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02-10-1997



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  SmithKline Beecham


PSICOLOGIA

Vidas de mentira

Los estudios de memoria muestran que se puede recordar lo que nunca ocurrió
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Algunas terapias mal realizadas y ciertas situaciones de la vida diaria, como un interrogatorio judicial, pueden crear memorias falsas en algunas personas, haciéndoles creer que vivieron acontecimientos ficticios.

MYRIAM LOPEZ BLANCO

Piensa. ¿Alguna vez te has pillado la mano con una trampa para ratones y te han tenido que llevar al hospital para quitártela? Preguntas como ésta formaban parte de las entrevistas semanales que se les hicieron a un grupo de preescolares, de tres y cuatro años, participantes en un estudio realizado en la Cornell University. Todas las situaciones por las que se les preguntó eran ficticias, pero estaban diseñadas para estudiar el poder de sugestión de los niños.

Las respuestas fueron asombrosas. Más de la mitad de los pequeños estaba convencido, a la décima semana de entrevistas, de que el suceso ficticio por el que les preguntaban les había ocurrido realmente y daban detalles añadidos de la situación. Todavía más sorprendente es que a la cuarta parte de los pequeños no se le pudo convencer después de que era mentira. Por otro lado, los especialistas que realizaron las entrevistas y que revisaron las grabaciones de vídeo en las que estaban recogidas las respuestas no podían distinguir cuándo los pequeños contaban la verdad y cuándo no.

El estudio, que se publicó en el número de julio de la revista Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry es uno de los muchos que se han realizado sobre la llamada memoria falsa. Estos resultados son importantes, especialmente cuando se hace referencia a niños que están implicados en maltrato y abuso sexual, a los que se les puede estar interrogando en un juicio durante meses o incluso años. Pero, ¿corren el mismo peligro los adultos?

Un artículo que aparece en el último número de la revista Scientific American, escrito por una psicóloga que lleva casi 30 años estudiando la memoria falsa, Elizabeth F. Loftus, cuenta el caso de una mujer, Nadean Cool, que acudió a un psiquiatra para que le ayudase a superar su reacción a una experiencia traumática que tuvo una de sus hijas. «Durante la terapia, el especialista utilizó la hipnosis y otras técnicas sugestivas para conseguir que Cool se convenciese de que la habían maltratado de pequeña; que estaba reprimiendo el recuerdo de haber estado en un culto satánico; que había sido violada; que había comido bebés; que había tenido relaciones sexuales con animales y que la habían obligado a presenciar el asesinato de su amiga de ocho años», escribe Loftus.

Cool se dio cuenta de ello y denunció al psiquiatra a principios de este año. Así, hay muchos más pacientes que han sido utilizados para crear memorias falsas y, en la mayoría de los casos, puede ser muy difícil -tanto para ellos como para un observador- distinguir entre las ficticias y las verdaderas.

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Facilidad

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¿Cómo se crean estos recuerdos falsos? Las últimas investigaciones están desvelando que hay algunas personas que tienen más facilidad que otras para modificar su memoria. En un estudio realizado por la doctora Loftus se trató de crear un recuerdo ficticio en 24 participantes adultos, de entre 18 y 53 años (se les dijo que estuvieron perdidos en unos grandes almacenes a los cinco años de edad).

Se les aseguró que era una historia que había contado alguno de los familiares más cercanos. Aunque en realidad era todo lo contrario: los parientes corroboraron que era una historia que nunca había sucedido. El resultado fue que el 24% de los participantes decía recordar, en parte o completamente, el acontecimiento falso de su infancia. «Por supuesto, estar perdido, aunque da miedo, no es lo mismo que haber sido maltratado», escribe la autora.

Según Loftus, estos resultados sirven para comprender cómo esto mismo puede ocurrir en la vida real, por ejemplo, en situaciones tales como la psicoterapia o en un interrogatorio en un juicio.

Algunos estudios han demostrado que sólo con que alguien asegure que ha visto a otra persona hacer algo (sin que realmente lo haya hecho) sirve para que ésta se lo acabe creyendo. «Los profesionales de la salud mental y otros deberían tener muy en cuenta cuál es su enorme influencia en la formación de estos recuerdos falsos», escribe la doctora Loftus.


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