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 DIRECTORIO   Jueves, 02 de Enero de 1997, número 228
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NUTRICION Verduras preventivas Las coles de Bruselas y el brécol podrían proteger contra el cáncer


Los científicos han descubierto que las coles de Bruselas y el brécol,
además de su alto poder nutritivo, poseen ciertos compuestos que podrían servir
de protección contra el cáncer.
.
GAIL VINES
New Scientist/El Mundo

Si a los pavos no les apetece ser parte del banquete navideño, tampoco a las
coles de Bruselas. La función de su sabor, ligeramente amargo y sulfuroso, no
es otra que disuadir a los posibles comensales. Es una especie de guerra
química que libran las verduras.
No obstante, el mayor de los misterios es que ese sabor amargo no resulta
tóxico para los humanos, sino que, de hecho, es lo más apropiado para nuestra
dieta.
No es un secreto que las coles de Bruselas y sus parientes cercanos se
encuentran entre las hortalizas más nutritivas debido a su alto contenido en
minerales, fibra, proteínas, caroteno y vitamina C. Pero lo que sí es un
descubrimiento es que éstas y otras verduras, así como muchas frutas, contienen
toda una serie de compuestos no nutritivos que, al parecer, sirven de
protección contra distintos tipos de cáncer, como el de mama, el de pulmón y el
de colon.
Es posible que dentro de unos cuantos años encontremos distintas variedades de
coles de Bruselas y de brécol con una publicidad que resalte su alto contenido
en compuestos beneficiosos para la salud. Los expertos en ingeniería genética
quizá consigan, incluso, introducir los genes de estos compuestos que nos
protegen contra el cáncer en otros tipos de verduras. Las coles de Bruselas
ocuparán un lugar prominente entre los alimentos que están cambiando nuestra
idea de alimentación sana.
Los efectos beneficiosos parecen radicar en los centenares de compuestos
secundarios que no cumplen un papel fundamental en el metabolismo primario de
las hortalizas. Muchos compuestos secundarios son tóxicos y forman parte del
sistema de defensa de estas plantas contra los herbívoros voraces. Las coles de
Bruselas y el brécol presentan un alto contenido de una variedad de compuestos
secundarios llamados glucosinolatos.
Ian Johnson y sus colegas, del Instituto de Investigación sobre Alimentos de
Norwich, han descubierto que un glucosilonato llamado sinigrin, que se
encuentra en altos niveles en las coles de Bruselas, inhibe el desarrollo de
las células precancerosas. Estas células, que por alguna razón han quedado
dañadas, a la larga, podrían llegar a formar tumores malignos. Johnson quiso
comprobar si administrar una dosis de sinigrin a ratas de laboratorio podría
protegerlas contra el cáncer de colon. Tras seis semanas de administrarles sólo
una dosis de sinigrin descubrió que un gran número de células precancerosas
había sido destruida. «Es todo un hallazgo el que un compuesto de la dieta
tenga este efecto en los intestinos», afirma este investigador.
Por lo visto, la sustancia protectora es un derivado del sinigrin llamado alyl
isotiocianato. Es una molécula volátil, en gran parte responsable del olor y el
sabor peculiar de las coles de Bruselas. Johnson y su equipo han descubierto
que el alyl isotiocianato puede provocar el suicidio de células intestinales
precancerosas, proceso natural llamado apoptosis. El efecto de este compuesto
es tan fuerte que estos investigadores sospechan que, incluso, la ingestión
ocasional de coles de Bruselas puede eliminar posibles células cancerosas en el
colon.
Sin embargo, la historia toma un giro inesperado. Algunas variedades de coles
de Bruselas contienen mucho más sinigrin que otras, y a mayor contenido de esta
sustancia, más amargo es su sabor. Aún así, los supermercados ofrecen coles de
Bruselas con un sabor cada vez más suave.
Aquí se presenta un dilema. Si se intenta conseguir coles de Bruselas con bajo
contenido en sinigrin para que gusten, se corre el riesgo de reducir sus
efectos beneficiosos, a la vez que aumenta la vulnerabilidad de la verdura a
ciertas plagas. Por otro lado, existe también un límite en el contenido de
sinigrin: si la concentración de este compuesto es superior a los 200 mg por
cada 100 gramos de hortaliza, las coles resultarán tan amargas que nadie será
capaz de comerlas. «Trabajamos con los agricultores para obtener la combinación
óptima de estos tres factores, efectos beneficiosos, sabor y resistencia a las
plagas», dice Johnson.
Pero, ¿por qué simplemente no tomamos comprimidos de sinigrin? Aunque Ian
Johnson no descarta esta idea, él sospecha que sus efectos no serían tan
positivos como ingerir la verdura misma. «La la mezcla de los compuestos que se
encuentran en las distinta verduras es quizá lo que tiene un efecto
beneficioso».
Gary Williamson, también del Instituto de Investigación sobre Alimentos de
Norwich, le está pisando los talones a otro glucosinolato: el glucorafanina que
se encuentra en grandes cantidades en el brécol. Se descompone en un
isotiocianato llamado sulforofane, compuesto que tiene un potente efecto contra
el cáncer. Pero a diferencia del sinigrin, actúa bloqueando el desarrollo del
cáncer en lugar de inhibirlo, es decir, neutraliza o impide la formación de las
sustancias que causan el cáncer, de modo que no se producen daños celulares.
.
Resultados
.
La investigación sobre el sulforofane continúa, aunque los resultados obtenidos
hasta la fecha son sorprendentes. Al añadir el compuesto a cultivos de células
humanas se estimula la producción de unas enzimas hepáticas que destruyen
sustancias carcinógenas. Si se administra a animales de laboratorio se impide
el desarrollo de tumores malignos en el hígado y el colon. Al parecer, el
sulfurofane combate el cáncer estimulando las enzimas de fase II, que forman
parte del sistema de desintoxicación del organismo.
¿Comer brécol y coles es, por tanto, la solución? Al igual que Ian Johnson, el
científico Williamson hace hincapié en que la clave está en la variedad de la
alimentación. «No creo que exista un compuesto mágico. El simple hecho de
aumentar la ingestión de glucosinolatos no será la panacea contra el cáncer»,
afirma Williamson .
El siguiente paso es el que están dando algunos genetistas que intentan mejorar
el sabor de las variantes comerciales del brécol, pero con un alto contenido en
glucosinolatos. Al parecer, puede que en cuatro o cinco años se disponga de un
nuevo brécol con efectos beneficiosos para la salud. Otro de los objetivos es
introducir los genes que emplea el brécol para su producción de glucosinolatos
en otras verduras.



 
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