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 DIRECTORIO   Sábado, 16 de Octubre de 1999, número 360
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INVESTIGACION «Trasplánteme la cabeza»


TRASPLANTE DE CORAZON, DE MANO Y, AHORA, SEGUN ROBERT J. WHITE, DE
CABEZA. ESTE NEUROCIRUJANO, SIN EMBARGO, PREFIERE REFERIRSE A ESTA ULTIMA
INTERVENCION COMO «TRASPLANTE INTEGRAL DE CUERPO». SU OBJETIVO ES OFRECER UNA
POSIBILIDAD A LOS PACIENTES MENTALMENTE SANOS PERO CON ALGUNA PATOLOGIA
INCURABLE.
.
Carlos Martínez
La propuesta de White tiene un porqué: el médico estadounidense quiere ofrecer
una solución a las personas mentalmente sanas pero afectadas por alguna
enfermedad incurable. A falta de un procedimiento quirúrgico que permita
realizar con éxito un trasplante de cerebro, el de cabeza sería la última
posibilidad para tratar de evitar una muerte segura. Con el cuerpo de una
persona en las circunstancias opuestas físicamente bien, pero clínicamente
muerta , esta clase de pacientes podría sobrevivir.
Sin embargo, la intervención tendría un efecto secundario que, de momento, es
inevitable: hasta que se descubra la forma de volver a unir dos médulas
espinales, el receptor del cuerpo sano quedaría totalmente paralizado. Por este
motivo, los principales candidatos al trasplante son los tetrapléjicos. De
hecho, las circunstancias de estos enfermos fueron las que provocaron que White
plantease el trasplante de cabeza como una opción terapéutica.
Un último progreso en sus investigaciones terminó de animar al neurocirujano
norteamericano a defender esta polémica propuesta. Aplicando una técnica
habitual en las intervenciones de cirugía cardiaca que requieren cortar el
riego sanguíneo durante un periodo de tiempo, White ha logrado evitar que el
cerebro se deteriore por falta de oxígeno durante la intervención, uno de los
principales obstáculos que no había superado.
Para solucionar este problema, se reduce la temperatura del cerebro de 37º C a
10º C. De esta forma, este órgano puede prescindir del flujo sanguíneo durante
una hora. White y su equipo aseguran que ya han comprobado este procedimiento
en varios cuerpos humanos destinados a la investigación. Hasta lograr este
avance, han necesitado más de 20 años.
MONOS.- Ya en la década de los setenta, el neurocirujano logró por primera vez
trasplantar con éxito la cabeza de un mono al cuerpo de otro. Según explica
White, cuando el animal se despertó de la anestesia, estaba perfectamente
consciente y conservaba intactas sus funciones del sistema nervioso central.
El mono seguía con la vista a las personas que estaban en la habitación y podía
comer normalmente. Sin embargo, en todos los experimentos que realizó, los
animales sobrevivían como mucho ocho días. Ahora, sin embargo, con los avances
actuales en las técnicas quirúrgicas y los tratamientos posoperatorios, White
es más optimista. Incluso, se plantea por primera vez realizar un trasplante de
cabeza en humanos.
En principio, el procedimiento quirúrgico no sólo no se diferenciaría
significativamente del que ya se ha utilizado en monos, sino que podría ser más
sencillo al tratarse de animales de mayor tamaño. Según White, la intervención
se tendría que realizar en una sala especialmente habilitada para que pudiesen
trabajar simultáneamente dos equipos quirúrgicos. Uno trabajaría sobre el
donante y, el otro, sobre el receptor.
Después de colocar una urna circular en cada cabeza, para asegurar su
estabilidad y moverla sin problemas, se realizaría la intervención. El propio
White explica los pasos principales: «Se hace un incisión alrededor del cuello
en ambas personas (donante y receptor), se dividen los músculos y se cortan los
vasos sanguíneos y los nervios de menor tamaño. Después hay que seccionar los
huesos de la columna vertebral y los principales conductos sanguíneos del
cuello, la carótida y la yugular, y dejar al descubierto las arterias
cervicales y la columna vertebral y raspar el hueso. Al final, sólo queda la
médula espinal rodeada por la duramadre.
Entonces, se colocan dos placas metálicas en el cuello del cuerpo donado y en
la cabeza, se unen las placas, se sujetancon tornillos y ya está».
El paso más difícil sería el de conectar la cabeza a la circulación del cuerpo
nuevo. «Es necesario emplear catéteres flexibles, cuyos extremos encajen
perfectamente. Primero se insertan en los conductos sanguíneos de ambas partes
y, a continuación, se van uniendo uno a uno y la circulación del cuerpo donado
comienza a irrigar el cerebro», explica White. «En este punto, las arterias
cervicales del cuerpo enfermo siguen suministrando sangre a la cabeza, así que
hay que cortar el flujo y comprobar si el cerebro puede seguir funcionando con
la sangre que recibe del cuerpo del donante. Si no lo hace, hay que enfriarlo»,
añade.
CONTROVERSIA.- Ahora bien, ¿qué posibilidades tendría el paciente de
sobrevivir? No hay una respuesta. Según White, no se sabe si los medicamentos
que se utilizan hoy en día para evitar el rechazo en las operaciones de
trasplantes de órganos podrían ser útiles en una intervención de este tipo, en
la que se implanta un cuerpo entero. En cualquier caso, éste es sólo uno de los
muchos problemas que suscita el trasplante de cabeza.
Aparte de todas las dificultades médicas que entraña una operación de esta
magnitud, está el debate ético que provoca la propuesta del neurocirujano
estadounidense. El mismo zanja esta cuestión citando a Juan Pablo II, quien,
según ha manifestado en alguna ocasión White, nunca le ha puesto ninguna
objeción al trasplante de cabeza. Para el neurocirujano, la operación no
plantea ningún problema desde el punto de vista teológico o ético.
Los que no comparten la misma opinión son los ecologistas, que se han
enfrentado a White por sus experimentos con monos. Los grupos más radicales
incluso han amenazado de muerte al neurocirujano, aunque éste es el único
problema que parece solucionado: el FBI le presta su protección.
.



 
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