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 DIRECTORIO   Sábado, 20 de Mayo de 2000, número 388
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ADICCIÓN El tabaco dificulta la acción de los antioxidantes
Ainhoa Iriberri

Un estudio realizado con enfermos cardiovasculares demuestra que la nicotina reduce los niveles en sangre y la actividad de un enzima que actúa como antioxidante sobre las lipoproteínas. Además, fumar a edades tardías eleva el riesgo de declive mental.

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La lista de los efectos nocivos del tabaco para la salud es interminable, tanto que si las autoridades sanitarias quisieran reflejarlas todas en las cajetillas, seguramente no darían abasto. El penúltimo descubrimiento ha demostrado que, en los enfermos cardiovasculares, hay una clara asociación entre el consumo de tabaco y la disminución de los niveles en sangre y de la actividad de la paraoxonasa, un enzima que actúa como antioxidante sobre las lipoproteínas.

Los doctores Richard James, Illia Leviev y Alberto Righetti, del hospital Universitario de Ginebra (Suiza) llevaron a cabo un estudio con pacientes de la Unidad Coronaria del centro, dividiendo a los participantes en tres grupos: los que nunca habían consumido tabaco, los ex fumadores y los que continuaban siendo adictos a la nicotina. Los resultados del trabajo, que se han publicado esta semana en la revista de la Asociación Americana del Corazón (AHA), Circulation, son claros: en los fumadores, la actividad y los niveles en sangre de la paraoxonasa eran mucho menores, mientras que no se apreciaron diferencias significativas entre el grupo de los ex fumadores y los que nunca habían consumido tabaco.

Este trabajo conduce a una conclusión: las propiedades oxidativas del tabaco se multiplican, ya que no sólo es un agente oxidativo de por sí, sino que además hace que disminuya la actividad antioxidante de este enzima.

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Oxidación .

Los investigadores del centro suizo emprendieron su estudio al hilo de hipótesis y trabajos ya publicados. En primer lugar, un experimento en el que se demostró que las lipoproteínas de un ratón al que se le había retirado la enzima paraoxonasa, tendían mucho más a la oxidación (lo que subrayaba la actividad antioxidante del catalizador); en segundo lugar, hace ya tiempo que se demostró que el tabaco era el principal factor de riesgo para la enfermedad coronaria. Y, por último, otros estudios habían apuntado ya a que existían mayores niveles de oxidación en las lipoproteínas de los fumadores.

Con estas premisas era lógico, pues, investigar sobre la hipótesis de una relación entre el tabaco y la actividad de la paraoxonasa, así como sus niveles en la sangre de los enfermos cardiovasculares, un hecho que han podido constatar los investigadores de Ginebra.

Asimismo, y en relación con los efectos nocivos del tabaco, otro estudio realizado por investigadores del Instituto de Psiquiatría de la Universidad de Londres (Reino Unido) y del hospital San Luis, en Palencia acaba de demostrar que fumar en la edad tardía favorece el deterioro mental. Los datos de la investigación son concluyentes: un fumador de la edad dorada tiene cuatro veces más riesgo de padecer un declive en su actividad cognitiva que una persona que no fume.

El trabajo, publicado en el último número del Journal of Neurology, Neurosurgery and Psychiatry, acaba con las especulaciones que salieron a la luz en los años ochenta y que apuntaban a posibles efectos protectores del tabaco contra el Alzheimer.

«El hecho de que una hipótesis saliera a la luz pública como si estuviera confirmada tiene que ver, a mi juicio, con el hecho de que la industria del tabaco promocionó los resultados como si ya estuviesen comprobados cuando sólo eran teorías», ha declarado el doctor Jorge A. Cervilla a SALUD.

Este especialista, junto con los doctores Jorge A. Cervilla, Martín Prince y Anthony Mann, estudiaron a 650 hombres y mujeres mayores de 65 años sobre sus hábitos de consumo respecto al tabaco y al alcohol, y midieron sus niveles de deterioro mental. Un año después, repitieron las pruebas y llegaron a la conclusión de que el tabaco favorecía este declive. El alcohol, sin embargo, quedó exento de culpa. Los investigadores no vieron una asociación claraentre la presencia de síntomas de decrepitud mental y las bebidas etílicas.

A raíz de estas investigaciones, los autores del trabajo concluyen que incentivar a las personas mayores a que dejen de fumar debe considerarse como arma fundamental para reducir la incidencia del Alzheimer y de otras manifestaciones de deterioro mental en la población.

@LEAD:Tabaquismo. El tabaco dificulta la acción de los antioxidantes. Fumar a edades tardías eleva el riesgo de demencia senil @FIRMA:Ainhoa Iriberri



 
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