Internet fomenta la injusticia. Un artículo
de ayer mismo, del JAMA (Journal of
the American Medical Association), pone de manifiesto que las tecnologías
de la información van a alterar de una manera drástica los
sistemas sanitarios del futuro, pero también van a ser útiles,
al menos a corto plazo, sólo para un sector del público.
No es lo mismo, en el caso de estar enfermo, estar acostumbrado a navegar
por la red todos los días o tener a un familiar próximo capaz
de llevar a cabo la tarea, que ser informáticamente analfabeto.
Según el doctor David Blumenthal, un experto del Massachusetts
General Hospital de Boston y autor del trabajo del JAMA, unos son capaces
de entrar para bien en el mundo de la telesalud -informándose de
los últimos avances, pidiendo asesoría a los mejores centros
y participando en foros de discusión de gran actividad- mientras
otros, al desconocer las opciones que el ciberespacio proporciona, no alcanzan
las ventajas que el conocimiento de temas de salud aporta al ciudadano.
La diferencia de la calidad en los cuidados médicos logrados por
los que manejan Internet y los que no lo hacen será especialmente
manifiesta en el caso de las enfermedades crónicas. Asmáticos,
hipertensos, bronquíticos o diabéticos se beneficiarán
de consultar la red de vez en cuando y de intercambiar sus opiniones con
otros cibernautas con sus mismos problemas.
A medio plazo, la telesalud se convertirá en rutina en muchos
sitios. Internet, además de servir para aconsejar, informar y educar
a médicos y enfermos, será imprescindible para mejorar la
calidad de la asistencia. De acuerdo con las tesis de Matthew
Holt, director del Instituto del Futuro
-que mañana pronunciará en Madrid una conferencia en el auditorio
de la Fundación BBV-, casi el
70% de los médicos en EEUU reconoce que ya tiene enfermos que consultan
sus dolencias en Internet. Dentro de algunos años, quizá
tan sólo 10, muchos de los pacientes estarán monitorizados
en sus casas y enviarán los datos que capten los biosensores que
tengan instalados a médicos y enfermeras a través de Internet.
Así, con la telesalud, la demanda de atención sanitaria que
crece imparable en todo el mundo desarrollado se verá, en parte,
compensada en sus costes al reducirse el transporte de enfermos y la necesidad
de personal para atender a los pacientes.
En España aún estamos lejos de los niveles que la cibermedicina
ha alcanzado en Norteamérica.
Aunque muy pocos dudan del papel de Internet en la salud, hay todavía
una enorme diferencia entre la calidad que encuentra en la red un angloparlante
y la que obtiene un individuo que únicamente maneje el español.
Se hace necesario, por lo tanto, pensar en crear webs biomédicos
en castellano en donde el contenido sea lo prioritario y la actualización
del mismo una tarea diaria.