (anual), la mamografía (cada 1 ó 2 años a
partir de los 40 ó 50) y la citología vaginal (cada 1 ó 3 años a partir de los
18). Y eso es todo (sin duda más de lo que se hacen muchas personas, pero mucho
menos de lo que significa someterse a un chequeo rutinario anual), a menos que
existan factores de riesgo personales o familiares que aconsejen pruebas
adicionales.



 
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