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 DIRECTORIO   Sábado, 16 de Febrero de 2002, número 468
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GENOMICA
La sociedad ADN
ANGELA BOTO

El 25 de abril de 1953 la revista 'Nature' ofrecía al mundo científico el descubrimiento de la estructura del ADN. Posiblemente, los artífices de este hallazgo, James Watson y Francis Crick, no podían imaginar que estaban inaugurando una auténtica revolución en el futuro de la biociencia en general y de la medicina, en particular.

Se había desplegado una escalera helicoidal que prometía desvelar los secretos de la salud, la enfermedad y según algunos, de la longevidad. Los científicos de todo el mundo se lanzaron hacia ella con el deseo de escudriñar todos y cada uno de sus rincones.

En 2001, otra pareja de investigadores se hizo famosa gracias a la doble hélice y a sus genes. Sus nombres, Craig Venter y Francis Collins. Esta vez el tándem se había formado sobre la rivalidad. Ambos trataban de llegar en el primer lugar a la secuenciación completa del genoma, Venter abanderando los intereses de la industria (Celera Genomics) y Collins como representante de la investigación pública (Institutos Nacionales de Salud de EEUU).

Lo cierto es que el genoma no sólo estimula la búsqueda de las alteraciones que provocan enfermedades, sino que se convierte en un apetitoso campo de explotación económica. Para muestra, los incrementos en el valor de las acciones de una compañía cada vez que se publica un nuevo estudio cuyos resultados le benefician.

Diagnóstico

Disponer de la configuración del ADN y los genes que encierra, permite ahondar en el conocimiento de las enfermedades, pero constituye también una potente herramienta de diagnóstico.

Quizá una de las implicaciones más importantes de la secuenciación del genoma es que la medicina del futuro está obligada a retomar las prácticas de las antiguas terapias, a focalizar la atención sobre el enfermo y no sobre la enfermedad. Una patología que presenta las mismas manifestaciones clínicas en dos individuos, puede tener un perfil genético radicalmente distinto en cada uno . Esta diferencia exige que el manejo y la atención sea específica para cada caso.

En este sentido se mueven los trabajos para desarrollar 'chips' de ADN. Estos dispositivos cuya apariencia podría ser similar a una prueba de embarazo múltiple, están diseñados para analizar la expresión genética de los tejidos.

Algunos expertos opinan que en un plazo de 15 años este tipo de análisis será la herramienta diagnóstica habitual en áreas como la oncología. Las patologías se clasificarán de acuerdo a sus características genéticas. Y, según ellas, se decidirá el tratamiento. Esta nueva clasificación de las enfermedades ofrece un terreno perfecto para obtener fármacos 'a la carta'.

Genes o entorno

Pero la doble hélice no deja de dar sorpresas y plantear retos a los científicos que mejor la conocen. En los últimos meses, se han presentado los resultados de varios estudios que inducen a preguntarse ¿está todo en los genes o son otros factores los que provocan que las enfermedades se manifiesten? La ciencia no tiene aún respuesta.

Uno de los ejemplos de esta incertidumbre es un ensayo danés realizado en casi 40.000 gemelos que no pudo encontrar una correlación entre la expresión genética y el desarrollo de artritis reumatoide.

Otro estudio estadounidense fue más preciso en sus resultados, sólo un 1% de los individuos que portaban la mutación asociada a una patología sanguínea denominada hemocromatosis llega a padecerla. La enfermedad más estudiada genéticamente se encuentra también bajo sospecha.

Un trabajo dirigido por un investigador español ha demostrado que, para desarrollar un cáncer hereditario, no es suficiente la presencia de un gen alterado, sino que se tienen que dar condiciones adicionales.

Esta información valida aún más el símil que algunos genetistas han utilizado para describir el genoma. El ADN de un organismo sería similar a una pequeña agrupación humana donde sus miembros (los genes) establecen acuerdos de colaboración, pero donde también se producen conflictos. Y como no, las influencias exteriores pueden alterar el discurrir normal de esta pequeña sociedad.

Y como toda realidad, la genómica tiene su 'lado oscuro'. Algunos científicos insisten en recordar ciertos episodios de la historia reciente para evitar que se repita.

En la 'cara oculta' de esta disciplina se puede esconder la discriminación. Tal como señala un catedrático de biología de la Universidad de Washington (EEUU), algunos titulares que aparecen en los medios de comunicación parecen dar a entender que, incluso los comportamientos sociales están condicionados por la información inscrita en el ADN.

El mencionado profesor advertía en un artículo publicado el pasado año, que este tipo de afirmaciones pueden conducir a la creación de castas o a negar la posibilidad de que los individuos reciban ayuda para modificar su conducta con la excusa de que esa persona porta un gen determinado. Incluso, películas como 'Gattaca' recrean un mundo dividido entre los genéticamente 'perfectos' y los que no lo son.

Si se habla de malos usos de la genómica no se puede obviar el bioterrorismo. Aunque en algunos casos los medios técnicos necesarios para la manipulación genética no son fácilmente accesibles, la amenaza podría ser real.



 
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