MYRIAM LOPEZ BLANCO
En 1995, unos estudiantes de la Universidad de Beijing
enviaron un mensaje
de socorro a través de Internet para pedir ayuda para Zhu Ling, una compañera
que sufría una extraña enfermedad. Un año después,
habían recibido 2.000 respuestas de 18 países. Internet
jugó un papel importante, a la vez que complicado, en la vida de
la muchacha, pero se hizo patente la mejor ventaja de la Red: llevar ayuda
sanitaria inmediata a lugares remotos del planeta. Sin embargo, tiene otras
muchas utilidades de las que va a ser cada vez más difícil
prescindir. Así que, ya sea usted médico o paciente, no le
va a quedar más remedio que aprender a navegar por el océano
de información que ofrece. La tecnofobia, a estas alturas, sólo
lograría marginarle.
Estas son algunas de las cosas que le permite hoy Internet: mantenerse
al día en las últimas investigaciones; acceder instantáneamente
y de forma gratuita a bases de datos como Medline;
supervisar a distancia el trabajo de médicos ayudantes o enfermeras;
controlar a los enfermos crónicos; consultar e intercambiar información
(fotografías de alta resolución, imágenes radiológicas,
sonidos, etcétera) con colegas que se encuentran en el otro extremo
del planteta; o, si usted es un paciente, entrar desde su casa a una ciberconsulta
para resolver los problemas menos graves; saber los detalles de la enfermedad
que sufre e incluso conocer a otras personas que también la padecen
y que expresan sus preocupaciones en foros de discursión de la Red.
En definitiva, el acceso
inmediato a todos esos datos está dando la vuelta a la medicina
y a la relación médico-paciente. Los nuevos sistemas de comunicación
están creando una nueva sociedad internacional en la que la práctica
médica será más eficaz, más precisa y más
accesible para todos.
De todo ello se habló en el Encuentro Internacional de Salud,
Comunicación y Sociedad celebrado en Madrid hace un par de semanas
y organizado por la Fundación BBV.
"Si algo caracteriza a esta nueva era" -dijo Bill Silberg,
director editorial del JAMA y uno
de los ponentes del encuentro- "es la rapidez a la que se puede intercambiar
una cantidad de información cada vez mayor entre un público
cada vez más numeroso".
Con la televisión se tardó 13 años en conseguir
50 millones de espectadores y con la radio hicieron falta 38. Sin embargo,
con Internet sólo se han necesitado cinco para conseguir 50 millones
de usuarios. Y se prevé que en cuanto hayamos entrado en el nuevo
siglo, sólo en EEUU habrá cerca de 150 millones de personas
conectadas, es decir, la mitad de la población.
Cada vez son más los usuarios que entran a Internet para buscar
asuntos relacionados con la salud, que, por otro lado, son los webs que
ocupan la mayor parte de la Red. Según fuentes consultadas por Suzanne
Stensaas, profesora asociada de la Universidad
de Cornell de Nueva York y experta en innovaciones multimedia para
la medicina, en la World Wide Web hay unos 10.000 sitios relacionados con
la medicina. "Pretender ver Europa en 10 minutos es ridículo",
dijo Vince
Giuliano, presidente del Electronic
Publishing Group, "exactamente igual de ridículo que pretender
ver en 10 minutos lo que hay en Internet sobre Salud".
Versión electrónica
Las revistas biomédicas más importantes están ya
en la Web. De momento, sólo se puede acceder a una parte del texto
o a los abstracts, pero poco a poco se incorporarán los artículos
completos. La más prestigiosa de todas, el New
England Journal of Medicine, apareció en versión electrónica
en la primavera del año pasado y su evolución refleja la
actividad frenética en la Red. En estos momentos registra unos 40.000
accesos diarios y el día más activo es el jueves, cuando
sale la revista, en el que hay unos 50.000. Según anunció
Robert Steinbrook, editor de la revista, en julio se incorporarán
los textos completos.
De la misma forma, otras publicaciones como JAMA, BMJ,
Science, Nature
y New Scientist están
en Internet. Algunas son también de acceso libre, y otras requieren
una cuota mensual y un registro previo. En total, la Red ofrece 116 revistas
médicas, al alcance de cualquiera que tenga una conexión.
Bill Silberg cree que hoy los medios de comunicación impresos son
aún dominantes, pero está convencido de que irán perdiendo
protagonismo con el tiempo y acabarán imperando las publicaciones
digitales y los sistemas de información personalizados.
En España, las cosas van más lentas que en los países
anglosajones y existe el problema de la barrera idiomática (prácticamente
todos los webs médicos de calidad están en inglés).
Sin embargo, se están tomando algunas (escasas) iniciativas
para que los médicos -que, como dijo Bill Silberg, "no son
precisamente la parte de la población que se siente más cómoda
entre ordenadores"- participen cada vez más de la Red.
"Metges ON LINE"
En esa batalla anda el Colegio
de Médicos de Barcelona, que ha puesto en marcha un proyecto
llamado Metges ON LINE (médicos on line) que debería de servir
de ejemplo para crear iniciativas semejantes en el resto del Estado. La
primera fase de este proyecto consiste en familiarizar al médico
con Internet mediante: direcciones de correo electrónico gratuitas,
un kit de conexión, facilidades económicas para la actualización
o compra del hardware y cursos de formación. No hay que tener grandes
conocimientos en informática para navegar por Internet, aunque muchos
médicos, poco habituados a usar el ordenador, así lo creen.
En realidad sólo es cuestión de tener ganas.
Existe la falsa creencia de que las nuevas tecnologías son del
interés exclusivo de los más jóvenes. Sin embargo,
según dijo Vince Giuliano el segmento de la población de
usuarios de Internet que está creciendo más deprisa es el
de la tercera edad, personas mayores de 65 años que tienen mucho
tiempo libre para emplearlo en lo que más les apetezca.
El primer reto del proyecto Metges ON LINE es conseguir que el 20% de
los colegiados (es decir, unos 4.000 médicos) tenga acceso a Internet
en el primer año. Cuando se cumplieron seis meses desde que se lanzó
el proyecto, el pasado 16 de marzo, 2.300 médicos habían
pedido conexión personal y otros 3.300 tenían acceso a Internet
en su lugar habitual de trabajo. Se contabilizan, semanalmente, unos 19.000
accesos al web Corporativo y 273 consultas de promedio a Medline.
Otro de los objetivos del proyecto catalán es "intentar
garantizar una información médica sanitaria adecuada a la
población". Será un reto difícil de conseguir
porque tratar de controlar totalmente los contenidos de la Red "es
inútil por utópico", según aseguró Jaume Aubia,
vicepresidente del Colegio de Médicos de Barcelona.
Hoy por hoy, cualquier ciudadano sin ningún tipo de formación
sanitaria puede colocar información sobre medicina en Internet.
Se pueden encontrar webs muy elaborados en los que, por ejemplo, se asegura
que el té verde cura el cáncer.
"Nunca antes la tecnología de la información había
aportado tanto a la enseñanza, a los cuidados de la Salud y la información
en general. Pero al mismo tiempo, nunca antes había ofrecido la
oportunidad de distribuir tanto material de calidad dudosa a personas que
pueden no ser capaces de excavar entre la basura para encontrar algo valioso.
Información, al fin y al cabo, no es sinónimo de conocimiento,
ni debería ser confundida con sabiduría", dijo Bill
Silberg.
Otro proyecto de educación en Internet creado en el Estado español
es el de la Facultad de Medicina de la Universidad
de Oviedo. El doctor Sampedro
Nuño y sus colegas han creado unas sesiones
clínico patológicas interactivas en la Red para ayudar
al alumno a asimilar mejor los conceptos teóricos explicados en
clase.
Para ello, el web cuenta con una serie de casos guiados por una historia
clínica y por explicaciones clinico patológicas, además
de un tutor virtual para las dudas que vayan surgiendo. Cualquier estudiante,
desde cualquier lugar remoto del planeta, puede aumentar sus conocimientos
si accede a esta dirección o a otras similares. Del mismo modo,
cientos de universidades estadounidenses ofrecen programas para la formación continuada del médico,
algo que es una asignatura obligatoria al otro lado del océano,
pero no en España.
Suzanne Stensaas, que recorre el mundo mostrando los últimos
avances en multimedia aplicados a la medicina, puso la nota más
realista en la reunión. Recordó que Internet todavía
no puede ofrecer todo lo que promete y que en este momento hay una serie
de desventajas a tener en cuenta: que el acceso es todavía lento,
por la saturación de líneas -depende de las horas de más
actividad en EEUU, que corresponden a la tarde/noche españolas,
en las que hay que armarse de paciencia para acceder desde España
("Le empiezan a llamar World Wide Wait", bromeó Vince
Giuliano); que los sitios de la Red cambian a menudo de lugar sin previo
aviso; que la información que encontramos en la Red no siempre está
actualizada, rara vez se revisa con un proceso de peer-review y que no
siempre es práctica, sobre todo en los países en vías
de desarrollo.
Stensaas propuso una serie de alternativas para la formación
continuada de los médicos y estudiantes, mientras se espera a que
Internet consiga la capacidad suficiente.
Sobre todo mostró CD-ROM, que ofrecen una calidad de imagen y
una capacidad asombrosa de almacenamiento de información. Como un
mago, Stensaas sacó de su maletín varios compactos muy interesantes,
entre los que destacó un seguimiento virtual interactivo de un paciente
con sida.
Con toda esta información, Jaume Aubia augura así el futuro
inmediato del médico: "No sólo necesitará saber
más para mantenerse al día [lo que en este momento de explosión
informativa y de especialización acelerada ya es difícil
conseguir] sino también y sobre todo saber lo que su enfermo sabe.
Si no lo consigue, va a perder fácilmente la confianza de sus pacientes,
lo que probablemente lo invalidará como médico".
El futuro ya ha llegado
Mientras muchos están intentando acostumbrarse todavía
al uso de Internet, los expertos del Instituto
del Futuro, en California, advierten de las novedades sorprendentes
que aguardan a la vuelta de la esquina. Auguran un mundo mucho mejor comunicado
a través de microcámaras y sensores, que a su vez estarán
controlados por otras máquinas. "Las buenas noticias son que
las cosas que se anunciaban para el futuro ya están ocurriendo en
estos momentos", se asegura en el web del Instituto del Futuro. Como
dijo el novelista William Gibson: "El futuro ya ha llegado, lo que
ocurre es que todavía no lo han distribuido". Sólo hay
que echar un vistazo a la Red para darse cuenta.
En 1995, el Departamento de Transportes de California colocó
un mapa-web de las carreteras de San Diego. El mapa mostraba la velocidad
y densidad del tráfico en tiempo real por medio de unos sensores
colocados en el asfalto. Según Mattew
Holt, director del Instituto californiano, el médico y el paciente
dispondrán pronto de sensores de este tipo, que tendrán las
aplicaciones más diversas.
La década de los 80 se caracterizó por el desarrollo de
sistemas capaces de procesar información. Se hablaba de "la
revolución del ordenador personal", una etapa en la que todos
estaban muy preocupados por meter todo tipo de datos de la vida cotidiana
en el computador y procesarlos. Cuando los años 80 estaban llegando
a su fin, apareció el láser (CD-ROM, compactos, líneas
telefónicas de fibra óptica). Los 90 son la década
del acceso, es decir, de las máquinas que no destacan por lo que
pueden procesar sino por aquello a lo que son capaces de conectarnos. Pero,
en los próximos años, las estrellas serán los sensores,
que se añadirán como artefactos inteligentes a todo tipo
de aparatos electrónicos. Será como armar a las máquinas
con ojos, oídos y órganos sensoriales. "Podremos preguntar
a esos aparatos qué es lo que ven para manipular el mundo que hay
alrededor de ellos", dice Paul
Saffo, del Instituto del Futuro.
Esto tiene implicaciones profundas. Hoy existen dos mundos paralelos,
el universo analógico cotidiano en el que vivimos y el nuevo universo
digital, creado por seres humanos pero poblado por máquinas digitales.
Nosotros visitamos este mundo digital mirando a través de las puertecitas
de nuestras pantallas de ordenador y lo manipulamos con el teclado y con
el ratón, pero no somos capaces de manipular el mundo analógico
que rodea al ciberespacio. Y eso es precisamente lo que permitirán
los sensores. Esto da una idea de lo que depara el futuro de Internet.