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 DIRECTORIO   Sábado, 17 de Marzo de 2001, número 426
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SIDA
La patente o la vida
CARLOS MARTINEZ

En las últimas semanas, la lucha contra la epidemia de sida que sufren los países del área subsahariana ha entrado en una nueva fase. Los organismos internacionales y humanitarios se han hecho eco de la guerra de precios de los antirretrovirales y buscan nuevas fórmulas que permitan su distribución generalizada.

El sida transformará África para siempre. Alrededor de 25 millones de africanos son portadores del VIH, el 70% de los seropositivos de todo el mundo. Al sur del Sáhara, y en especial en el área comprendida entre el monte de Kenia y el cabo de Buena Esperanza, el virus ha dejado a millones de niños huérfanos y la estructura económica y social debilitada por décadas, además de que ha elevado los niveles de pobreza.

Mientras que en los países ricos la terapia antirretroviral ha convertido al sida en una enfermedad crónica, la gran mayoría de seropositivos africanos muere por alguna infección oportunista sin haber recibido nunca un medicamento antiVIH.

Fármacos más baratos

La lucha por disponer de fármacos más baratos es una de las principales reclamaciones de los países más afectados. Naciones como Sudáfrica o Kenia han desafiado a la industria farmacéutica y han amenazado con fabricar copias de los productos que necesitan, antes de que expire la patente, o recurrir a la importación paralela de otros países donde ya se realizan estas prácticas.

Como respuesta, 39 compañías farmacéuticas han demandado al Gobierno sudafricano por una ley, de 1997, cuya aprobación definitiva permitiría regular libremente la producción e importación de medicamentos. El juicio, que se reanudará en abril, ha sido definido por las organizaciones humanitarias con un lema muy gráfico: «Patentes vs. Vidas».

En Sudáfrica, que hasta los años 90 se rigió por el sistema racista del apartheid y que cuenta con el mayor número de seropositivos del mundo (cuatro millones de afectados, el 10% de la población), sólo una mínima parte de sus habitantes puede pagar los fármacos antiVIH. El Estado, un país rico dentro de una nación pobre, no cubre la terapia, ni siquiera el protocolo farmacológico que reduce en un 50% el riesgo de transmisión del sida de madre a hijo. En una situación similar se encuentra el resto de naciones subsaharianas, la mayoría más pobres, y otras muchas del continente asiático y americano.

Cruzada

«Lo que hemos puesto en marcha es una cruzada», dijo a 'The Wall Street Journal' Yusuf K. Hamied, presidente y principal accionista de Cipla , una compañía india con sede en Bombay que ha dinamitado el mercado de fármacos contra el sida.

Esta empresa ha propuesto un acuerdo de colaboración a Médicos Sin Fronteras (MSF) en el que ofrece tres medicamentos antivirales por unas 175 pesetas al día (unas 60.000 pesetas al año). El tratamiento es casi 70.000 pesetas más barato al cabo del año que el coste de los fármacos oficiales después de las rebajas realizadas a lo largo de 2000. La oferta, con ligeras variaciones en los precios, se extiende también a los gobiernos de los países y a los principales organismos internacionales.

Los medicamentos que ofrece Cipla son estavudina (CD4), lamivudina (3TC) y nevirapina, que se comercializan con diferentes nombres y que, en una clasificación básica de los fármacos antiVIH, pertenecerían a la segunda generación de antirretrovirales, la de los inhibidores de la transcriptasa inversa. La primera correspondería a la zidovudina (el popular AZT) y, la tercera, a los inhibidores de la proteasa, que han permitido simplificar el tratamiento y mejorar los resultados.

Hamied, hijo del fundador de la compañía y dueño de un hospital indio contra el cáncer cuya asistencia es gratuita, se ampara en las leyes sobre patentes que hay en su país, en vigor desde hace tres décadas, para copiar estos fármacos. Como se hacía en España hasta hace sólo unos años con la aquiescencia de los laboratorios, en India las patentes de medicamentos son sobre el procedimiento, no sobre el producto.

PROCEDIMIENTO . De esta forma, una mínima modificación en el proceso de producción de un medicamento da lugar a un fármaco que, desde el punto de vista legal, es distinto al original, aunque tenga la misma composición. Cipla puede fabricar versiones genéricas de distintos medicamentos antes de que expire la patente que, en otros países, está vigente.

Hasta ahora, la Organización Mundial de la Salud (OMS) no había dedicado atención a las compañías como Cipla o Hetero Drug —otro laboratorio indio que ha ofrecido fármacos antiVIH a precios aún más reducidos—, pero en este caso ha adoptado una actitud distinta. El organismo dirigido por Gro Harlem Brundtland se reunirá con Hamied a finales de mes.

La Unión Europea también se ha mostrado interesada en la oferta de Cipla. Los siete países más industrializados del mundo (EEUU, Gran Bretaña, Italia, Japón, Alemania, Francia y Canadá) se han hecho eco de la guerra de precios y anunciarán, presumiblemente el próximo mes de julio, un plan internacional contra la epidemia de VIH. Sin embargo, las farmacéuticas han recibido con críticas la oferta de Cipla y la actitud de los gobiernos africanos.

ACUERDOS . «Queremos que se respeten los acuerdos de comercio», señala Concha Serrano, directora de comunicación en España del laboratorio Bristol Myers Squibb (BMS), con sede en EEUU. Según explica Serrano, «en los países en los que su compañía no tiene patentes, como India, están en su derecho de fabricar genéricos» pero, en el resto, «queremos que se respeten las patentes de nuestros productos, no sólo de los antirretrovirales», añade.

En un comunicado sobre el juicio de Pretoria, BMS recurre a varios argumentos para justificar la demanda al Gobierno Sudafricano, como el incentivo económico que necesitan los laboratorios para investigar y los repetidos intentos que han realizado para llegar a un acuerdo. La farmacéutica tiene los derechos de la estavudina (Zerit).

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La explicación que dan los responsables de Merck Sharp & Dohme (MSD), con sede en Nueva Jersey (EEUU), al conflicto que enfrenta a los laboratorios con el gobierno de Sudáfrica es similar: las patentes son irrenunciables.

REBAJA . Esta compañía anunció la semana pasada una reducción del 55% y del 40% en dos productos antiVIH muy utilizados, Crixivan (indinavir) y Stocrin (efavirenz, ambos inhibidores de la proteasa). El desarrollo del primer medicamento fue muy complejo y su fabricación requirió la creación de una planta de producción específica, algo inusual en la investigación farmacéutica.

La rebaja sobre el Crixivan y el Stocrin es especialmente significativa porque está abierta a todos los países, no sólo a los africanos, y por la importancia que tienen los dos productos en los tratamientos actuales contra el VIH.

Se espera que GlaxoSmithkline y BMS anuncien medidas similares. Pero los laboratorios insisten en un mensaje: el acceso a los fármacos no es el único aspecto importante en la lucha contra el sida.

«La actitud de las farmacéuticas es parcial», dice Emilia Harranz, responsable en España de la campaña de MSF de acceso a medicamentos esenciales. «Es cierto que hacen falta muchas más cosas que los fármacos para luchar contra el sida, pero solamente con los medicamentos o con la mejora de las infraestructuras no se consiguen resultados positivos. En Europa, ha sido un modelo mixto el que ha triunfado», añade. En su opinión, el juicio de Pretoria es clave.

«Un resultado negativo para el Gobierno sudafricano supondría un grave perjuicio para los enfermos y sería un freno para los países que se están planteando modificar su ley para luchar contra el sida», dice. MSF ha pedido a las farmacéuticas que retiren la demanda.

Esta organización no gubernamental considera que la OMS y la oficina de Naciones Unidas para el Sida ( UNAIDS ) tienen que impulsar la lucha contra la epidemia de VIH a través de un modelo de regionalización, adecuado a las características de cada país. Con la oferta de Cipla podrán completar, en lo posible, los programas que tienen en marcha, pero no convertirse en un distribuidor internacional de fármacos ni nada parecido.

«A pesar de la rebaja, el coste de la oferta de Cipla es enormemente caro para nuestros proyectos», explica Harranz, que considera que el aspecto más positivo de la propuesta es que los gobiernos puedan hacer su pedido (si sus presupuestos se lo permiten).

Algunas naciones como Kenia o Tanzania podrían beneficiarse ya de una rebaja adecuada en el precio de los fármacos, así como determinados núcleos urbanos que sí cuentan con profesionales médicos especializados. Los recortes de precios realizados hasta ahora no son suficientes.

Pero la posibilidad de que esto ocurra depende, en gran parte, del resultado con el que concluya el juicio de Pretoria. El 18 de abril se reanudará. A la vista de los acontecimientos que está previsto que sucedan, la guerra de los precios puede encontrarse en una situación muy distinta.



 
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