Había que aplicarse una mezcla de opio, rábano picante,
excrementos de paloma, remolacha y varias especias sobre el cuero cabelludo.
Esta era la receta de Hipócrates, el padre de la Medicina moderna,
contra la caída del cabello. No funcionó. El propio Hipócrates
se volvió tan calvo con el tiempo que los casos extremos de alopecia
recibieron el nombre de calvicie hipocrática Mucho ha llovido
desde entonces y ningún brebaje de cuantos se han vendido como crecepelo
ha logrado nunca evitar la caída del cabello en aquellos individuos
predispuestos genéticamente a perderlo. Pero ahora, por primera
vez, se ha encontrado un producto esperanzador.
El finasteride, que así se llama el medicamento, protagoniza
la historia de un fármaco que, aunque se diseñó para
curar un mal de próstata, ha acabado sirviendo para otro muy distinto:
la calvicie. Merck, la compañía
farmacéutica que lo fabrica, rentabilizará así la
inversión en un producto que no consiguió el éxito
esperado y al que se le ha llegado a llamar placebo caro por su
poca eficacia contra la enfermedad para la que estaba indicado. A punto
de ser aprobado por la FDA (Food and
Drug Administration) estadounidense y de ser comercializado en España
-saldrá dentro de unos meses (se vaticina que entre mayo y septiembre
del año próximo) bajo el nombre Propecia-, el finasteride
fue la estrella del I Congreso Mundial sobre la Investigación del
Pelo, celebrado la semana pasada en Sevilla.
A pesar de lo desencaminado que iba Hipócrates con su receta,
dio en el clavo con otra de sus observaciones: se dio cuenta de que los
eunucos de la armada persa nunca se quedaban calvos. O sea, que la castración
poco antes o poco después de la pubertad prevenía la calvicie.
Unos 2.500 años después -es decir, hace muy poco tiempo-
unos investigadores de la Universidad de Duke, en EEUU, llegaron a la misma
conclusión: "La castración puede ser una cura, pero
no es comercialmente aceptable".
Así que se empezó a investigar por ese camino. ¿Qué
es lo que diferenciaba a los eunucos castrados, que lucían una espléndida
melena, del resto de varones?: la falta de testosterona, la hormona masculina
responsable del cambio de voz en la pubertad, del aumento de la masa muscular,
del crecimiento del pene y del escroto, etcétera.
La testosterona también influye en que los folículos pilosos
-que son las fábricas, distribuidas por todo el cuerpo, donde se
hace el pelo- se hagan cada vez más pequeños en las personas
condenadas a quedarse sin pelo (las genéticamente predispuestas
a sufrir la llamada alopecia androgenética o calvicie de patrón
masculino).
Es decir, los folículos, que en un principio empiezan fabricando
en la cabeza pelo terminal, fuerte, largo y pigmentado, acaban miniaturizándose
en estas personas y fabricando pelo fino, poco pigmentado y corto. Así,
los calvos siguen teniendo las mismas fábricas de pelo que los demás,
pero están encogidas. "No hay calvos, sino personas con folículos
pilosos pequeños", puntualizó el doctor Francisco Camacho,
presidente del encuentro celebrado en Sevilla y presidente de la Academia Española de Dermatología.
Las investigaciones han desvelado algunas de las claves de este proceso:
en estas fábricas de pelo, la testosterona (T) se convierte en otro
producto llamado dihidrotestosterona (DHT) gracias a un catalizador -una
enzima llamada 5 alfa reductasa. La DHT es la responsable del acné,
del crecimiento de la próstata, del pelo terminal (en la barba,
cuerpo, orejas, nariz, etcétera) y de la recesión de los
folículos pilosos (que en los individuos genéticamente predispuestos
progresa hasta la calvicie).
República Dominicana
La historia del finasteride empieza con unos científicos que
estudiaban a unas familias de la República Dominicana. Estas familias
tenían hijos varones con genitales ambiguos pero que con el tiempo
se normalizaban y tenían, a su vez, sus propios hijos, con el mismo
defecto: una deficiencia enzimática.
Estos varones seudohermafroditas tenían una insensibilidad a
los andrógenos, con una escasez resultante de DHT. Como consecuencia,
ninguno de ellos tenía problemas con su próstata (ni se quedaba
calvo).
La investigación demostró que tenían inactivo el
gen para la producción de la 5 alfa reductasa y que, por tanto,
no podían convertir la T en DHT.
Así que los científicos trataron de idear una medicación
que pudiese bloquear también esta enzima para normalizar de esta
forma el tamaño de la glándula prostática. Pero con
el tiempo se vio que el fármaco creado para la próstata tenía
un efecto secundario: hacía crecer pelo.
Hoy se sabe que hay dos tipos de enzima 5 alfa reductasa, el tipo I
y el tipo II, que los producen dos genes localizados en distintos cromosomas
y que tienen estructuras distintas. El tipo I se encuentra por toda la
piel, y el II se halla sobre todo en la piel de los genitales (próstata).
La doctora Vera Price -la investigadora número uno en estos momentos
en el campo de la tricología, que llegó a Sevilla directamente
desde las oficinas de la FDA, donde se celebró el jueves pasado
la primera reunión para aprobar el finasteride en EEUU- presentó
la última información sobre este fármaco y explicó
su modo de acción ante los casi 500 expertos en pelo de todo el
mundo reunidos en la capital andaluza.
"El finasteride actúa de manera muy selectiva, sólo
bloquea la 5 alfa reductasa de tipo II y no afecta a la acción de
la testosterona", dijo la doctora Price. El efecto del finasteride
sobre la enzima tipo II es unas 20 veces mayor que sobre el tipo I. Sin
embargo se ha mostrado eficaz a la hora de prevenir la alopecia androgenética,
probablemente porque baja los niveles de DHT circulantes (el cuero cabelludo
está muy vascularizado).
Parece ser que la cantidad de DHT que llega al folículo piloso
es la que le dice a éste que siga fabricando pelo o que se muera.
De hecho, Merck tiene patentados unos 200 inhibidores de la 5 alfa reductasa
y uno de ellos, el MK386, inhibe el tipo II, pero aún no se sabe
cómo funcionará contra la caída del cabello.
El trabajo presentado por la doctora Price era un doble ciego, placebo
controlado, realizado durante un año con finasteride oral, un miligramo
al día (la quinta parte de lo recomendado, con el Proscar, para
la hiperplasia benigna de próstata).
Al final del año, la mayoría de los pacientes (86%) que
tomaron finasteride obtuvo un crecimiento significativo de pelo (curiosamente,
el 42% del grupo placebo también).
En los días en los que se celebraba el congreso, el finasteride
acaparó la atención de los medios y se oyeron cosas como
que devuelve el pelo "a costa de la virilidad masculina". Pero,
según lo estudios realizados hasta ahora, la probabilidad de que
eso suceda es muy baja. Concretamente, en el trabajo presentado por la
doctora Price se encontró: disminución de la líbido
en el 1,8% del grupo finasteride (F) y en el 0,8% del grupo placebo (P),
disfunción eréctil (1,3%F y 0,7%P) y disminución del
volumen de eyaculación (0,8%F y 0,8%P).
El finasteride no ha sido probado aún en mujeres con alopecia
androgenética, que también las hay. En los años 80
se vio que no era infrecuente que las mujeres presentaran patrones de calvicie
masculinos (entradas, pérdida de coronilla). Se ha empezado un estudio
en mujeres posmenopáusicas pero no en jóvenes, y está
contraindicado en mujeres embarazadas o que quieren estarlo, ya que el
feto podría verse afectado por el medicamento.
Otro inconveniente es que nadie sabe cuáles son los efectos secundarios
del finasteride a largo plazo. Es un tratamiento que hay que tomar de por
vida, religiosamente, cada día. Si no, no serviría de nada.
"Hay que cumplir las dosis y no dejar de tomarlo si al mes o a los
dos meses el producto no funciona", dijo el doctor Camacho. "Además,
a cada paciente hay que tipificarle la alopecia. Yo a todos los que voy
a tratar con finasteride les hago antes un antígeno prostático
específico porque no sé si estarán desarrollando alguna
alteración de próstata y se la voy a estar tratando indirectamente.
Hay que tener en cuenta que el hombre nunca va a poder dejar de tomar el
finasteride, en cambio la mujer sí, porque en la mujer la calvicie
es una enfermedad y en el hombre no", concluyó este especialista.
Algunos estudios han demostrado que la combinación de minoxidil
con finasteride es más eficaz que uno de estos fármacos solos,
sin embargo cada compañía farmacéutica promociona
sólo el suyo. "En el mundo del los negocios no le das publicidad
a tus competidores", dice Richard Lee, que ha tratado a más
de 4.000 pacientes con calvicie en Los Angeles.
"Es muy probable que no estuviésemos todos nosotros aquí
si no fuese por el minoxidil", dijo el doctor Rodney P. R. Dawber,
dermatólogo de la Universidad de Oxford y uno de los ponentes del
congreso. "Cuando apareció este medicamento, el médico
no tenía nada que darle al paciente, y poco después se convirtió
en el foco de atención de la prensa". El minoxidil es otro
ejemplo de fármaco que se diseñó para otra cosa -la
hipertensión- y que acabó como remedio para la calvicie.
Disminuye o detiene la caída del pelo, pero sin embargo no logra
hacer que crezca.
Está claro que ni el finasteride ni el minoxidil, aunque hoy
sean la forma más razonable de tratar la calvicie androgenética,
serán las terapias definitivas. En el futuro se divisan tratamientos
sofisticados como la terapia génica, que ya ha empezado a dar resultados
sorprendentes en la patología vascular.
La terapia génica liposomal se muestra como una gran promesa
contra la calvicie. Lo malo es que, en este momento, los científicos
sólo disponen del liposoma (el taxi genético) pero no tienen
aún el gen que han de llevar a las células para que regule
la fabricación de pelo y devuelva a la mitad de la población
masculina y parte de la femenina el adorno que cubría sus cabezas.
La ciencia del pelo
El I Congreso de Investigación del Pelo, celebrado en Sevilla
y patrocinado por Procter & Gamble, se hizo, sobre todo, por un motivo:
acabar con el engaño que rodea al mundo del pelo. Hasta hace un
tiempo, era el peluquero el que se encargaba de los problemas del cabello,
y todavía hoy hay mucha gente -desde los que se hacen llamar especialistas
en belleza hasta los farmacéuticos- que se atreve a recomendar remedios
para la calvicie sin saber nada del tema.
Hoy, la tricología (la ciencia que estudia el pelo) está
perfectamente estructurada y es un campo en el que aúnan sus conocimientos
no sólo los tricólogos sino los biofísicos, químicos
y biólogos. Ni siquiera un dermatólogo tiene por qué
saber algo de pelo, a no ser que sepa mucho de tricología. En los
años 60 aparecieron los primeros centros de investigación
del pelo. Hoy hay siete, todos ellos en EEUU. Son centros de investigación
de primates (el pelo se estudia en cuatro tipos de monos, que tienen el
mismo patrón de calvicie que el hombre) en los que no sólo
se hacen estudios de tricología sino también de ginecología,
endocrinología y dermatología. En España, el Grupo
Español de Tricología, presidido por Francisco Camacho, está
formado por 22 personas que ya han dado los primeros pasos para acabar
con la mala información que envuelve al tratamiento del cabello.
Y lo han hecho de la mejor manera posible: transmitiendo su conocimiento
a los demás.
Otras conclusiones del congreso
Mujer.- Cada vez hay más mujeres que pierden el pelo.
En los hombres, las cifras no han variado (50% de alopécicos a los
50 años de edad), pero en la mujer han pasado de un 2,3% a un 8%
en los últimos 10 años. ¿El motivo? El cambio en el
estilo de vida. La integración de la mujer en el mundo laboral,
con todo el estrés y agresividad que ello implica, hace que aumenten
sus niveles de andrógenos (hormonas masculinas). Y, si además
hay predisposición genética, la pérdida de pelo es
inevitable, aunque suele ser siempre reversible (salvo en un pequeño
porcentaje en las que no se sabe por qué los tratamientos no funcionan).
Hirsutismo.- Cuando aparece el pelo en mujeres en las zonas típicas
masculinas (pecho, mejillas, etcétera) se habla de hirsutismo y
siempre es patológico. Puede afectar psicológicamente a la
mujer, ya que el exceso de pelo se asocia a la falta de feminidad. El hirsutismo
se origina por un aumento de sensibilidad de los folículos a los
niveles normales de andrógenos o a una sobreproducción de
andrógenos por parte, por ejemplo, de los ovarios. El doctor Camacho
hizo una amplia exposición de los tratamientos de esta patología
entre los que destacaba el flutamide.
Láser.- Hugh Zachariae, de Copenhague, presentó
un método revolucionario para acabar con el pelo indeseado del hirsutismo
y de la hipertricosis (nombre que recibe el exceso de pelo en el hombre):
el láser o fototermolisis, es decir, quitar el pelo con calor. La
luz de láser se transmite a través de la piel y se absorbe
por la melanina, que se calienta y acaba evaporándose y desintegrándose.
Unos estudios en los que se comparó esta técnica con otros
métodos depilatorios, como la cera o la depilación eléctrica,
demostraron que se conseguía un 78% de reducción del pelo
de la cara 178 días después del primer tratamiento y que
los pacientes estaban más satisfechos que con los métodos
clásicos. Hay pocos efectos secundarios y éstos son reversibles.
El láser, que se utiliza desde 1995, ha ofrecido resultados esperanzadores,
pero todavía hacen falta más estudios para averiguar, por
ejemplo, cuál es la permanencia del efecto.
Alopecia Areata (AA) ¿una enfermedad autoinmune?.- Todos
los indicios apuntan a que sí lo es. Los folículos pilosos
expresan antígenos únicos y las propiedades de estos antígenos
varían según el individuo y según el ciclo del pelo.
Parece que en la AA, existe una respuesta inmunológica anormal contra
estas proteínas de los folículos pilosos que es más
una causa que un efecto de la enfermedad, según unos estudios presentados
por Jean Claude Bystryn.